Los jugadores de casa, después de cuatro años apagando las llamas del infierno, asoman con goles y asistencias en el estupendo arranque del Real Zaragoza
Bazdar, con su gol de cinco estrellas, se ha llevado la mayor porción de elogios de la dulce tarta que supuso la victoria contra el Levante, tres puntos que sirvieron para que el Real Zaragoza se mantenga en puesto de ascenso directo después de las seis primeras jornadas. Hubo, porque se las ganó a pulso, alabanzas para Poussin, adoptado y coreado por la grada con la ternura del hijo de vuelta a casa después de tomar varios caminados equivocados. Calero y sus asistencias de precisión suiza; Keidi Bare y su espíritu de centauro; el cíclope Vital; el yunque puntual de Soberón… Los nuevos, uno más que otros, han ocupando primeras planas, en las que Aketxe ha enseñado ya la herradura zurda que extermina porteros. Hay una elevada expectación por ver a todos juntos en la misma viñeta de una historia, lo que, en teoría, ofrecerá al conjunto aragonés la capa de competitividad necesaria para volar con autoridad y sin turbulencias entre las seis primeras plazas. La restructuración masiva va lenta pero segura, sujeta a un puñado de resultados magníficos en los que los recién llegados han tenido protagonismo, pero no más que la cantera, menos ensalzada y sin embargo capital en esta aventura que recompensa por ahora sus cuatro años anteriores apagando las llamas del infierno.
A la cabeza de ese ejército de fieles que regatearon un destino apocalíptico en sus respectivos bautizos y disfrutan de las vistas desde el cielo de la clasificación, asoma Francho Serrano. El centrocampista, que se estrenó en el once el pasado fin de semana, ha marcado dos goles saliendo desde el banquillo, uno para vencer en Cartagena tras una dejada de Marcos Luna y otro para sellar el triunfo contra el Elche a pase de Adrián Liso. Ante el Levante, el técnico le reclamó para dar oxígeno a las piernas cargadas de Aguado y respondió como un kamikaze atacando un centro de Liso al área pequeña que casi le cuesta la tibia para sacar un penalti que transformó Soberón en el tanto de apertura del encuentro. Después de superar dos lesiones importantes el curso pasado y estar bajo la sospecha de Víctor y de Cordero si era un futbolista adecuado para este proyecto, ha respondido con su inagotable combustible, un par de dianas de alta escuela y allanando la victoria sobre el equipo de Julián Calero. Liso le ha puesto dos balones de oro, del mismo valor que el jugador de la plantilla que representa mejor que nadie el coraje y el carácter ganador que se le exige a todo aspirante a la gloria y cuyo perfil y prestaciones, pese a su juventud e inexperiencia, anuncian un futbolista de constitución de Primera.
Por la rendija de esa incuestionable trascendencia de ambos en la marcha firme del Real Zaragoza se han colado también Luna con el cuarto gol que firmó en Cádiz y la delicada y visionaria asistencia ya mencionada a Francho en Cartagonova; Azón, quien aún no ha visto puerta en su papel de revulsivo clave en Cartagena y casi milagroso en Anduva con un testarazo al palo, en su asociación con Bazdar en el contragolpe que supuso el 2-1 ante el Levante, y Pau Sans, autor del tanto del empate frente al cuadro que entonces dirigía Abelardo, destituido en las últimas horas para dar paso a Jandro en el Efesé. Clemente, que no pertenece a esta generación que ha conocido las tinieblas aunque sí las nubes inciertas de las cesiones hasta desvincularse, dejó una inmejorable sensación en sustitución de Tasende… La cantera se niega a jugar un papel de mero acompañamiento aunque hasta la fecha sólo Aguado y Liso ha contado con la absoluta confianza del entrenador. Quizás esta vez puedan ver recompensada su labor de salvamento con la medalla de honor de un ascenso del Real Zaragoza y la Ciudad Deportiva.
Éste el motivo deportivo de la ocupación del club por parte del equipo casposo. Una entidad que nunca se ha preciado por tener una cantera verdaderamente potente; irán rapiñando todo lo que crean bueno desde menos que infantiles con la complicidad de padres egoístas y avariciosos que pensarán en su hijo como medio para «retirarlos».
Las sinergias irán siempre en la misma dirección.