El conjunto de Sellés suma un punto de penalti y tras una segunda parte de mayor empuje para equilibrar en el marcador la exhibición del extremo, que lideró la habilidad y velocidad de un Málaga superior en la primera (1-1)
El punto no saca al Real Zaragoza de la última plaza pero le permite seguir invicto tras cuatro jornadas consecutivas y evitar la derrota en el minuto 93 con un penalti sobre Insua que convirtió Dani Gómez. Ese empate lo buscó durante toda la segunda parte el equipo de Rubén Sellés, que tuvo al menos un par de ocasiones claras para conseguirlo antes en las botas de Soberón y del propio Dani Gómez, solo ante Alfonso Herrero. El Málaga le había fustigado en la primera mitad negándole primero la sociedad Aguiregabiria-Francho, lo que acható considerablemente sus recursos de profundidad, y segundo con una velocidad y habilidad personalizadas en la figura de Larrubia, un jugador de cuyo perfil carece el conjunto aragonés, imposibles para un sistema de contención muy vulnerable por su naturaleza a campo abierto. El partido se partió en dos y así como hay que alabar la capacidad y el empuje del Real Zaragoza para no darse por vencido, también debe subrayarse que estuvo en serio peligro mientras a su rival le duró el combustible. Cuando Larrubia se quedó solo, ofreciendo su particular y bello espectáculo de regates y burlas sucesivas, los de Funes perdieron la pujanza, el control del balón y la alegre llegada que había derrochado antes del descanso.
El 1-0 castigó a un Real Zaragoza tácticamente y físicamente superado. Joaquín, encargado de taponar las vías hacia Francho, tomó su extremo para castigar en continuas oleadas a la defensa visitante y desató varios seísmos sin que Aguirregabiria ni Guti llegaran a la cobertura. La hemorragia la intentó taponar Insua y en una carrera larga el extremo le sacó las vergüenzas y el arbitro la amarilla. De esa falta del central nació el gol de Einar superado el cuarto de hora. Despeje algo corto de Andrada, rechace y toque a la red del defensor, que pasaba por allí. El equipo de Sellés no puede consentirse un desarme táctico porque vive de la homogeneidad, de la máxima atención. De las atenciones de lo que pueda suceder en los lanzamientos a balón parado. No lo hizo y se paseó por su peor versión, duplicando pases horizontales y buscando a Valery en la izquierda como única alternativa al apagón de la derecha. Los rivales ya han empezado a estudiar al nuevo Real Zaragoza, y Funes selló todas las puertas hacia Soberón y Kodro, esta vez entre barrotes, muy incómodos pese a dejarse ver en las descargas que producían poco fruto de posteriores imprecisiones y nerviosismos.
Pomares se había cargado también con una tarjeta de las que miden la rapidez de uno. Y para lo que parecía más desgracia (que no lue deportivamente), Radovanovic tuvo que irse al comienzo del segundo capítulo con su enésima molestia del curso. Entonces entró en acción Sellés y sun banquillo mágico para meter a Tachi, y a Cuenca y a Tasende para oxigenar a un sobreexplotado Valery y evitar que Larrubia enviara a Pomares contra la pared. El encuentro, con el Málaga dando señales de agotamiento por el festín anterior, se trasladó a otra dimensión. Tuvo más poso la zaga, ya menos presionada por las distancias y el instinto de conservación de la ventaja de los locales, y el fútbol del Real Zaragoza se hizo más fluido con la energía renovada de Cuenca. Tachi se tomó el partido como un asunto personal, y un cabezazo suyo cogió dirección al palo sin que Insua ni Soberón llegaran para empujar la pelota. El central se marcó una asistencia de lujo para Dani Gómez, relevo de un Soberón acalambrado, y el delantero, en su primera intervención, cogió el espacio a la espalda, regateó a Herrero y con todo a favor se topó con la manopla del guardameta, excelente en su reacción desde el suelo.
No salía el Málaga ya de su guarida, del gol de Einar. Larrubia sí. Larrubia rompía cinturas como cristales allí por donde apareciera con el balón cosido a su zurda. Sin incidencia porque las ayudas no le llegaban, pero dejando siempre el poso de la amenaza en sus acciones. Con Dani Gómez de único delantero y Moya cerca del punta en lugar de un Kodro más gris que en anteriores jornadas, el Real Zaragoza se puso más bravo que académico, subiendo a Insua al área para pescar el tanto de la segunda jugada. En uno pidió el gallego penalti. En el siguiente, en el minuto 93, se lo concedió el colegiado. Dani Gómez tiró mal la pena máxima pero marcó para un Real Zaragoza invencible que sin embargo tuvo que superarse a sí mismo y a sus limitaciones. Un Real Zaragoza que se rehízo para competir y sufrir, para seguir colista y entender que no tiene un Larrubia para sacarle del pozo, sino un equipo que sin el cien por cien de concentración y constancia en todos los partidos y en lo que duren se hace plano y fácil de desactivar. Ojo para el futuro porque el orgullo puede matarlo un quiebro a toda máquina.
1 – Málaga: Alfonso Herrero; Puga (Gabilondo, m.83), Recio, Einar Galilea, Víctor García; Larrubia, Dotor (Aaron Ochoa, m.83), Izan Merino, Joaquín (Lobete, m.73); Dani Lorenzo (Rafa Rodríguez, m.66) y Niño (Chupete, m.73).
1 – Real Zaragoza: Andrada; Aguirregabiria, Insua, Radovanovic (Tachi, m.54), Pomares (Tasende, m.65); Francho, Raúl Guti, Keidi Bare, Valery (Cuenca, m.65); Soberón (Dani Gómez, m.76) y Kodro (Toni Moya, m.76).
Goles: 1-0, M.17: Einar Galilea. 1-1, M. 93: Dani Gómez (p).
Árbitro: Germán Cid (Castellano-Leonés). Mostró cartulina amarilla a los locales Víctor García (m.39), Einar Galilea (m.87), Lobete (m.92) y Recio (m.93), y a los visitantes Insua (m.16), Pomares (m.29), Tachi (m.88) y Andrada (m.98).
Incidencias: Partido de la decimoséptima jornada de LaLiga Hypermotion disputado en el Estadio de La Rosaleda de Málaga ante unos 22.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de los fallecidos en el hundimiento del Gneisenau y del periodista Paco Rodríguez.

