El partido iba para el 0-0, resultado que las casas de apuestas retiraran a partir de ahora cuando juegue el Real Zaragoza, de nuevo incapaz de desprenderse de su cada vez más desgarradora incapacidad para hacer un gol pese a que Giuliano Simeone lo intentó de principio a fin con brío aunque sin puntería. El Cartagena se había fundido y el conjunto aragonés navegaba entre las aguas tibias pero turbulentas del conformismo con el empate cuando Jon Ander González Esteban, el colegiado, expulsó a Grau por una de esas manos que afeitan con crema el rostro de un rival en la lucha por ganar la posición, en este caso a Borja Valle. Pero el árbitro tuvo un trance lisérgico y visualizó una hacha en la mano del centrocampista para dejar con diez al equipo de Juan Carlos Carcedo a falta de diez minutos para el final. A ese momento de alucinación colegiada le sucedió un balón al área que superó a Jair y Francés y cayó entre la rodilla y la palma de la mano de De Blasis para que el argentino batiera con cintura en el regate y habilidad en la definición a Cristian. La acción fue considerada como legal por el VAR, pero se ganó un lugar de privilegio entre los grandes misterios de este deporte. Habrá quien la seguirá estudiando en siglos venideros. Incluido el Vaticano.
No merecía el Real Zaragoza la derrota, pero tampoco la victoria y eso que le puso empeño juvenil y guerrero Giuliano, provocando cartulinas y arritmias entre la defensa local. Tiros cruzados, una chilena con suspense, desequilibrios en carrera y un buen pase que Vada desaprovechó. Musto, agotado del zumbido constante de Simeone, se lo quitó de en medio con un sopapo que le costó la roja y que condujo a que el ocaso del partido se disputará en igualdad de condiciones sobre el campo, no en el marcador. La fuerte sinergia con el Atlético ha traído consigo también la maldición de ‘El Pupas’, aunque además de la mayor o menor influencia de las decisiones arbitrales en el análisis es inevitable sumar, una vez más, la resta ofensiva del Real Zaragoza, otra vez penitente para conseguir un gol, para llegar al área, dos misiones que se le hacen casi imposibles si no parten de Bermejo o Gámez. Y de postre, el porqué Luis Carrión sí retiró a los amonestados Alcalá y Mikel Rico y Carcedo no hizo lo propio con Grau. En Cartagonova, con el primer tropiezo grave de la temporada, se certificó no ya la necesidad sino la obligación de que Torrecilla y Sanllehí den de pleno en la diana antes del 1 de septiembre con la contratación de al menos un futbolista resolutivo en ataque. ¿Para aspirar a grandes cosas? Primero para despejar los viejos fantasmas del pasado que se han paseado a sus anchas por el nefasto mes de agosto y han dejado a Iván Azón en la enfermería.
Chavarría y Narváez en el banquillo de principio. ¿Trompetas de salida, cada uno por una puerta distinta? Posiblemente. El cambio de Giuliano por Narváez le sentó bien al Real Zaragoza, cargado de la energía y de la velocidad del Cholito, aun muy tierno pero con piel de delantero agitador. Se le indigestó sin embargo que Nieto se hiciera cargo del lateral izquierdo, un jugador fuera desde hace mucho tiempo de los circuitos de la competición. Que el técnico insistiera con Francho de falso mediapunta tampoco fue un acierto. El canterano no está hecho para esa posición sino para lugares desde donde pueda robar y transitar con zancada larga. Se añadió a ese centrocampismo irregular un Manu Molina desconocido, reñido con dos pases correctos seguidos mientras Grau perdía un balón la borde del área para que Cristian se interpusiera como escudo entre su portería y la pesadilla de De Blasis. El Real Zaragoza, sin personalidad en el pilotaje, se hizo mustio y temeroso en todo tipo de pases que eran interceptados con sencillez por un Cartagena que consumió su combustible en la presión continuada en territorio enemigo. El pebetero de Luis Carrión se apagó y el conjunto aragonés se atrevió a dar un pequeño paso adelante siempre con Giuliano como protagonista.
Como la portería, después de tres jornadas, se ha transformado en una utopía, el objetivo se focalizó con mayor descaro en acabar la noche como había empezado. Hubo que retirar a un Manu Molina desorientado y a Bermejo, Vada y Gámez, con el cuerpo y el cuentakilómetros molidos. El Real Zaragoza, que no había tenido apenas relieve en el encuentro, se aplanó por completo con los cambios. Mollejo salió poseído por el espíritu de un revolucionario bananero; Petrovic, en su línea paquidérmica, filtró un buen balón y disparó a puerta con la zurda algo entumecida para confirmar que su ritmo no pertenece a este mundo; Narváez no carbura ni de revulsivo y Larrazabal, de lateral derecho, apenas dijo esta boca es mía. De donde no hay no se puede sacar: el Real Zaragoza enfilaba el término del pulso conforme con el reparto de puntos y con un puñado de futbolistas de los que se quiere prescindir o a duras penas tiene cartel de titulares. ¿Un delantero? Estaría bien, pero este Real Zaragoza pide bastante más aunque no se lo vayan a dar.
Se bajaba el telón del 0-0 sin solicitud de bises cuando al árbitro se le apareció la mano de Grau como si fuera un brazo de grúa. En inferioridad, el Real Zaragoza recibió casi de inmediato el tanto de De Blasis, con un apéndice parecido a una mano saliéndole de la rodilla para amortiguar la pelota. De su estrecha relación con el Atlético, en Cartagena tomó prestado el calificativo de ‘El Pupas’. Su dolor, no obstante, incluye algo más que la desgracia puntual: no existe arcoíris suficientemente generoso que emboque un gol de este equipo correcaminos.
Cartagena: Martínez, Calero, Alcalá (Feuillassier, 55´), Vázquez, Datkovic, Rico (Tejera, 55´ (Sangalli, 74´)), Musto, Jansson (Valle, 71´), De Blasis, Jairo y Ortuño (Sadiku, 71´).
Real Zaragoza: Cristian, Fran Gámez (Larra, 74´), Francés, Jair, Nieto, Jaume, Molina (Petrovic, 62´), Francho (Eugeni, 94´), Bermejo (Mollejo, 62´), Vada (Narváez, 74´) y Giuliano.
Gol; 1-0; De Blasis (minuto 81).
Árbitro: González Esteban (comité vasco). Expulsó a Jaume por doble tarjeta amarilla (min. 34 y min. 79) por parte del Real Zaragoza y a Musto (min. 88) por parte del Cartagena. Amonestó a Alcalá (min. 11), a Rico (min. 27), a Jansson (min. 48) y a Datkovic (min. 57) por parte del Cartagena; y a Molina (min. 37), a Vada (min. 52), a Petrovic (min. 70) y a Mollejo (min. 94) por parte del Real Zaragoza.