No es la primera vez que Alberto Rodrigo aparece en un primer plano de celebraciones, pero la última imagen llorando por el triunfo en La Cerámica define su personalidad y la de una afición invencible
Lleva tiempo cocinando en su imaginación cuál será el sexto tatuaje que añadirá al mapa de su cuerpo. Lo que tiene claro es el motivo: el ascenso del Real Zaragoza a Primera división. Alberto Rodrigo es un aficionado más pero no uno cualquiera. En las últimas temporadas, las cámaras de televisión o fotográficas le captan en primeros planos, por lo general celebrando los goles del equipo lejos de La Romareda, cuando los jugadores acuden a fundirse con su gente. Le hierve la sangre por dentro y por fuera, y se encienden como antorchas los otros cuatro tatuajes que lucen con simbolismos del club que le da y le quita la vida: la Virgen del Pilar; un guerrero con el escudo del león y una tabla donde figura, en números romanos, la fecha de la conquista de la Recopa; el negro Cáceres subido en el larguero del Parque de los Príncipes, y un escudo que simula (o lo hace) salir de su piel. Entre tanta devoción deportiva hay un espacio para otra familiar: el nombre de su mujer y de su hijo.
Este veterano y juvenil viajero de 54 años, natural del barrio Delicias y vecino de Pinseque, «aragonés, zaragozano y zaragocista», fue cazado el pasado sábado en La Cerámica llorando como un niño al final del encuentro, abanderado de la tormenta de mil sentimientos que se desataron furiosos en la grada con la remontada del Real Zaragoza contra el Villarreal B. «Se me pasaron muchas cosas por la cabeza. Diez años de sufrimiento… No fue ganar la Recopa, pero esa minúscula alegría significó como si hubiésemos sumado un título más», explica Alberto. «Mi reacción es inexplicable porque nace de muy dentro. Lo llevas en la sangre desde pequeño. Además soy de lágrima fácil. No tratéis de entenderlo, es una sentimiento y no me digas por qué. Lo quieres como un familiar, como si fuera un hijo, un padre, una madre. Hay veces que si el equipo no gana, no ceno por la mala leche que llevo. Me hace sufrir y vibrar. Y llorar, claro».
Minutos después, ya camino del vestuario, Cristian Álvarez, rompió también en sollozos fruto de la tensión acumulada. «Lo entiendo. Cuando hablo con los futbolistas, sobre todo con los que se han formado aquí, les digo ‘tú eres como yo. Tú estás jugando y yo estoy afuera. Somos iguales. Lo sentimos igual». Admira al portero argentino, pero adora a los canteranos, a quienes responsabiliza en gran parte de conseguir los tres puntos en este desplazamiento. «Es espectacular lo de los chicos. Me fastidia que hasta ahora no se haya contado tanto con la cantera. Si desde el primer año del descenso se hubiera adoptado esa política, estaríamos ya en Primera. Prefiero ver a los jugadores de la tierra aunque no tengan en teoría tanta calidad como otros. Cuando veo que la gente de mi casa le hecha esos bemoles, ese compromiso, me pone a cien», relata el seguidor.
Insiste en que el Real Zaragoza es «una religión»» que la ha hecho recorrer miles de kilómetros tras la estela del equipo desde aquella tarde del 25 de febrero de 1979, cuando Pichi Alonso marcó cinco goles del 8-1 al Espanyol, con Urruti en la portería periquita. «Fue mi primer partido. Me llevo mi padre. Aún recuerdo entrando al campo de su mano, asombrado, con la boca abierta». Con 12 años juró amor eterno al conjunto aragonés, y con 14 se hizo socio para serle fiel hasta el día de hoy. La primera Copa que levantó fue la del 86, contra el Barcelona. «Me marcó mucho ese trofeo. Luego, por supuesto, la Recopa»… Los tiempos han cambiado. «Lo sé, soy realista. Lo que es blanco no diré que es negro y ahora estamos en una época mala». En La Cerámica se quebró por el Real Zaragoza, porque sus venas de incondicional servidor no entienden de categorías y dejan correr «esta droga, esta adicción». Esas lágrimas que representan a una afición invencible.
Foto: Real Zaragoza / Tino Gil
Solo entiende
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Pues enhorabuena a ALBERTO RODRIGO, pero como el hay muchos ZARAGOCISTAS, en el corazón ❤️ que no salen en prensa ni nada, pero que están ahí, que sienten , sufren y disfrutan de su REAL ZARAGOZA . Son 11 años va a cumplir ya en esta segunda división consecutivamente, y siguen al pie del cañón, como si tal cosa y eso señoras y señores tiene su mérito, ENHORABUENA a TODOS y un placer muy grandes que haya muchos ZARAGOCISTAS así y es un orgullo para un club histórico como son han sido y será nuestro REAL ZARAGOZA, con una afición ejemplar y dando siempre el do de pecho a cualquier desplazamiento que vayan y eso es un ORGULLO para el ZARAGOCISMO .
En mi caso, que soy algo mayor que este seguidor Alberto, aun tuve la oportunidad de ver jugar fugazmente a Santos y Villa y luego a los Zaraguayos. Qué manera de disfrutar así como luego, con los equipos de Beenhakker, Antic, y la Recopa, ver luego los Milito…para llegar a lo que hace 11 años estamos malviviendo. Ser de este club es para sufridores.