El conjunto aragonés protagoniza otro partido de horror sin gol ante el colista (0-0) y suma un punto insuficiente para jugar con tranquilidad el resto de la Liga
El día que el Real Zaragoza consiga la permanencia de manera oficial, debería de plantearse que el siguiente fuera festivo en la ciudad, además de una nueva visita floral a la Virgen del Pilar para agradecerle los servicios prestados. Con la temporada que lleva y los partidos que está protagonizando, al final la salvación va camino de celebrarse como un título milagroso. Tenía que ganar en el Anxo Carro al penúltimo clasificado (ahora colista), un rival desahuciado, sin pegada y con el saco lleno de goles en contra, pero por tercera vez consecutiva, y van 16, se quedó sin marcar. La tuvo Giuliano en un maravilloso arrebato personal en el que se fue de cuatro defensores para disparar fuera con Whalley vencido. Las musas del argentino se quedaron sin pasaporte para el 2023. Lo pudo arreglar Pape Gueye a portería vacía, pero Larrrazabal, que había robado con rabia y decisión un balón en el área local, le envió una asistencia en un idioma imposible de traducir para el senegalés y para cualquiera, un pedrusco inalcanzable. Nada más produjo en ataque el equipo, o lo que sea, de Fran Escribá, que sigue en el runrún del descenso, con el rabillo del ojo pendiente de que los de abajo, a los que se ha unido el Oviedo, o los seis que lleva por arriba a tan sólo dos puntos de distancia se devoren entre sí.
A los 55 segundos, Bebé probó con una falta sólo apta para el caboverdiano. La pelota salió de sus pies como una mina antisubmarinos y cayó sobre el larguero de un estupefacto Whalley. A partir de ahí, el pánico se apoderó de dos contendientes sin nivel alguno para esta categoría. Escribá preparó un plan para minimizar al máximo al Lugo, con Grau como gran novedad en un centro del campo que desplazaba a Francho a la derecha e invitaba a Bermejo a flotar libre por los espacios de la fantasía. El invento se empastó de futbolistas desorientados, sin jerarquía ni capacidad de sorpresa, con Giuliano crucificado entre los centrales y Bebé de eterno mesías sin que el portugués pudiera hacer efectivo algún prodigio. No tiene más en ataque el técnico valenciano, sólo un par de zahorís que encuentren en sí mismos un golpe de inspiración. El resto forman un ejército sin galón imaginativo alguno que se protege bajo la sombra de Jair. El central volvió a ser una montaña inalcanzable para los tímidos intentos de escalada del Lugo. En la última jugada, Alberto Rodríguez se le escapó del radar y su cabezazo pudo provocar una tragedia, pero Cristian atajó el frentazo sin problemas en su principal y solitaria intervención importante de la tarde.
Este tipo de encuentros deberían estar prohibidos. No dignifican nada ni a nadie. El Real Zaragoza, además, lo afrontó como un niño en el tren de la bruja. El miedo y el pánico a partes iguales y su innata falta de calidad para tramar una pared o una triangulación se mezclaron con su tacaña verticalidad, sólo visible en algunos pasajes por la frescura de Luna y en una ocasión por un disparo de Nieto, quien estropeó su trabajo con dos abandonos imperdonables sobre Cuéllar que este culminó con disparos muy blandos. El pase de seguridad, la insoportable repetición de centros al pie en un juego estático irritable por falta de dinamismo y por las pérdidas de un Bermejo mortificante permitieron al Lugo maniobrar con comodidad, con mucho ímpetu y la suficiente capacidad de anticipación como para, por momentos, sentirse dueño de la finca. En caso de problemas, el equipo de Carrillo los resolvió con contantes balones largos a los que sólo acudieron con cierta estampa Sebas Moyano y el descarado Avilés.
El Real Zaragoza encadena su cuarta jornada sin sumar los tres puntos. Da igual el enemigo que tenga enfrente. Tampoco encontró portería en el Anxo Carro, algo que dejó de ser noticia hace tiempo. Y lo que parecía casi utópico, que empeorara su juego, lo hizo con arte. Así se queda, entre el murmullo del descenso, feliz porque perdiera la Ponferradina en su campo ante el Cartagena y el Málaga en casa ante el Racing y esperando que llegue o le regalen la salvación para proclamar que se ha cumplido con el objetivo de la transición. Lo de la dignidad que sugirió Escribá habrá que aparcarlo porque no está el tema como para ponerse íntegro.
CD Lugo: Whalley, Loureiro, Pantic, Rodríguez, López (Clavería, 77´), Torres, Gui (Zé Ricardo, 65´), El Hacen (Baena, 86´), Avilés (Cuéllar, 77´), Sebas y Barreiro (Scepovic, 65´).
Real Zaragoza: Cristian, Luna (Larra, 74´), Lluís López, Jair, Nieto, Jaume, Zapater, Francho (Vada, 74´), Bermejo (P. Gueye, 68´), Bebé y Giuliano (Puche, 83´).
Árbitro: González Francés. Amonestó a Luna (min. 47) por parte del Real Zaragoza; y a Gui (min. 35) y a Loureiro (min. 39) por parte del Lugo.
Con una desorganización de la Dirección en la que no hay planeamiento a corto plazo ni planes de crisis y con un Director General que deja como un mentiroso al Presidente del club, no es de extrañar que se esconda Sanllehí y que Jorge Mas se quede feliz con el liderato en la Liga MLS en la Conferencia Este.
Serpa felíz con las victorias de Millonarios que se ha asegurado unos ingresos de 2 millones de euros.
Oughourlian con el Racing de Lens en posiciones de competiciones europeas.
Así que todos a lo suyo y el equipo abandonado.
¿ para que se lleva a Pau Sanz y luego saca a Gueye? Está siguiendo las directrices del director general, pero por mucho que lo saque,no da más de sí. Muy conservador el entrenador ante un equipo desahuciado, sobraba Grau y delante Pau.
Nadie es hoy capaz de adivinar hasta dónde puede llegar la crisis deportiva del Zaragoza. A cada jornada de mal juego le sucede otra peor aún.
Y lo peligroso es que al campeonato le quedan bastantes jornadas para confiar en que es evitable el descenso porque hay cuatro peores. Seguro?
Uno de los peores Real Zaragoza de los últimos años. ¿Y van?’
Ya lo dijo Zapater, creo, el Zaragoza será lo que quieran sus aficionados. Si estos actúan como borregos que se creen todo lo que les dicen los directivos y entrenadores y no hacen algo gordo para que eso cambie, nada cambiará. Miren el valencia, todos contra su presidente y, aún así, nada cambia en ese equipo. Los dueños pasan de las aficiones, hacen sus negocios y punto. Y zaragoza es un campo virgen para los negocios sucios. ¡¡Ay , Ay, Alierta Alierta, cómo se la has metido a todos con esta venta tan extraña¡¡¡ Este club ya no levantará cabeza, ni será siquiera una sombra de lo que fue, y acabará en 2ªB, al tiempo.
El R. Zaragoza es un equipo, que como he dicho otras veces, pide a gritos «tierra» porque es prácticamente imposible, con la deuda que acumulaba, y todavía tiene, que permanezca tanto tiempo en la Segunda División. Super devaluado por esa situación y sin que nadie decente de la tierra se hiciera cargo del equipo, finalmente lo ha comprado un grupo de inversión que maneja múltiples negocios. Tomando como base que el fútbol además de un deporte es un negocio, los nuevos propietarios Pablo Jiménez de Parga y Amber Capital, éste último representado por Jean-Michel Oughourlian, y el director general Raúl Sanllehí no han dirigido con acierto lo concerniente al área deportiva, sin embargo si lo han hecho en el aspecto de la transformación del estadio de la Romareda, dónde si han puesto el máximo interés pero con una miopía exacerbada que les impide ver que sin resultamos deportivos que lancen al equipo hacia un ascenso de nada valdrá los planes que tienen para la Romareda. El R. Zaragoza necesitaba al principio de la pretemporada seis u ocho jugadores con categoría suficiente para luchar por los puestos de arriba, en cambio se contrataron jugadores de outlet que no han aportada nada positivo al equipo y el fracaso ha sido rotundo. Peor ha sido si cabe todavía las contrataciones de los jugadores de refuerzo en la ventana de invierno, haciendo mención especial al jugador Gueye que vino cedido del K.V. Oostende como la solución a los problemas de gol, cuando en su equipo anterior estaba sumido en el ostracismo. La sensación que transmite la nueva propiedad es de abandono absoluto.