A ciegas hacia la luz

Nadie sabe, ni la afición, ni el técnico, ni los propios jugadores qué Real Zaragoza nos espera hoy en Lugo (21.00). Es un extraño en la noche de esta temporada sombría, un equipo que se reencuentra cada jornada, que sigue el patrón elemental de sobrevivir defendiéndose porque está mutilado en ataque. Las estadísticas, ya de por sí poco fiables cuando se juega al límite, tampoco ofrecen confianza pese a que muestren a un Lugo precipitado hacia el descenso. Solo hay que fijarse en la forma que los futbolistas de JIM celebran cada victoria para entender que la luz está al final del túnel de cada encuentro, celebraciones dignas de un buscador de oro al hallar un pepita tras años de búsqueda… Por mucho que se incida en la alineación de uno u otro, de este o aquel sistema, de la fortaleza mental que exige esta situacion, los partidos se desarrollan entre interrogantes que solo se despejan al caer el telón.

Nunca la teoría estuvo tan lejos de la práctica en este Real Zaragoza que se explica sin gol, que con Juan Ignacio Martínez ofrece menos atrás y que, sin embargo, debe agradecerle a su portero, Cristian, cuatro de los últimos siete puntos. El entrenador apeló en el Anxo Carro a saber interpretar los partidos que se sucederán dentro del mismo partido. La explicación es sublime, ajustada al cien por cien a la realidad porque cuando dos equipos son incapaces de gobernar con estabilidad, se imponen las revueltas, la lucha por ganar un metro, las oportunidades por defecto. En ese estado del caos, de las incertidumbres y del miedo a perder, cualquiera puede reinar sin reino y cualquiera pude ver rodar su cabeza sin corona.

Vigaray e Igbekeme cuentan con opciones de regresar a la titularidad. Alegría será el elegido una vez más para la delantera invisible. Narváez no se moverá del carril izquierdo aunque esté a punto de reclamar ante los tribunales jugar en punta. Y Azón, a quien el técnico no entregará la titularidad hasta que este confirmada la permanencia, esperará su oportunidad como los maletillas en la dehesa: toreando un miura bajo la luna con el trapo de los minutos residuales cuando el marcador amenaza lo peor. Contra el Lugo hay que ganar aunque el empate, por mucho que JIM se ponga digno, se contempla con cierta simpatía, Hay otras cuestiones, al margen de quién entre o salga del once, que sí hay que atender. Por ejemplo que el Lugo, pese su espeluznante cadena de derrotas, es un equipo inclinado a ponerse por delante en los primeros minutos aunque luego termine desmoronándose. Como el Real Zaragoza no ha remontado en todo el curso este aspecto parece fundamental para que el partido no se le encabrite.

Una batalla, una final, un duelo a vida o muerte sin romanticismo alguno. Es un encuentro que se llevará, ante la falta de fútbol, el que se exprese con más carácter, con más agresividad, con la menor ansiedad posible. Un bello pulso de la fealdad con la hermosa recompensa de la salvación virtual para este Real Zaragoza a ciegas que, en caso de no vencer, volvería a obstruirse.

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