Escribá jugó un poco al gato y el ratón en la previa con el once de Tenerife. Era un pecado venial, una de esas concesiones que se toman los entrenadores seguros de sí mismos y sobre todo del equipo que les funciona. Los futbolistas que le han dado dos triunfos siguen al frente hoy de sus planes. Nada que reprocharle. Al contrario. El Real Zaragoza no pelea está tarde en el Heliodoro Rodríguez por una cuestión baladí. Quiere seguir líder pero sobre todo confirmar que su personalidad de afiliado competidor va para largo. Salen los mismos. Bienvenidos, al igual que los que esperan en un banquillo que hacen de este equipo uno y fuerte.
Si el Valladolid iba a medir algunos aspectos del conjunto aragonés, como su capacidad de releer un encuentro nada sencillo y darle su toque ganador cuando parecía dudar, el Tenerife, un rival que ya ha dejado huella de aspirar a asuntos importantes, le va a someter a otra prueba de altura: responder en el primer desplazamiento del curso al mismo nivel que abrigado por su gente, por un ejército que va acompañarle más que nunca, sin distancia física ni emocional.
Alineación del Tenerife
Un aficionado zaragocista en los aledaños del Heliodoro
