Francés y Azón se quedaron ayer en el banquillo. Dos sub 21 que en el Real Zaragoza no tuvieron puesto en su regreso, ni siquiera el central para actuar de lateral derecho, privilegio que Fran Escribá entregó a un Marcos Luna con poco rodaje en las piernas que acusó su larga inactividad fuera del equipo titular. Sin ellos, se pierde algo o bastante, y no sirve la excusa de haber estado lejos de la dinámica del equipo por su paso por la selección de Santi Denia. El defensa, con su estupendo estado de forma y más en la tesitura del viernes, tenía un lugar indiscutible en el once, y el delantero también, junto a Bakis o en lugar de un Bakis que nunca ha sido un matador, pero del que se esperaba que con seis jornadas disputadas hubiese estrenado ya su casillero goleador. La lesión de Nieto ha hecho daño, pero la de Francho duele aún más. Con todo el manojo de centrocampistas con que cuenta el técnico, nadie como él dinamiza el grupo para ofrecerle corredores verticales tras el robo del balón. Aguado le echó en falta en Cartagena y mucho más ante el Racing porque con Toni Moya no hace migas en un reparto de protagonismo que oscurece al zaragozano, sin duda más productivo y complementario con el altruismo y el sacrificio de Francho. El Real Zaragoza se ha empastado pese a los arrebatos de Valera, juega embutido, con esquemas que no aclaran cuál es el plan en concreto y futbolistas, caso de Mesa y Manu Vallejo, que no ajustan o no poseen las revoluciones necesarias para los momentos de cada partido. El liderato es una bendición bien ganada, pero los últimos dos encuentros han enviado un mensaje muy claro a Escribá: no canteranos, no party. A Nieto se le espera tarde por desgracia, y a Francho sería conveniente recuperarle cuanto antes. Con Francés y Azón no se puede jugar al escondite.