Algo ocurre cuando tus laterales reservas son los mejores

Andrés Borge y Quentin Lecoeuche, titulares por la lesiones de Nieto y Gámez, han sido los más destacados en los tres últimos partidos, lo que habla muy bien de ambos pero no tanto del Real Zaragoza como equipo con recursos ni de su entrenador para explotar los que tiene

Fueron reclutados como escuderos y en las tres últimas jornadas han sido los mejores futbolistas de este Real Zaragoza desligado por completo de la victoria por mucho que la buscara con más corazón salvaje que olfato en su reciente compromiso frente al Real Oviedo. Andrés Borge tenía por delante a Fran Gámez y a Marcos Luna y Quentin Lecoeuche a un Carlos Nieto en un estupendo estado de forma. Las lesiones de los actores principales les han concedido la titularidad, un privilegio que están aprovechando mejor que nadie en esta etapa tenebrosa de la competición. El canterano, que ha adelantado a Luna en las preferencias de Fran Escribá, ha completado cinco partidos con un rendimiento notable, de futbolista maduro, sencillo en la complejidad, pragmático y con personalidad con el balón en los pies. El francés ha hecho de su carril un lugar seguro y una de las principales vías para desatacar los constantes problemas del equipo para hallar una puerta de salida. Según la opinión especializada y la pública, han sido lo más potable del conjunto aragonés, lo que dice mucho y bueno de ambos pero no tanto de un grupo al que se le suponían más recursos en su original papel de aspirante al ascenso que cuando no comete formidables fallos en defensa o en la conservación de las ventajas, desperdicia 19 disparos a puerta como sucedió este lunes en La Romareda.

Borge y Lecoeuche van a lo suyo y van bien. Y van a más en paralelo a un Real Zaragoza que cada vez se reduce más a la buena voluntad, con momentos que dan alas a la ilusión y detalles de gruesa vulgaridad. Ante el Burgos, el primero entregó un balón de oro a Sergi Enrich y el zurdo, además de sembrar el área con un surtido variado de centros, casi marca aunque su intención fuera la de pasar con una pelota que un espléndido Leo Román palmeó para alejarla de la escuadra. Sus actuaciones destacan por regulares y constantes, todo lo contrario que la mayoría del resto de sus compañeros, quienes combinan comportamientos lúcidos con largos pasajes entre las sombras de los partidos. Mientras continúa el debate y os ataques de pánico en la portería, cada vez más centrado en que como Cristian ninguno y los riesgos que se están corriendo con su ausencia, se ha producido un eclipse total desde la remontada del Eibar. Francés, que no estuvo contra los armeros, es de los pocos que muestran un nivel aceptable, porque el impasible y consistente Jair ha bajado prestaciones, sobre todo cuando los adversarios le invitan a que se el generador de juego desde atrás.

Lo de Aguado y Azón es de preocupar. Dos piezas que deberían ser claves en el tablero de Escribá han menguado en funciones tan valiosas como son la dirección y la finalización. El centrocampista, convertido en un esforzado de la ruta en lugar de obligada referencia motora, no se entendía con Moya y ahora tampoco con el parsimonioso Grau, y el entrenador no duda en retirarle del campo, por lo general para incidir en el caos. El delantero, con el desdichado Bakis o sin él, sigue partiéndose el alma cuando no se la rasgan los tacos de sus perseguidores, pero su tenacidad y compromiso no compensan su negación ya no sólo frente a la portería, sino en situaciones de ataque en las que se colapsa mientras piensa qué hacer. Mesa, otro con máxima responsabilidad, deja que su talento gotee muy de vez en cuando, y Valera ha terminado por tomarse el asunto por su cuenta con galopadas excesivas que contienen más aceleración que frescura en el desborde. Los otros dos cedidos, Mollejo y Manu Vallejo, no son fijos para el técnico. Aportan pinceladas, una de furia y el otro con adornos, sin terminar de hacerse un hueco en el corazón del equipo.

Aunque el Burgos se le pudo ganar por ocasiones, una vez más se detectó que hay graves problemas de fondo y de forma que vienen de atrás y que amenazan con enquistarse. Algo ocurre cuando tus laterales reservas son los mejores un día sí y otro también. Y las miradas, inevitablemente, ya sólo buscan a Escribá y su dificultad para explotar a un Real Zaragoza que sin ser la bomba sí dispone de argumentos para negociar con más destreza una plantilla que debe dar más juego.

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