Con el Huesca en el papel de verdugo, Escribá se juega el puesto, Sanllehí y Cordero el proyecto y los futbolistas la última oportunidad de demostrar que la crisis no tiene que ver con una plantilla sobrevalorada
Fran Escribá fue incapaz de transmitir a su equipo la suficiente motivación como para llevarse la eliminatoria contra un Tercera RFEF, el Atzeneta. La Copa suele reservarse sorpresas de este calado, pero el Real Zaragoza, en caída libre en la Liga, no podía permitírsela bajo ningún concepto. Y lo hizo mucho antes de que Poussin guillotinara por completo el poco crédito que le quedaba, al saltar al campo sin tensión alguna, con una atonía competitiva intolerable fruto de unos jugadores sin alma y de un técnico sin espíritu. La suma de esas laxitudes descubrieron a un entrenador que una situación límite se dejó el carácter en el congelador. Esa derrota tendría que haber significado su fin en el banquillo, pero Juan Carlos Cordero y Raúl Sanllehí le habían dado de margen el partido ante el Huesca y lo han cumplido: este sábado (18.30) dirigirá al conjunto aragonés con la victoria como inexcusable pasaporte para su continuidad. Si, como repite Escribá, su futuro va más allá de esta frontera incluso con otro mal resultado en La Romareda, entonces el director general y el director deportivo compartirían una situación cómplice que podría dinamitar el proyecto de luchar por un lugar cada vez más remoto en las alturas de la clasificación. Con el Huesca en el papel de verdugo, este partido es un ultimátum para todos.
Los futbolistas también se la juegan. Aquí nadie se va de rositas. Mientras la afición, reclamada una vez más como complemento energético para vencer a los oscenses y salir de este túnel carnívoro, conserva como puede la paciencia, ninguno de ellos escapa a la reflexión ya muy extendida entre la hinchada de que quizás se haya sobrevalorado la plantilla. De las once incorporaciones de Cordero, Quentin Lecoeuche está resultando la única rentable, con Mollejo de eventual revulsivo. Mesa, Valera y Aguado dejaron un sello muy positivo en sus primeras apariciones, pero se han desinflado. Mouriño, Manu Vallejo, Toni Moya están muy lejos del protagonismo que les correspondía y qué decir de Bakis, Poussin y Sergi Enrich… Pese a que se haya podido aumentar el peso de alguno de los fichajes, que casi todos coincidan en sus peores versiones invita a pensar que la gestión del cuerpo técnico dista mucho de la ideal. Escribá achaca a las circunstancias, las lesiones, los errores individuales e incluso algunas decisiones arbitrales esta racha negativa. Son excusas de mal perdedor, de alguien que se siente partícipe del fracaso por motivos ajenos a sus competencias. Ni siquiera el ridículo de la Copa, que le pertenece en un elevado porcentaje, ha erosionado su fe en que él es el mejor argumento para regresar al triunfo y al objetivo del ascenso. La prórroga que le han concedido Sanllehí y Cordero carece de sentido alguno, pero si se logran los tres puntos frente al Huesca, se ampliaría la confianza. Eso sí, insana.
La maquinaria de propaganda del club ya ha activado el clásico «Zaragoza nunca se rinde» en lugar del «Moverse, maños moverse». El cambio de himno denota el giro en nada subliminal hacia una tesitura muy delicada que en nada sugiere la fiesta y sí la necesidad de crear la mejor atmósfera posible en un estadio que podría incendiarse contra el rival más antipático posible. En principio se espera que el respetable muestre su enfado por del Atzeneta, pero no se pone en duda de que la grada rendirá todo su apoyo al equipo. Siempre y cuando dé motivos para ello con una actitud al menos profesional, no como ocurrió en Ontinyent. Los números y las tendencias castigan al Real Zaragoza y animan al Huesca para huir de la zona de descenso. Ninguno de los dos tiene gol y el equipo de Antonio Hidalgo es el segundo más firme en defensa cuando ejerce de visitante, por lo que el encuentro derivará a una espera paciente de los acontecimientos, por otra parte algo ya muy común en las tácticas de Escribá. El conjunto blanquillo pierde por sanción a Mollejo y por compromiso internacional a Francés. El once que proponga en este pulso regional, al que volverá Rebollo, es casi lo de menos. Lo que importa es que quien salga de inicio imprima una personalidad ganadora, si es que Escribá, en la que podría ser su última bala, es capaz no ya de que juegue un fútbol convincente, sino que lo haga con sangre en lugar de escarcha en las venas.
La lista de convocados por Fran Escribá para el #RealZaragozaHuesca
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— Real Zaragoza (@RealZaragoza) November 18, 2023