El conjunto aragonés sólo logra empatar con un gol de Manu Vallejo ante un Espanyol con diez casi toda la segunda parte en otro encuentro tácticamente intachable (1-1)
Julio Velázquez ha recuperado la mejor versión de todos los futbolistas escarbando en sus virtudes y poniéndolas al servicio de la comunidad. El Real Zaragoza no pudo o no supo ganar al Espanyol, con diez desde el minuto 56 por expulsión de Calero, dos después de que Edu Expósito adelantara los catalanes, porque al reclutamiento de fuerzas y esfuerzos le falta armamento ofensivo. Le dio para igualar con un tanto de Manu Vallejo en el primer balón que contactaba tras salir desde el banquillo, y tuvo la victoria en un doble remate de otros que venían también de la reserva: Sergi Enrich cabeceó al palo y Bermejo encontró una mano de Pacheco a su lanzamiento mordido. En esos momentos de acoso en busca del triunfo, el técnico había agitado la coctelera con valentía, desmontando el blindaje del 1-5-3-2 para dejar atrás tan sólo a Gámez, Mouriño y Francés y a Francho de falso lateral izquierdo. Donde antes fue fuerte y prudente emergió, motivado por la inferioridad del rival y un marcador negativo, un Real Zaragoza voraz, distinto por el dibujo pero de idéntico espíritu competitivo. Velázquez ha logrado que por las venas de sus jugadores corra de nuevo ambición y capacidad de reacción gracias a su intachable trabajo estratégico, el mismo que evaporó al Leganés y que exprimió sudor frío al Espanyol en igualdad de condiciones y cuando los periquitos se quedaron con uno menos.
Después de dos jornadas de extrema dureza, se puede afirmar que este equipo es otro. También que su crecimiento estará muy condicionado a la precariedad atacante, dependiente de una segunda línea que ya había tenido que acudir antes al rescate frente a la poca puntería de los delanteros habituales que habitan ahora la enfermería. Si el fútbol se resolviera a los puntos, el Real Zaragoza habría salido ganador de Cornella-El Prat, donde llevó el encuentro a ese embalse en el que almacena caimanes muy bien situados para lanzar dentelladas a todo lo que flote. Mouriño, Jair y Francés deshuesaron a dos de los mejores pistoleros del campeonato, Puado y Braithwaite, enjaulados sin opción a réplica. El Espanyol los perdió de vista y tampoco halló soluciones para detener a Gámez y mucho menos a Valera, con Óscar Gil haciendo descarrilar por lo civil o lo criminal a la locomotora murciana. Calero, ya en la segunda parte, sacó directamente la cosechadora y vio la roja de igual forma que podría haber acabado en el cuartelillo en caso de denuncia del extremo. En el centro del campo, Velázquez ha dado otro papel a Francho, menos profundo y más ingrato, con una escoba que lo barre todo con tiempo para un marcaje individual aniquilador sobre Álvaro Aguado.
Sin una ocasión que recordar en la primera parte para ninguno de los dos conjuntos, Ramis recurrió a la profundidad de su armario con Pere Milla, Omar y Pol Lozano. El Espanyol se hizo mas largo y en su primera conexión se puso por delante, una internada de Brian Oliván promocionada por una larga conducción de Puado que el zurdo puso sobre la frente de Edu Expósito. El martillazo del mediocentro, acompañado de un desajuste en los marcajes, hizo temer lo peor. Pero Valera cambió el ritmo y Calero, con su expulsión, transportó el encuentro a otra dimensión perfectamente interpretada por Velázquez. Hubo una entretenida partida de ajedrez entre los técnicos, con el entrenador salmantino moviendo todo el tablero en busca del triunfo. Mesa y Jair dejaron sus lugares a Sergi Enrich y Bermejo, con lo que el Real Zaragoza pasó a defensa de tres con las ayudas puntuales de un Francho sin ninguna atadura cuyo cuentakilometros aún debe estar echando humo. Mouriño, más uruguayo que nunca, y la impotente versatilidad de Francés eran suficiente escudo, permitiendo que Gámez continuará percutiendo por la derecha para asistir en el empate a Manu Vallejo, sustituto de un Mollejo participativo e inteligente en su función de pivote solitario.
El Real Zaragoza asustó a Pachecho y amenazó con más entusiasmo que peligro real. Era dueño del campo, del balón y del encuentro, muy bien apadrinado por Moya, quien otra vez mostró las cualidades que se le suponían para darle al fútbol carácter constructivo y vertical. Pero en el tremendo impulso como bloque homogéneo y lidiador que ha tomado desde la llegada del nuevo entrenador, acusó el defecto que arrastra desde hace temporadas y que será difícil que recupere antes del regreso de Azón y de Bakis, a la espera de que ambos hayan afinado sus olfatos en la finalización. El empate supo a mucho por la certificación del restablecimiento de la plantilla a la altura que le corresponde y a poco porque después de haber elegido devorar el menú de un partido al que llegaba de segundo plato, se quedó sin el postre de la victoria.
Espanyol: Pacheco; Óscar Gil (El Hilali, min.46), Calero, Cabrera, Brian Oliván; Edu Expósito (Sergi Gómez, min.62), Aguado (Bare, min.62), Gragera (Pol Lozano, min.46), Jofre Carreras (Milla, min.46); Braithwaite y Puado.
Real Zaragoza: Dani Rebollo; Fran Gámez, Mouriño, Jair (Sergi Enrich, min.69), Francés; Toni Moya, Marc Aguado (Jaume, min.87), Franco; Valera, Maikel Mesa (Bermejo, min.69) y Mollejo (Vallejo, min.72).
Goles: 1-0, min.54: Edu Expósito; 1-1, min.73: Vallejo.
Árbitro: Arcediano Monescillo (comité castellano-manchego). Expulsó con roja directa a Calero (min.57). Amonestó a Óscar Gil (min.27), Pol Lozano (min.52), Jair (min.61), Marc Aguado (min.86) y Toni Moya (min.96).
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— Real Zaragoza 🦁 (@RealZaragoza) December 8, 2023
Al menos ahora están luchando hasta el último minuto
Definitivamente es otro equipo.
Se ve ambición, pelea, están mucho mejor posicionados y tienen un mejor manejo de balón. El problema es que estamos desdentados en ataque, a poco que hubiéramos tenido un colmillo nos hubiéramos merendado al Español.
Hubo fases en el partido en los que se jugó muy bien al futbol.
Esto empieza a prometer…