El Real Zaragoza de Julio Velázquez, con la lección aprendida de que debe respetar al enemigo pero con el hacha de guerra bien visible, juega en Lezama resuelto a sumar tres puntos que confirmen su reacción a todos los niveles
No hay una nexo de unión entre el Atzeneta y el Amorebieta salvo el Real Zaragoza, eliminado de la Copa por equipo valenciano para enésimo bochorno de este club en el torneo y en el asolador tránsito por Segunda y rival este domingo del conjunto vasco en Liga (18.30). Sin embargo, sí existe un vínculo en apariencia intangible y peligroso: la trampa de considerar la teórica inferioridad del adversario como magnífico punto de partida, o la otra cara de la moneda, la prudencia mojigata en espera de que el encuentro caiga a favor por el peso de la diferencia de categoría. Fran Escribá preparó aquel encuentro en Ontinyent sumergido en una pésima racha de resultados, con el discurso muy desgastado y un vestuario si no incendiado sí a la brasa. Ni el entrenador conectó con el vestuario ni los futbolistas activaron sus propios resortes profesionales para establecer en el marcador las distancias que figuran en las nóminas.
El Amore, aunque penúltimo y con nuevo técnico para esta cita para intentar remediar sus males, Jandro Castro en su primera experiencia en el fútbol profesional en lugar de Haritz Mujika, está también en Segunda. Al contrario que Escribá en aquel accidente provocado por piloto y pasajeros, Julio Velázquez ya se ha encargado de transmitir a sus «muchachos» de lo que no hizo su colega y es uno de los principios básicos cuando te enfrentas a un adversario en teoría por debajo de tu rango: igualar o elevar la intensidad del contrario para después, si es posible, confirmarlo en el juego de salón. El entrenador salmantino ya ha aplicado esa ley en los dos compromisos de alta exigencia contra Leganés y Espanyol y quiere que las descargas de energía y ambición sean idénticas en Lezama.
Este Real Zaragoza viene fuerte tras superar un desmayo competitivo que lo tuvo despeñándose por la ladera del campeonato. Con los cinco defensas como base táctica, plan al que Velázquez dará continuidad por tercera jornada consecutiva y posiblemente con los mismos protagonistas, ha sumado cuatro puntos de seis frente al líder y los periquitos, dejando casi en blanco a dos de los ataques más poderosos, cerrando filas entorno a Rebollo y dotando al grupo de una corteza muy gruesa, de equipo que lima toda intención constructiva en una presión alta para, lo más rápido posible, exprimir su escaso jugo ofensivo en una acción que le ofrezca su trabajo de demolición y la impotencia del contrincante. El conjunto vizcaíno es todo lo contrario que Leganés y Espanyol, una tribu con menos fundamentos técnicos pero con un espíritu de combate encomiable, sobre todo en su estadio prestado, donde es el segundo menos goleado del torneo como local después del Tenerife.
El reto ya está sobre le mesa: un equipo que no encaja ante su afición y otro que lo hace aún a cuentagotas en todas partes, antes con delanteros y ahora con la receta atacante de Mesa y Mollejo. Ponerse exquisito en este partido sin antes no haberse dejado alma y corazón es lo que pretende y debe evitar el Real Zaragoza, que pese a su notable mejoría individual y colectiva tiene aún asignaturas pendientes. Los tres puntos son innegociables no sólo para subrayar el salto deportivo y anímico tras el relevo en el banquillo, sino como primer paso para añadir tres más ante el Levante y acabar con 32 puntos la primera vuelta, la media aproximada que pide la última plaza de promoción. Con el Atzeneta muy presente en el recuerdo (o, si se quiere, el Mirandés o el Alcorcón), el Real Zaragoza de Velázquez parece haber asimilado que en Segunda casi todo pasa por respetar al enemigo pero con el hacha de guerra bien visible. Por eso esta vez sí asoma como favorito, sin tregua consigo mismo porque no puede permitírselo.
La lista de convocados por Julio Velázquez para el #AmorebietaRealZaragoza
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— Real Zaragoza (@RealZaragoza) December 16, 2023