El Real Zaragoza adelanta sus regalos de Navidad

El conjunto aragonés, que dominaba en la primera parte gracias a dos bellísimos goles de Mollejo y Mesa, se deja empatar en la segunda a la contra y tras un córner y acaba la primera vuelta ungido por su falta de fiabilidad

Dos bellísimos testarazos heredados en su elaboración y ejecución del fútbol ya extinguido de los extremos y los arietes no fueron suficiente para que el Real Zaragoza ganara al Levante, que hizo lo justo pero en el momento oportuno para ratificar la falta de fiabilidad de un conjunto aragonés que baja la persiana de la primera vuelta demasiado lejos de sus pretensiones ambiciosas. Con 28 puntos, necesitaría cerca de 36 más en la segunda ronda para aspirar a la sexta plaza. Desde otra perspectiva: debería ganar 12 encuentros, un reto mayúsculo sobre todo cuando han volado 18 puntos de La Romareda. Tuvo muy cerca irse al largo paréntesis de las fiestas con bastante menos exigencias, pero con el 2-0 que había conseguido en los minutos 42 y 46, un par de obras de arte de su sociedad ofensiva y de los asistentes, Francho y Gámez, adelantó los regalos navideños con un par de graves desatenciones defensivas. En un saque de esquina a favor, el rechace lo enganchó Fabricio después de medir muy mal Gámez la intercepción y el brasileño recorrió medio planeta para batir a Rebollo y lesionarse muscularmente, penitencia que también sufrió su perseguidor, Valera. En un córner, Brugué, con 1,74 de estatura, se anticipó al 1,90 de Jair, cada jornada más menguado, e igualó el partido.

La ventaja que tenía ante un rival fino aunque esponjoso y con la exhibición de Mouriño le daba de sobra que haber fijado el triunfo que volvió a perseguir después del empate con una doble oportunidad de Bermejo que Andrés Fernández atajó en un doble intervención. El Real Zaragoza, sin embargo, no es un equipo que conjugue su valentía y decisión con inteligencia individual y colectiva. Cuando una victoria se trabaja y se adorna de esa forma, contra un adversario muy condicionado por las bajas de sus centrales titulares, Vezo y Postigo, tirarla a la basura retrata muchas deficiencias. Sobre todo la capacidad de administrar un marcador tan agradecido cuando el Levante apenas había hecho ruido en ataque. Pudo ser pero y por el Municipal sobrevoló el fantasma del Eibar, que llegó a remontar en parecidas circunstancias. El conjunto de Javier Calleja prefirió dar un paso atrás para conservar el botín y cedió el campo y la pelota al Real Zaragoza, reconstruido con las entradas de Aguado y Sergi Enrich y la caída a la izquierda de un espectacular Mollejo. Salvo la ocasión de Bermejo, el resto fueron fuegos artificiales, también con la puesta en escena de Manu Vallejo en busca del triunfo.

El conjunto aragonés sólo ha sumado un triunfo en sus últimos ocho encuentros en casa, frente al Leganés con un tanto de Mesa. El canario y Mollejo, en su papel de atacantes ocasionales, activaron dos cabezas nucleares lanzadas por los majestuosos centros de Francho y Gámez. La Romareda se iluminó de fiesta con esas dianas de formato sesentero. Todo estaba escrito, o eso parecía, con Mouriño multiplicándose para deshuesar delanteros con el tren de mercancías que conduce. El uruguayo, además, saltó líneas con una poderosa zancada que nutrió a Gámez y desajustó al Levante, demostrando que es un central con una enorme proyección. Por contra, mientras Francés mantuvo su línea pulcra y agresiva, Jair constantó que está a años luz de su mejor versión. En gran parte, el Levante filtró su reacción por la inseguridad del portugués.

Con el mismo sistema y Aguado en el banquillo como consecuencia de un proceso febril que había pasado al principio de la semana, Velázquez eligió a Grau como inicio del rombo. El centrocampista cometió varias imprecisiones que justifican su suplencia, y sólo el trabajo de Toni Moya y Francho evitó que su participación causara mayores problemas. El Real Zaragoza se elevó hasta donde pudo de ese par de lagunas individuales en las figuras de Jair y Grau, a los que se podría añadir un Rebollo que causa sudores fríos con el pie y que a los goles que recibe asiste como una figura de cera. Cada balón con peligro al área, la hinchada pone velas para el regreso de Cristian. La afición y el propio entrenador, que desde su estreno sólo ha sumado 6 puntos de 15 posibles y que tendrá que reunirse con Juan Carlos Cordero para que le consiga algunos futbolistas que cuando se vean con dos goles por delante, sepan que son ganadores bajo cualquier circunstancia. El Levante se acercó un par de veces al arbolito y se encontró con dos regalos bajo las ramas. Así no se sube ayer, como dice el bueno de Jorge Mas, ni hoy ni mañana. Ni nunca.

Real Zaragoza 2: Rebollo;; Fran Gámez, Francés, Jair (Manu Vallejo 83′), Mouriño; Grau (Aguado 72′), Francho (Lluís López 83′), Toni Moya, Maikel Mesa (Enrich 72′), Valera (Bermejo 65′) y Mollejo;

Levante U.D2: Andrés Fernández, Capa, Algobia, Álex Muñoz, Álex Valle, Carlos Álvarez, Sergio Lozano (Cantero 57′), Oriol Rey, Pablo Martínez, Dani Gómez (Bouldini 57′) y Fabrício;

Árbitro: Moreno Aragón, del colegio madrileño. Mostró tarjeta amarilla a Carlos Álvarez por el Levante y a Toni Moya y Mouriño por el Real Zaragoza

Goles: 1 – 0 Mollejo, minuto 42. 2 – 0, Maikel Mesa, minuto 45+1, 2 – 1 Fabricio, minuto 62, 2 – 2 Brugué, minuto 69.

Incidencias: Partido correspondiente a la vigesimoprimera jornada, disputado en La Romareda ante la presencia de 20.520 espectadores.

«Estoy muy muy enfadado»

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