El Real Zaragoza gana poco y ha empatado con tres recién ascendidos cuando el calendario invitaba a una reacción, mientras su entrenador, con un discurso azucarado, destaca el extraordinario vestuario que maneja y enfatiza en lo positivo de los peores días del equipo
Julio Velázquez está encantado con su vestuario. Son unos chicos fantásticos, comprometidos, que trabajan como nadie. Se siente orgulloso de dirigir una de las mejores plantillas de su vida y su enfoque hacia el positivismo derrochando mensajes guays aun en los peores días, antes y después de cada jornada. Desde que tomó el relevo de Fran Escribá, el conjunto aragonés ha ganado dos encuentros (Leganés y Andorra) y sólo ha perdido un partido, en Albacete. Con el técnico salmantino al timón, la media de puntos, 1,38 en ocho encuentros, es la misma que con su antecesor en 16. Los empates y su incapacidad para vencer le están matando en sus aspiraciones cada día más remotas por no decir utópicas de alcanzar la promoción. Le han hecho especialmente daño tres de las cuatro últimas igualadas frente a rivales recién ascendidos este año, el último este sábado en Santo Domingo. El Alcorcón, sin grandes opulencias futbolísticas pero con una ruta bien señalada por Nafti, fue mejor y estuvo un poco más cerca de la victoria. Antes había protagonizado una lamentable actuación en Elda y en Lezama frente al Amorebieta. En todo estos casos, Velázquez emitió una opinión crítica, pero con una gruesa capa de azúcar para elogiar los supuestos méritos e indicar que el triunfo estuvo más cerca de los suyos.
El calendario de 2024 había ofrecido una segunda oportunidad al Real Zaragoza para coger la ola buena del campeonato. Sólo ha podido con el Andorra, en gran parte porque Francho se le metió entre ceja y ceja y porque, eso sí hay que reconocérselo, con los tres centrales y el crecimiento de Mouriño junto a la acertada elección de Badía para sanar las sangrantes heridas de la portería sin Cristian, cuesta bastante hacerle un gol. Sin embargo no ha resuelto los problemas en el otro área, donde los delanteros languidecen sin puntería y sin un pase más o menos decente que no sea de Gámez. Hay una cuestión también fundamental en este estacnamiento. y es la escasa valentía que Velázquez imprime a sus chicos, como gusta llamarles. Contra el Leganés y en la segunda parte con el Espanyol corrió sangre por las venas del equipo, pero el resto de los partidos se han proyectado desde la expectativa, ofreciendo la iniciativa al adversario y con mínima sustancia en la medular. En Santo Domingo la infamia fue de órdago, una amenaza para la salud pública. Más si cabe en esa fe ciega en Grau, Enrich, el trivial Manu Vallejo o Bermejo como relevos tan habituales como inoperantes. Y los chicos, los de la cantera, de turismo pagado por España. El entrenador, no obstante, puso sobre la mesa la botella medio llena y aseguró que su equipo había estado más cerca de los tres puntos.
Todo es fantástico en los mundos de Velázquez, un universo que, pese al cambio de dibujo, no es tan diferente al de Escribá. La conclusión, en este contexto, parece clara: el Real Zaragoza se comporta como un conjunto pequeño, creando problemas a los rivales de mayor rango y atragantándose con los de inferior presupuesto. El 0-2 del Alcorcón, el 0-1 del Mirandés, el 0-2 del Huesca, el 1-0 de Albacete, el 1-0 en Ferrol ante otro que estrenaban categoría… El mercado de invierno que se cierra este jueves se contempla con ojos tiernos a la espera de que Juan Carlos Cordero traiga alguna joya que cambie el rumbo. El director deportivo fracasó en la reconstrucción de la plantilla para aspirar a entrar entre los mejores y ahora apura para maquillar el descalabro. Quien venga puede que ayude, pero será complicado que resulte tan determinante como para liderar una revolución en el fondo y las formas. Hacen falta muchos jugadores con talento, pero sobre todo con personalidad, y lograr reunir ambas virtudes no es barato ni sencillo en una venta con ofertas a la baja por muy atractivas que resulten sobre el papel. Además queda por resolver si Velázquez está preparado para gestionar un ‘nuevo’ equipo. Con el actual, siempre hay alabanzas para los futbolistas aunque no ganen a nadie. Menudo pastelón.
Lo de ayer en Alcorcon resumen los defectos estructurales que persiguen a este equipo. Falta de un esquema de juego definido, siempre se juega en función de cómo juega el rival. Lentitud en la circulación del balón, que hace que cualquiera de nuestros jugadores se vea cercado por tres rivales. Salvo Francho casi nadie es capaz de conducir con velocidad y rompiendo líneas contrarias. Abuso del juego aéreo y el pase largo obligados por la gran separación entre líneas. Somos excesivamente previsible por el esquema muy rígido en ataque casi siempre llevado por los laterales y a sábados e centros al área que siempre despeja la defensa contraria. Escasamente se dispara desde fuera del area. Abuso del pase horizontal en la defensa que facilita la presión arriba del rival.
Y más y más cosas que no se corrigen seguramente porque para eso sería necesarios otro tipo de jugadores. Lo de Alcorcon y Elda en estos dos casos en especial, no tienen pase. Literalmente están ejecutando un fútbol impropio de profesionales.
Totalmente de acuerdo, los entrenadores, los jugadores, los presidentes, los directivos deportivos van y vienen lo que permanece es el León Rampante y la afición fiel en cualquier circunstancia, ser del Real Zaragoza es una manera de ser y de vivir nada ni nadie nos quitará la ilusión, y menos advenedizos a los que la Basílica del fútbol «La Romareda» les viene grande, Aúpa la Ciudad Deportiva, por cierto que debería llamarse Jose Angel Zalba, y Aúpa Real Zaragoza.
Quería decir :… centros al área que siempre despeja la defensa…
Puedo entender que si Velázquez, de cara a la prensa, lanza este tipo de mensajes, sea como motivación/protección de los jugadores. Ahora, si entrenando (que no lo vemos), es así igualmente, mal futuro. Y los que saben más que yo, dicen «que se juega como se entrena».