El conjunto aragonés pierde, pese al tanto del empate de Francés y las paradas de Badía, contra un Cartagena con diez desde el minuto 44 que soportó un masivo acoso sin gol y marcó el de la victoria cerca del final (1-2)
Después de dos meses de sembrando tres victorias y un empate en La Romareda, el Real Zaragoza cavó dos tumbas bien profundas en su campo: la de verse superado contra un Cartagena con diez desde el minuto 44 por expulsión de Jairo y la de su mínima credibilidad como equipo capacitado para aspirar algo más que un tránsito insípido por la categoría. Redactó su esquela con muy buena letra en la primera parte, donde el Efesé marcó en su única llegada con un cabezazo de Darío Poveda –y ya son cuatro consecutivos de ese estilo que acaban en la red– y la publicó dejándose ganar en superioridad al filo del 90 con disparo de Fontán, un minuto después de que Badía evitara el tanto de Arnau Ortiz. El cataclismo fue de los que abren todos los noticieros del planeta deportivo, un auténtico desastre coral de la línea defensiva y sus tres centrales y después del acoso desordenado, en masa, histérico e infantil que ordenó Julio Velázquez en ataque para que fuera Francés, un central, el único capaz de embocar el balón en la portería de un excelente Lizoain. Falleció en este encuentro la leyenda de los cinco defensas y resucitó por enésima ocasión la imperecia ejecutora de un Real Zaragoza que acabó con Bakis, Enrich, Manu Vallejo y Mesa metidos en la batida para cazar los centros a la olla de Valera por la derecha y Mollejo por la izquierda. Una comedia de bajo presupuesto y pésimo guión estratégico, muy inferior a la de Calero, quien con su curtido ejército jugo a lo que quiso y como quiso.
Velázquez ha ido parcheando los fracasos en los dos mercados de Cordero hasta que le ha sido imposible disimular por más tiempo. Tampoco el entrenador ha logrado mejorar esa herencia del director deportivo y de una secuencia de lesiones que han condicionado este nuevo proyecto que pretendía competir y que lo ha hecho sólo en contadas ocasiones, por lo general refugiándose ante el crudo temporal de sus limitaciones de mediocampo hacia arriba. El entrenador recauchutó a un conjunto que se despeñaba en la clasificación y le dio alas de ave de rapiña para sobrevolar los errores del rival y alimentarse de ellos. No había ese vuelo bajo y oportunista carecía de demasiado futuro, al menos para aproximarse a la cumbre de la tabla, pero maquilló, hasta la noche de este viernes, la evidencia de que la plantilla se ha construido sin un andamiaje de personalidad de constancia vencedora. Los puntitos fueron celebrados como victorias, y las aceptables actuaciones asomaban en su mayor parte contra enemigos sin alarma de seguridad atrás.
Ese castillo de naipes se le ha llevado por delante el Cartagena, un excolista que venía como el mejor del 2024, fuera ya de la zona de descenso. Como en Ipurua, el gol del conjunto de Julián Calero se fabricó por la derecha y con el reloj dando sus primeros pasos. Perdió la posición Mollejo, salieron a por uvas Francés y Lluís López y el centro de Iván Calero lo ganó con un poderoso frentazo Darío Poveda por delante de Mouriño. Los tres centrales han firmado su defunción a no ser que Velázquez insista en ese libro de autor donde en realidad sólo hay una página. El tanto hizo que el Efesé diera el sentido que pretendía desde el principio a dos líneas de nueve jugadores ocupando el centro del campo y la entrada a la finca de Lizoain, El Real Zaragoza no sabe cómo desmontar estas propuestas que le conceden el balón para que se paralice con él, para que se repita en una circulación paralela a la nada, de nula capacidad estática y sin más dinamismo que los arrebatos personales. Los errores no forzados, las urgencias por colgar balones sin más destinatario que las prisas por hacerlo, dibujaron un partido que se le hizo imposible de descifrar. Un codazo de Jairo a Mouriño en el minuto 44 cuando ambos peleaban por la posición dejó al Cartagena con diez y el camino abierto a la remontada con toda la segunda parte por delante.
Bakis y Valera entraron por Mouriño y Azón y Mollejo pasó a la zona de ariete. Así llegaron las mejores ocasiones, con el adversario achicando aguas a duras penas. Mollejo tuvo dos de cabeza y una de ellas la sacó una mano prodigiosa de Lizoain, quien también evitó el gol de Mesa con otro guante milagroso y el de Bakis con una atajada. La ansiedad relevó a la paciencia y Velázquez también se dejó llevar. Enrich entró por un decepcionante Zedadka y Manu Vallejo por Francho. Ningún delantero ni sucedáneo fue capaz traducir el aplastamiento físico en un gol hasta que Francés luchó un córner por alto para recoger el mal despeje de Lizoain y establecer la igualada. La fe del central, que acudió en dos ocasiones al remate, parecía que podría guiar a sus compañeros hacia la primera remontada del curso. Pero Calero, que había sacado antes a Ortuño y a Arnau Ortiz, dio un paso táctico hacia adelante dentro del complicado panorama de su equipo. En verdad los puso para que respiraran sus compañeros, agotados de tanto sobreesfuerzo y desprenderse del balón sin más ambición que alejarlo lo máximo posible.
Con el Real Zaragoza volcado en el precipicio, Ortuño casi la clava con la puntera, y Arnau Ortiz tuvo un mano a mano con Badía que el guardameta abortó con un talento superior. En el 89, el propio Arnau, después de que Toni Moya se desmayara ante la veteranía de Kiko Olivas cerca del córner, obligó a Badía a sacar una mano extraordinaria, pero el rechace se lo acomodó Fontán para fusilar a un Real Zaragoza desquiciado ya por completo. A ver quién habla ahora del playoff tras ver la esquela. Serán sinvergüenzas. Y Velázquez hablando de los méritos de los suyos y del colegiado como elemento perturbador. Mejor que escuche la charla de Calero sobre cómo sorprendió al Real Zaragoza y aprenda.
Real Zaragoza 1: Edgar Badía; Zedadka (Sergi Enrich, minuto 70), Mouriño (Valera, minuto 46), Lluis López, Francés, Mollejo; Marc Aguado, Toni Moya, Francho (Manu Vallejo, minuto 70); Maikel Mesa e Iván Azón (Bakis, minuto 46).
Cartagena 2: Raúl Lizoain; Diego Moreno (Arnau, minuto 55) (Gonzalo Verdú, minuto 79), Pedro Alcalá, Kiko Olivas, Fontán; Calero, Musto, Alarcón (Jony Álamo, minuto 20) (Arnau Ortiz, minuto 55), Jairo, Andy; y Darío Poveda (Ortuño, minuto 55).
Árbitro: Caparrós Hernández, del colegio valenciano. Mostró cartulina amarilla a Maikel Mesa, Toni Moya, Zedadka y Francés, por el Real Zaragoza; y a Alarcón, Arnau Ortiz, Arnau, Alcalá y Lizoain, por el Cartagena. Expulsó, con roja directa a Jairo, en el minuto 44, y al entrenador, Julián Calero, roja directa, por protestar.
Goles: 0-1, minuto 10: Darío Poveda. 1-1, minuto 74: Francés. 1-2, minuto 89: Fontán
Incidencias: partido correspondiente a la vigésimo séptima jornada de liga, disputado en La Romareda con la presencia de 23.067 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Rafael Álvarez Adarcia, portero de la época de Los Magníficos. Los jugadores del real Zaragoza portaron brazaletes negros.
Velázquez: «Hemos merecido ganar»
🎥 Sigue en directo la rueda de prensa de Julio Velázquez
— Real Zaragoza 🦁 (@RealZaragoza) February 16, 2024
La charla de Calero
Ustedes no sé que habrán visto, lo que he visto yo es un partidazo entre un equipo de pueblo que venía de visitante y el otro un equipo local de la preferente aragonesa, eso sí, bien alimentado y con todo tipo de cuidados caros. Estoy cansado de ver tanta basura de club y de jugadores que me avergüenzan cada partido. No veré la desaparición de este equipo como hace tiempo que deseo, pero ya me he propuesto no saber nada de él jamás.
Comienzo de la misma manera, ay con otro alineador y la mediocridad de esta Segunda División esta plantilla al menos aspiraria a meterse en play off, el Cartagena se alzó con una merecidísima victoria, al fútbol se juega de muchas maneras, cuando te plantean un 4-5-1 no puedes responder con una defensa de 5 jugando en casa con un delantero de lateral izquierdo, jugamos con uno más desde el minuto 44 y con paradas excepcionales de nuestro portero.
Julillo el de Staff regaló el partido antes de iniciarlo, y su lectura en rueda de prensa es digna de Oregón Televisión, partido dice extraño con mucho volumen y con mucho bloque bajo del enemigo, casualmente se le olvidó citar a Edgar Badía, en la segunda parte creo un caos sobre el césped que en mi opinión ni los jugadores entendieron a que estaban jugando, vuelvo a insistir ganaremos partidos alcanzaremos los 50 puntos y otro año en el infierno, para esta meta bien haría el club en dar una oportunidad a Emilio Larraz seguro aportaría coherencia, que es lo que hoy en día necesitan los jugadores.
Insisto que el tiempo de Sanllehí y Cordero se debería acercar a su final en el Club. Unos trileros vendehumos. Una plantilla mediocre en la que aguantan los Francho, Francés, Aguado…Un fraude una vez más la presente temporada. Y Velázquez tampoco es un crack. Más de lo mismo en 12 años.
Pues si, la esquela de defunción del equipo para esta temporada y sin visos de resurrección.
El partido ha sido un compendio de todos los males futbolistica que aquejan al equipo. Contabilice más de cuarenta centros al área de lis cuales tan sólo dos llevaron alguna intención. Esos fueron como siempre todos los argumentos ofensivos. No se sabe llegar al área de otra manera. Insisto si la clasificación fuera por la calidad futbolistica del juego que se despliega seríamos colistas. Esto es una vergüenza.
Aviso para navegantes el equipo no va a ascender si la base, y lo siento, son Iván, Aguado otros demasiado intermitentes. Dejémonos de localismos, los de casa no dan.
Es de agradecer, Alfonso, que siempre hayas mantenido el sentido crítico en los análisis del Real Zaragoza. Una de las cosas más sorprendentes es como la prensa deportiva de la ciudad, en los grandes medios, se ha convertido en agencia de publicidad de la propiedad del Real Zaragoza. Ahora se hablará de decepción, pero esto no es ninguna sorpresa. Se ha vendido como como supercompetitiva una plantilla mediocre, muy lejos de las 5 o 6 más poderosas. Hay exceso de forofismo y peloteo en los medios de comunicación. Y lo que es peor, entre los aficionados veo una mezcla de resignación e ingenuidad que nos lleva a ilusionarnos cada año con cualquier mindundi que nos traen. A mitad de temporada, cuando se ven las costuras al traje, se echa al entrenador (víctima propiciatoria), se busca la mera salvación y se nos dice «el año que viene sí»….no aprendemos, 11 años ya de este modo.
Gracias. Así es