Velázquez, el entrenador perdido

Se va un técnico que nunca supo cómo hacer del Real Zaragoza un equipo cercano al victoria hasta quedar atrapado tan sólo en la retórica

El club ya hecho oficial la restricción de contrato de Julio Velázquez, que ha dirigido al Real Zaragoza durante 14 partidos sin conseguir elevar el nivel competitivo que se buscó tras la destitución de Fran Escribá. No sólo no mejoró al equipo, sino que lo empeoró a nivel individual y colectivo hasta verse superado por completo por una racha de cinco jornadas en las que el equipo perdió cuatro partidos y marcó un solo gol. El salmantino fue una apuesta de Juan Carlos Cordero, un perfil profesional que en principio no transmitía ni frío ni calor y que fue presentado con un comunicado que finalizaba de esta forma: «Aterriza en el Real Zaragoza un entrenador versátil, con una amplia formación y experiencia en la élite de diferentes países europeos, pero con un gran conocimiento del fútbol español. Afronta el reto de entrenar a nuestro equipo y plenamente comprometido con el desafío que supone este proyecto». Velázquez, del primer al último minuto, recurrió a una oratoria técnica y trufada de obviedades sobre la dificultad de la categoría y lo fantástico del reto diario, evitando la palabra ascenso. Encontró en los tres centrales un santo grial que a la larga se convirtió en su soga desde el momento que ese sistema condicionó a unos futbolistas al servicio de un esquema que minimizaba sus pocas virtudes y achataba aún más los recursos ofensivos. Poco a poco, el Real Zaragoza se dejó someter por todos los rivales, con la racanería de buscar el éxito en el error ajeno. Descubierto y desarmado su plan, Velázquez se dejó llevar por la histeria con los partidos en marcha y los resultados en contra, recurriendo a una manejo pueril de los cambios y del dibujo, plagado de borrones indescifrables. Se quedó atrapado en la retórica y en su pequeño y misterioso bloc de notas, víctima del rebuscamiento de justificaciones que fueron corroborando que se había perdido para siempre con y en el Real Zaragoza, un lugar legitimado por historia y once años de calvario a renunciar a las medias tintas.

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