Víctor, esto es otra historia

El nuevo entrenador, recibido como un mesías, se enfrenta a un escenario que pretende gobernar para llevar al equipo a Primera, pero tendrá que lidiar con una propiedad laberíntica muy distinta a los poderes familiares que conoció

Ha estado dando vueltas sobre la pista de aterrizaje desde que fue destituido Fran Escribá. Al final, Raúl Sanllehí ha consentido que aterrice por cuarta vez en el banquillo del Real Zaragoza. El director general, que ya había recibido sugerencias desde diferentes foros para que fichara a Víctor Fernández, ha entendido que tras el fracaso con Julio Velázquez, elegido por Juan Carlos Cordero, debía establecer un perímetro de seguridad para su cuestionado trabajo. Los errores del director general golean a los aciertos desde que se convirtió en el cordón umbilical entre la propiedad y el club en todos los frentes abiertos, con especial énfasis en el nuevo estadio. Ha fallado en su selección para los despachos y Cordero le ha ayudado más bien poco en la parcela deportiva. Tres entrenadores destituidos, un rendimiento muy pobre el grueso de las plantillas y un par de situaciones límite provocadas por el divorcio con el gol que han desplazado el foco de luchar por estar lo más arriba posible a pelear por la permanencia, son suficientes desaciertos como para que cualquier empresa futbolística fulmine a sus empleados por muy de lujo que sean. Había otras alternativas, pero Sanllehí no las ha contemplado mientras Cordero tanteaba a su amigo Álvaro Cervera.

La decisión ha sido política y, desde luego, el aparato propagandístico se ha encargado de difundirlo como un encuentro inevitable, un cuento de hadas. Ahora Víctor Fernández es amigo y, después de que reconduzca al equipo hacia un curso sin más sobresaltos, tendrá la santa misión del ascenso. En un año debe cumplir con lo que nadie, ni él mismo, ha conseguido en once en Segunda. En el acuerdo se establece una cláusula no escrita e impuesta por el entrenador aragonés para que en el próximo ejercicio tenga poder de decisión en la configuración del plantel. Todo se ha desarrollado en un marco idílico o así se ha transmitido a los medios de comunicación y a la afición, porque Cordero no está precisamente dando palmas de alegría si se confirma con el tiempo que tendrá que compartir o asumir la selección de futbolistas. Es decir que en algunos casos sea segundo plato de los diferentes asesores internos y externos del técnico. La cuestión, aún por descubrir, no es tanto si habrá o no sintonía entre dos personalidades tan fuertes, sino hasta qué punto el fondo de inversión atenderá las profundas y necesarias reformas que el entrenador pretende hacer en el vestuario. Primero con 17 futbolitas con contrato hasta 2025 como mínimo, y después con la imposición de unas sinergias que exigen filtros más finos.

Víctor Fernández quiere trabajar con conjuntos armados para ganar cueste lo que cueste. Siempre lo ha hecho o lo ha intentado. La hinchada, la que le conoce su leyenda y la que ha escuchado de sus hazañas, está encantada con su retorno mesiánico, donde la palabra talento invade su mensaje. Pero en esta ocasión, muy al contrario que en sus anteriores etapas en la entidad, se va encontrar con un escenario muy diferente, ajeno a aquellos pasillos cortos que tenía que recorrer para hacerse escuchar con rotundidad. José Ángel Zalba, su mentor, y Alfonso Solans Serrano, que le trataba literalmente mejor que a un hijo, le dulcificaron sus primeros pasos profesionales bajo la tutoría sensata y mediadora de Avelino Chaves. Se le hizo un equipo campeón y el supo conducirlo con elegancia. Con Alfonso Solans júnior, con quien las relaciones eran bastantes más frías, sucumbió a los malos resultados. Después aparecieron Agapito Iglesias con su agradecida billetera y un soporte político que comulgaba con los principios del entrenador, y la Fundación, que con todas sus estrecheces y sus miras cortas, estaba compuesta por personajes entroncados por amistad o mucha cercanía con el preparador. Su voz, en casi todos los casos, cotenía un alto porcentaje de seducción.

El margen de maniobra de Sanllehí está sujeto a otras directrices, regidas por los números y no tanto por los héroes. En principio, el director general ha aceptado todas las condiciones, si bien el alcance de esa flexibilidad habrá que comprobarlo en directo, cuando haya que preparar la próxima campaña. No favorece un tipo de SAD tan dispersa y laberíntica que en lo deportivo, al menos hasta la fecha, ha realizado un gasto moderado. El complejo entramado de la propiedad complica las relaciones directas y dificulta localizar el punto exacto donde se cuecen las decisiones. Víctor Fernández no ha tratado con interlocutores casi nunca, sino con el proveedor principal. Para obrar el milagro del ascenso a toda mecha, algo que se contradice con el proyecto orgánico y sin prisas marcado en el libro de ruta de los accionistas y comunicada en público por Sanllehí, el técnico puede chocar en esta oportunidad contra múltiples puertas y muy pocos rostros. Le hacen falta jugadores de nivel y le sobra mucha paja. Le van a dejar gobernar, ¿pero hasta dónde? Esto es otra historia. Los inversores anónimos adoran también los finales felices siempre y cuando vayan acompañados de beneficios para sus bolsillos.

One comment on “Víctor, esto es otra historia

  • Maño de Vilassar , Direct link to comment

    Veremos…La actual propiedad del Club y la manera de gestionar presente, no tiene nada que ver con la de los años 90 y 2000. Ni con la etapa de la Fundación, dónde Víctor tenía sus contactos. Ojalá me equivoque, pero se van a vivir momentos complicados, con algún «choque de treenes». Que sea para bien. Como dicen los taurinos: » lidia de enfermería o de salir por la puerta grande «

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