El albanés Keidi Bare, de 26 años, sería el fichaje con más cuajo competitivo hasta el momento, un mediocentro polifuncional y agresivo hecho a sí mismo
Con el mercado de repente a toda máquina, el Real Zaragoza negocia el séptimo fichaje de cara al próximo ejercicio. Tres temporadas y una opcional es el acuerdo pactado. Nunca se sabrá si era o no la primera opción para el puesto (Dotor, del Celta, parecía el señalado), pero si se cierra la operación con Keidi Bare, de la que sólo restan detalles, firmará un combatiente de primera línea, un mediocentro albanés de 26 años polifuncional y agresivo que ha salido del Espanyol al no ser renovado su contrato. Se trata de un futbolista con una virtudes competitivas de alto nivel, capaz de liderar al equipo por las buenas o por las malas. Aunque el serbio Samed Bazdar se haya llevado la mayoría de los titulares por ser el 9 elegido para entablar las relaciones rotas con el gol desde hace cuatro temporadas, Bare se convertiría en la mejor contratación hasta el momento.
Los periquitos no lo han querido en su regreso a la élite aunque formara parte del once de oro que ha logrado el ascenso, por lo que tendrá que volver a un campo de batalla deportivo y vital que conoce a la perfección. El conjunto aragonés ganaría con el internacional albanés, quien recibió un duro golpe al no ser incluido por el seleccionador Silvinjo en la lista de la última Eurocopa, un jugador muy disciplinado, de colmillo defensivo y con la adrenalina a flor de piel. Es, sin duda, el prototipo de profesional cualificado para integrar una plantilla con aspiraciones.
En su despedida del Espanyol pidió a la afición que se le recuerde «como un guerrero que se ha partido el pecho por el escudo». Lo había hecho siempre desde que el Atlético lo reclutara para su cantera en 2016 después de salir de un país herido por la guerra de Kosovo, un conflicto civil aterrador, dejar atrás a amigos y familia y probar en la Base del Panathinaikos griego, donde llegó solo pero curtido por la preparación física corriendo con su padre detrás con una motocicleta y la inadmisible estrategia de un entrenador que a la que fallaba, le pegaba….
Tenía 15 años y en su debut con el juvenil rojiblanco marcó un gol y se abrió la cabeza en un choque con la rodilla del portero rival. En Málaga halló el paraíso que anhelaba, el profesionalismo, y se hizo con la fama de centrocampista reñidor y constante que le permitió su posterior idilio con el Espanyol, con el que subió en 2021 –aún se recuerda su celebración suicida en una repisa a 20 metros de altura– para perder algo de jerarquía en los dos años que estuvo en Primera. 50 tarjetas amarillas, siete rojas y nueve partidos de sanción por insultar gravemente a los árbitros del Atlético B-Fabril acompañan su carrera en España, donde ha dejado huella de fiero compromiso y tenaz solicitud del balón, una herramienta que maneja con mucho criterio en zonas creativas y de recuperación, en un puesto de guardia desde donde contempla lejos el área enemiga.
Bazdar destila púrpura al ser catalogado como la gran promesa serbia, título que en esas coordenadas se entrega con demasiada alegría; Tasende e Iván Calero están avalados por sus grandes momentos, mientras que Soberón, Femenías y Gori Gracia componen tres considerables incógnitas, muy posiblemente alejados de la titularidad cotidiana. Kedir Bare es otra cosa. La medular adquiriría con el albanés, sin una presencia atlética ni gol ni último pase, una gruesa capa de marcialidad, de un futbolista hecho a sí mismo que no concede un metro ni reserva un aliento. De los que pronto enamora el corazón de la grada por la vía de que cada partido es una batalla.
Ja,Jas,Ja…veo que el Málaga C.F. en concurso de acreedores y en la ruina como club y que acaba de subir le está quitando futbolistas pretendidos al Zaragoza Atletico y no me extrañaría que Luismi y Baturina, también se vaya para allá el tal Keidi Bare, que ya jugó en el Málaga. Los Cordero, Víctor y compañía siguen vendiendo motos y fichando gente para intentar quedar entre el 15 y el 20, como siempre. Me parece a mí, eh. Sorry