El brutal cambio climático

Sometido en el campo y en los números en la primera parte, en la segunda el Real Zaragoza superó en todas las suertes al Cartagena con una fuerte subida de temperatura ofensiva

Gastón Vallés llevó por el camino de la amargura a Tasende y a los centrales, descoordinados para salir en la búsqueda de un delantero que hizo de engarce y de guía del juego ofensivo del Cartagena desde zonas alejadas al área. El uruguayo, a préstamo del Espanyol, ejerció de imán de Jairo y Cedric, a los que favoreció su habilidad y verticalidad para expresarse con absoluta libertad frente a un Real Zaragoza aturdido por esa coreografía caníbal del trío de atacantes de Abelardo. En lo único que superó el conjunto aragonés al Efesé en ese primer capítulo en blanco y negro comparado a Cádiz fue en la posesión (un 61% por un 39%/), un gobierno del balón calcado al de los viejos tiempos, sobrecargado de horizontalidad y de pases protocolarios en terreno propio.

Perezoso y previsible, no puso en ningún apuro a Campos, obligó a Poussin a intervenir en dos ocasiones y consiguió tirar tres veces a puerta, siempre fuera y sin apenas peligro por siete de su adversario, cinco dentro del área. La superioridad local se traducía en el último tercio, en los porcentajes en los lanzamientos largos (48% / 39%), los centros (27% / 14%), los duelos a ras de césped (52% / 48%) y aéreos (53% / 47%). Donde más se acentuaba la diferencia era en la eficacia defensiva en anticipaciones y entradas ganadas (86% / 67%), con Liso, Bermejo, Soberón y Bazdar reducidos por la lectura y contundencia de Sipcic y Kiko Olivas.

El cambio climático resultó brutal en un partido que parecía tener controlado a su gusto el Cartagena. Todo, o casi todo, tuvo que ver con la entrada al campo de Pau Sans, el emparejamiento antinatura de Azón con Bazdar, que, sin embargo, permitió al serbio expresarse mejor que nunca algunos metros por detrás del canterano, y el feliz aterrizaje de Francho en medular que estiró el equipo hacia arriba. El Real Zaragoza elevó en muchos grados la temperatura ofensiva percutiendo en 13 disparos, 7 a puerta, 3 fuera y 3 bloqueados; 9 dentro del área y 4 desde fuera, con el Cartagena sin más capacidad para pisar el jardín de Poussin que en dos oportunidades sin trabajo alguno para el meta francés.

Esa lluvia ácida y tenaz que desataron Bazdar, Sans, Azón y Moya se reflejó en un asedio que los murcianos soportaron con numerosos despejes terrenales y aéreos y desprendiéndose de la pelota para darle tregua a sus agotados pulmones mientras el gol en contra paseaba por delante de sus ojos. También con cuatro intervenciones clave de Campos, dos de ellas espectaculares, y la pierna milagrosa de Sipcic o el cruce de Musto para evitar que Sans firmara una obra de arte.

Subió el Real Zaragoza metros y guarimos que recogen su espíritu dominador en los centros (39% / 29%), en las disputas (56% / 44%), en los regates (63% / 50%). En defensa, fruto de ese desmelene de los canteranos y del desfonde y caída de Gastón, Cedric y Jairo, halló la paz: se impuso en las entradas (10 / 5), las intercepciones (6 / 2) y las recuperaciones (29 / 27). Los números confirman que el triunfo tuvo su razón de ser en el calentamiento del encuentro por parte de un Real Zaragoza que no se dio por vencido y venció transformando el hielo en fuego en apenas 45 minutos.

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