La compraventa, ¿un globo con aire viciado?

La compraventa del Real Zaragoza, según avanza el tiempo y el melodrama, va camino de convertirse en un culebrón de máxima audiencia. La vertiente más seria por preocupante y real de este folletín están siendo los impagos de nóminas a los trabajadores del club y las diferentes expectativas que se están creando en una afición bombardeada por versiones coincidentes sobre el continente de la operación pero no tanto en el contenido. La carrera informativa que han emprendido los medios de comunicación para trasladar los detalles de las negociaciones es ahora mismo frenética y, cómo no, ha sido el Heraldo de Aragón de la familia Yarza, accionista del club, quien ha puesto cara a los compradores sin desvelar de dónde procede el capital que supuestamente se inyectará para sanar la maltrecha tesorería. El resto de la prensa, que en algunos casos ya había adelantado la noticia meses antes, bebe de fuentes más trabajadas, un manantial que ha aportado otro tipo de datos, entre ellos que la procedencia del dinero era de origen español aunque en este sentido no se descarta que exista algún tipo de aportación extranjera.

Desde fuera, incluso desde dentro, este cambio accionarial que tiene trazos de producirse en breve emite señales entrecortadas que impiden dibujar un boceto más o menos reconocible de lo que va a ocurrir. La confidencialidad se utiliza como excusa para justificar que, por el momento, no se pueda profundizar más allá. La peligrosa especulación se ha sumado a la información como consecuencia de que ese pacto entre las partes haya saltado por completo por los aires desde que el Heraldo, conocedor absoluto de todos los pormenores por su implicación directa, lanzó que Alejandro y Carlos Álvarez del Campo, asturianos e hijos del periodista Carlos Luis Álvarez, Cándido, y Francisco Kiko Domínguez Otero, un abogado de Barcelona, eran los representantes del grupo más próximo a hacerse con la mayoría de las acciones. Tres nombres que, lógicamente, cumplen un papel de testaferros de los auténticos inversores, quienes están revisando las cuentas (¿a estas alturas?) sin que la Liga de Fútbol Profesional ni el Consejo Superior de Deportes, cuya aprobación sería necesaria si se produce el acuerdo final, tengan constancia de ningún movimiento.

Otras de las cuestiones que acentúan que pueden existir maniobras orquestadas es que a Luis Carlos Cuartero y Christian Lapetra se les dé, sin asegurarlo, por descabalgados de su cargos. Sería lo razonable en una mudanza a gran escala, por otra parte sin confirmar. El presidente y el director general se han ganando a pulso por sí solos su despedida, pero sus fuertes lazos con miembros del consejo además de con César Alierta les ha permitido sobrevivir a sus pobres gestiones. Poco a poco, este goteo de informaciones cruzadas con pinceladas de veracidad, deseos, suposiciones y filtraciones muy meditadas, conviven con un terrible escenario económico al que la Fundación 2032 ya no quiere o puede hacer frente porque se le vienen encima pagos ingentes pese a que, a la espera de concretarse, haya logrado un nuevo convenio de acreedores para diferir el pago de más de 9 millones. La quiebra técnica de la sociedad es algo más que una amenaza, y se conjuga en presente. Lo que se deduce de este contexto es que han sido Alierta y algunos consejeros, con Yarza a la cabeza, quienes han salido al mercado para ofrecerse y no que el interés, y mucho menos la seducción por una compra con valor patrimonial cero, venga del exterior. Que entre la baraja con la que se esté jugando tenga el comodín de que nada vaya a cambiar, provoca un serio vértigo.

La ilusión, la esperanza y la necesidad manifiesta de una afición muy agotada que contempla esta operación como un renacer deportivo que impulse al equipo entre los aspirantes al ascenso, contrasta con una negociación que mezcla luces y sombras y que ya es pública desde hace al menos dos meses, una cuestión inadmisible en los adquisiciones de grandes empresas por nuevos propietarios. El mensaje es que habrá capital suficiente para elevar el techo salarial y competir por el objetivo más ambicioso. Las formas, con un consejo de administración partido en dos, indican que hay demasiadas cosas viciadas en el aire. Si no todo es aire. Habrá que seguir esperando para descubrir sin interferencias lo que de verdad hay dentro del globo.

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