El oportunista

Víctor Fernández pide más elogios para el Real Zaragoza, se lamenta de los runrún alrededor del equipo y al valorar a Azón, titular por eliminación de sus favoritos, economiza al máximo las alabanzas

Víctor Fernández es un técnico que agradece mucho los elogios, sobre todo a su trabajo. Un entrenador que, con los años, conserva intacto el placer de disfrutar de los éxitos siempre que le tengan como protagonista. En varias ocasiones ha dicho que está vacunado ya contra la gloria, respondiendo a una pregunta que jamás se le ha formulado. Está encantado de sí mismo, de su carrera profesional, y cuanto más lo intenta disimular más se le nota. En las declaraciones y valoraciones posteriores al buen partido frente al Granada, ha aprovechado el contexto de euforia para ofrecer una masterclass de oportunismo. El Real Zaragoza venía de tres derrotas consecutivas en casa, de perder el norte por sus fallidos experimentos tácticos frente al Eldense con un rombo que se ensayó en la pizarra horas antes y ante el atrevido Castellón. En peligro de caer a mitad de tabla en caso de derrota. Por el camino había señalado a Aguado y sus gemelos, a la falta de olfato de Liso, a los errores Clemente (memorable el Sanjuán que le hizo al sustituirle y exponerle a una pitada brutal), a una defensa con fallos «de verbena». Con el cartel de revulsivo para Azón y de reserva para Francho, futbolistas que no le agradan un pimiento. Si se suma la lista de invitados al reproche, todos son jugadores de la cantera. De los fichajes ni mú y, por supuesto, ni una sola alusión a que se ha doblegado a un mercado estival a años luz de lo que había exigido para seguir y a la remota posibilidad de que sea responsable de una plantilla a la que rebaja sin descanso cuando nombra con insistencia el mercado de invierno para repararla. Perfecta gestión de un vestuario.

Si jugara de delantero centro, llevaría más goles que partidos en el banquillo del Real Zaragoza. Es un oportunista nato. Con la victoria de esta jornada y la confirmación de seguir en los más alto de la clasificación se ha autorizado para pedir más elogios para el equipo, más aplausos, menos dudas. Y ha manifestado sentirse dolido por el runrún que había, que hay, alrededor del conjunto aragonés. No es la suya una petición sincera de apoyo a sus futbolistas, sino un dardo hacía quienes le critican, que sean uno o legión le molestan, le incomodan y la perturban, como cuando quitó a un Badía en excelente estado de forma por Cristian, su portero, y luego tuvo que recurrir de nuevo al meta barcelonés para salvar los muebles y soslayar sus caprichos. En un día para centrarse exclusivamente en elogiar a todos y cada uno de los jugadores por su excelente respuesta, quedándose si no al margen al menos en un segundo plano, ha antepuesto aparecer en solitario en la portada con una serie de demandas innecesarias, desafortunadas y que cuestionan al sector de la afición que no comparte simpatías con su trabajo, un número considerable de seguidores que tiene razones y derecho a opinar y manifestar lo que consideren oportuno. No es la primera vez que apunta a la grada ni será la última pese a que gran parte le adore y considere que es el único que puede conseguir el ascenso. No conforme con aglutinar esa admiración, quiere más. ¿Inseguridad? Quién sabe.

A Azón, emperador de este último triunfo, ha tardado en descubrirlo. Nada más llegar la temporada pasada en su partido de debut frente al Espanyol, apostó por Bakis hasta que no tuvo más remedio que recuperar al ariete aragonés frente a la lastimoso aportación del turco, nula en cuanto a goles y rendimiento general. No es de su gusto, lo que nadie puede recriminarle porque cada uno tiene el suyo y es legítimo. Este curso, Azón ha sido relegado al banquillo bajo la excusa de que su productividad es mayor cuando sale de agitador. La lesión de Soberón y la flacidez competitiva de Marí, a quienes ha elegido por delante, le han abierto la puerta de la titularidad, por la que ha entrado con cinco goles en Liga que han ayudado a que el Real Zaragoza sume nueve puntos, los del Granada con su firma exclusiva. A la hora de valorar la actuación de Azón, el entrenador ha economizado al máximo la importancia del punta en el triunfo. «Está teniendo mucha confianza, era un extraordinario revulsivo, saliendo del banquillo muy bien y ahora al saltar de inicio tiene el gol y es fundamental, está en racha y por eso está jugando muchísimo. Le exigimos mucho en carreras y profundidad y por eso es difícil que aguante los 90 minutos, pero se ha marchado con la ovación de la grada y estoy superfeliz por él, aunque él lo estará más que yo. Bueno, igual, porque más que yo es imposible». Más que yo es imposible. Yo. Yo.