El equipo de Víctor Fernández juega frente a un Córdoba invicto en casa para sumar tres puntos que impidan su salida del playoff
A dos puntos del ascenso directo y a tres del undécimo clasificado, el Éibar, el Real Zaragoza, sexto, visita el Nuevo Arcángel meciéndose todavía en las nubes del playoff, pero en un claro declive de resultados y sin hallar un fútbol reconocible y regular que amenazan seriamente con expulsarle de ese paraíso por primera vez esta temporada. No es un equipo feliz en una Liga donde la mayoría de sus grandes rivales en la lucha por subir han tomado el poder que les arrebató un inicio de campeonato subversivo con el Racing de Santander como claro y constante líder de una revolución aplacada ya. Antes de comenzar los partidos, se verifica su forma, una formación de perfil ofensivo, pero casi nunca se sabe cuál será su respuesta, pocas veces mantenida y embriagada de una fuerte irregularidad, errores individuales o planteamientos fallidos.
Para la visita de este sábado a Córdoba (18.30), el técnico recupera a Keidi Bare superado su golpe de rodilla y a Bazdar tras su periplo internacional con Bosnia, no así a Soberón, cuya lesión interminable va a requerir un exorcista por las explicaciones que dio el entrenador, eximiendo de toda responsabilidad a los servicios médicos y centrándose en que el delantero sufre del mal de sensaciones. Con el albanés en el centro del campo y el serbio de nuevo junto a Azón, se gana mucho. La cuestión es que estas buenas noticias se trasladen a un estadio invencible hasta el momento, donde los blanquiverdes lo apuestan todo a un ataque feroz.
Dos empates consecutivos, en Huesca tras igualar el marcador y contra un Málaga con diez que gobernó el encuentro a su antojo antes y después de quedarse en inferioridad, desaconsejan seguir en esa línea, que necesita con urgencia un triunfo para frenar la mengua mientras una docena de aspirantes revolotean y crecen por arriba y por abajo. Los desplazamientos, todo lo contrario que La Romareda, se le dan bien o muy bien. Cómo los resuelve es otra cosa. Los experimentos, obligados o no, quedarán al margen en esta cita para retomar el once que más garantías ofrece. Con Liso, Bazdar, Azón y un Aketxe a quien se le sigue esperando… Con posiblemente Bare y Aguado, la pareja más solvente en números positivos, en el corazón de la medular y la defensa titular compuesta por el renacido Poussin, Calero, Lluís López, Vital y un Tasende que antes de salir de casa debe comprobar si ha cerrado el grifo.
El Real Zaragoza volverá a su ser, pendiente de adquirir el carácter completo que le falta y que saca a relucir cuando está atado a las vías se escucha de cerca al tren. Víctor está más tranquilo con el retorno a esa alineación, pero como hace en cuanto se sienta ante un micrófono, subraya la importancia del mercado de invierno para apuntalar el proyecto de ascenso que lleva en la cabeza y que contempla incompleto pese a ser su arquitecto. El entrenador considera que con esa igualdad masificada, la ventana que viene será primordial para abrigarse definitivamente. Antes, sin embargo, le espera el valeroso Córdoba y un nuevo examen para ordenar a sus jugadores de principio a fin y que corran por el tablero con madurez táctica y no a lomos del desbarajuste de sus demonios.