El equipo de Víctor entra sin fútbol ni defensa en el juego de máximos riesgos del Córdoba, desperdicia dos ventajas y ocasiones para ganar muy cerca de la derrota (2-2)
Un equipo que aspira al ascenso no puede saltar al campo como lo hace el Real Zaragoza, achatado de fútbol, de disposición combativa y sin el mínimo rigor defensivo, a disposición de un Córdoba de máximos riesgos que oculta muy bien sus limitaciones, al menos en casa, con una pistola que lo mismo apunta a la sien del contrario que a la suya. El conjunto de Iván Ania sabe y acepta que su sino para conseguir la salvación pasa por sentarse cada fin de semana frente a un revólver para proponer una partida a la ruleta rusa, mientras que el de Víctor muestra una constante palidez bajo su fina piel ofensiva, lo único que le permite no salir con los pies por delante en cada jornada. Se puso dos veces por delante en el marcador, la primera tras un grave error en la salida del balón del portero y uno de los centrales que presionó Azón y terminó Francho, y la segunda en un terrible desajuste que detectó Aketxe para que Luna definiera con alma de delantero. Aun con ese par de ventajas, nunca fue dueño del partido, del que se apropiaron los andaluces con una suficiencia abrumadora y, por supuesto, tomando curvas a velocidades prohibitivas y provocando accidentes en decisiones que le pudieron costar la derrota. En ese gincana, hubo postes por ambas partes y ocasiones de todos los colores, mucho más intensas para un Real Zaragoza que pudo hasta ganar, pero que no lo hizo porque su buena relación con el gol no suele ir acompañada de determinación finalizadora y porque defensivamente es una broma.
Los blanquiverdes acabaron el encuentro en el área de Poussin, como lo habían empezado. El Real Zaragoza achicó balones hasta el último suspiro, mostrándose una vez más inseguro, accesible, incapaz de llevarse duelos, lanzando balones a los espacios con una vergonzante vulgaridad táctica, al principio sobre Azón y Bazdar y al final sobre Marí y Ares, con un centro del campo devastado por la falta de forma física de un Keidi Bare kamikaze con la pelota en los pies y cargándose de faltas y un Aketxe, pese a su asistencia en el segundo tanto, que concita el pase bobo, consistente en llevar el esférico con una correa de un lado a otro sin profundidad, con una demora que aniquila cualquier posibilidad de sorpresa. Francho, como siempre, se dejó el corazón en esa zona sin médula ósea, y Liso fue víctima de las arritmias que provoca estar pendiente de que le llegue un cohete, un globo o una sandía. El Córdoba fue califa en la intención, en la estrategia a balón parado y en la figura de un extremo de la vieja escuela, Carracedo, que abrió en canal la, una vez más, débil banda de Tasende, quien desde el regreso de la enfermería ha desnudado aún más su ya de por sí despojadas cualidades de defensivas. Envió el lateral un disparo al larguero, pero detrás dejó abierta la autovía más barata de la categoría. Con el gotero puesto, el Real Zaragoza encontró un pozo petrolífero en la presión de Azón sobre un saque de puerta temerario que el atacante punteó para que Francho batiera desde cerca al meta local.
Podía ser esa diana la antesala de un nuevo partido, mejor llevado, con un calmante que hiciera contener el seísmo emocional y futbolístico del Córdoba. Pero no, el Real Zaragoza siguió balanceándose en el abismo, con Salas martirizando a Lluís López y Vital, dos centrales con los que es imposible no sufrir ataques de pánico, el mismo terror que se apodera de ambos cuando el balón se aproxima a su parcela. Su herramienta más refinada consistió, y consiste, en reventar el cuero en dirección a las gradas o, si se perfilan un poco mejor, en sortear la pelota lo más lejos posible con puntapiés infames. Sin nadie que arme el juego desde atrás ni en el mediocampo, Azón quedó aislado y Bazdar atrapado en la melancolía. A la media hora, un centro de Adrián Vázquez tras la enésima triangulación de engaños de los locales fue rematada por Theo Zidane para establecer la primera igualada, con la defensa en bloque haciendo el tancredo. Víctor Fernández continúa a los suyo, como si no se enterara de nada, como si paseara por Marte mientras su equipo amerizaba en un mar muerto de soluciones e incentivos tácticos desde el banquillo. Ni una corrección, ni un orden visible… Aunque el Real Zaragoza vaya punto a punto aferrándose a las alturas, no tardará en caer al vacío víctima de una plantilla deshuesada, pero también de un técnico insustancial. Mira Víctor el mercado de invierno como si fuera Eldorado cuando lo que tiene, muy de su gusto para disgusto de la afición y del supuesto proyecto de subir, se le va entre las manos.
Una vez más el Real Zaragoza se puso por delante. En el comienzo de la segunda parte, el conjunto aragonés tiró de su metralleta, y después de que Azón no acertara, Aketxe le puso un caramelo a Luna que el aragonés desenvolvió para firmar el 1-2 con resolución y puntería. Dos minutos después, en el 58, aún en plena resaca de las celebración, Carracedo centró sin oposición y Jacobo llegó solo al segundo para fusilar con la suela de la bota a Poussin. Esto no era serio por muy divertido que resulte para el espectador neutral. El desprecio colectivo para abortar la jugada de los cordobeses resume lo que es este equipo, las taras que sufre y su tope competitivo, que no le da para ganar a un recién ascendiendo por mucho que nadie le haya vencido en El Arcángel, por mucho que se postule todavía para una empresa que le viene gigante. A balazos en la recta final, a Bazdar le rebañó la pelota Carlos Martín cuando intentaba burlarle, Lapeña cabeceó para lucimiento de Poussin, otra vez salvador, y el propio punta serbio disparó a la madera. El tambor del revólver se había quedado vacío ya para dos equipos heterodoxos, el Córdoba por un atrevimiento consciente y el Real Zaragoza por el desamparo de sus recursos, que se resumen en que falle el rival con estrépito, en un golpe de inspiración aislado de sus delanteros o en que el batallón aragonés (en este caso, Azón, Francho y Luna) rescate las migajas de un equipo que no lo es ni en verano, ni en invierno ni en primavera. Transita, ciclotímico y destemplado, por una estación que avanza el descarrilamiento.
Córdoba 2: Carlos Marín; Adrián Vázquez, Lapeña, Marvel, Calderón; Isma Ruiz, Theo Zidane (Alex Sala, minuto 58); Carracedo (Adilson, minuto 77) , Yoldi (Zalazar, minuto 83), Jacobo; y Casas (Obolski, minuto 83).
Real Zaragoza 2: Poussin; Luna (Iván Calero, minuto 83), Lluis López, Vital, Tasende (Clemente, minuto 74); Keidi Bare (Toni Moya, minuto 74), Francho; Aketxe, Bazdar, Liso (Adu Ares, minuto 67); e Iván Azón (Marín, minuto 83).
Goles: 0-1, minuto 15: Francho. 1-1, minuto 30: Theo Zidane. 1-2, minuto 55: Marcos Luna. 2-2, minuto 57: Jacobo.
Árbitro: Moreno Aragón, del colegio madrileño. Mostró cartulina amarilla a Lapeña, Alex Sala, Casas, Isma Ruiz y Jacobo, por el Córdoba; y a Keidi Bare, Aketxe, Tasende y Bazdar, por el Real Zaragoza.
Incidencias: partido correspondiente a la decimosexta jornada de liga, disputado en el Nuevo Arcángel con la presencia de 18.189 espectadores, alrededor de 300 zaragocistas.
Así fue el partido, tal y como lo describe en su artículo. Todo es una pura redundancia, y cuesta ser original en los análisis de aquellos hechos que casi siempre se repiten.
Primera parte: el Zaragoza adormecido y a una velocidad más propia de un equipo de 40 años que de los 24 de los cordobeses. Les ganaron en casi todos los duelos individuales y todas las zonas del campo. Espectáculo bochornoso el de la primera parte.
El equipo va diluyendose conforme avanzan las jornadas, y el boquete en la defensa y centro del campo no termina de cubrirse. Me consta que algunos errores achacados, en especial a los laterale, vienen por la falta de apoyos del centro del campo.
Los centrales son una auténtica verbena. Seguro que Lluis López no tiene un relevo justificado.
En pocas jornadas con este esquema táctico y esta predisposición de los jugadores, comenzaremos a alejarnos de todas las opciones de ascenso. Soy pesimista porque soy un optimista informado, la información que me da ver cada partido de nuestro Zaragoza de todos los Dolores.
Insisto en que los equipos de VF nunca han defendido bien. Y digo equipos, no se trata solo de los defensas. Se trata de conceptos…y de eso nunca ha habido en loa equipos que ha entrenado VF
Un punto menos para llegar a los 51 y nada más.
No se puede ir a ninguna parte en cualquier competición encajando tantos goles cada partido.
Se hará el imbécil con el mercado de invierno, no se subirá y, al año que viene, a reconstruir el equipo. Es el mito de Sísifo y no tienen intención de salir de él.
Que tristeza da leeros a todos, optimistas por naturaleza buscando 51 puntos y no los 72. A ver quién está más cerca en su pronostico