¿Qué se está cociendo en los pucheros de la propiedad?

Tanto las horas previas al encuentro del martes como la totalidad del día siguiente estuvieron llenas de emociones derivadas de la situación temporal. La certeza que se iba a perder, el cambio de sensación provisional por la comida, una conversación con los amigos o, simplemente, la tendencia a la supervivencia que tenemos los animales en nuestra genética. Después llega otra vez un espasmo de inteligencia y regresamos a la realidad que se convierte en excitación y hasta en ansiedad a medida que llega el partido y se disputa. Cumpliéndose lo que en el fondo la mayoría estábamos seguros iba a ocurrir: derrota ante otro equipo de Segunda División después de la prórroga y de los lanzamientos desde el punto de penalti.

El miércoles apenas se escribió o se comentó casi nada en los medios vinculados al club y mucho menos en quienes trabajan en ellos y tienen la posibilidad de ser los portavoces. Varias referencias a las declaraciones post partido de Víctor Fernández, la fragilidad defensiva del equipo, la falta de jugadores para cambiar el rumbo del encuentro, la escasa aportación de Marí y su fallida máxima pena con el marcador a favor, la culpabilidad de Clemente por regresar al Real Zaragoza, la decisión de los lanzamientos desde los once metros, el mejor partido de Adu Ares o la próxima salida de Jair Amador.

¿Qué se está cociendo en los pucheros de la propiedad? ¿Se imaginaban que el equipo iba a repetir las tendencias de otras temporadas? ¿Cordero lleva las riendas del proceso de asumir jugadores para armar la plantilla y buscar el ascenso ésta o la próxima campaña? ¿A qué acuerdos se llegaron con Víctor Fernández cuando al final del pasado curso se llegó a decir que no iba a continuar si no tenía el control deportivo? ¿Todo consiste en construir la nueva Romareda? ¿Es verdad que el Real Zaragoza es el filial del Atlético de Madrid? ¿Nos han vendido los oligarcas para seguir recogiendo calderilla de un símbolo que no podían salvar? Las preguntas y la debilidad al no conocer las respuestas hacen que se apaguen algunas de nuestras neuronas y que la oscuridad interior sea todavía más intensa

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