El Real Zaragoza, caótico en Éibar, se desliza hacia el abismo por el tobogán de sus múltiples carencias y las de un Víctor Fernández sin soluciones de presente ni futuro (2-1)
Víctor Fernández no hace más que enviar mensajes con sello de realidad y buenas dosis de cianuro para los demás. Ni una sola referencia a su trabajo, a su responsabilidad, máxima en cuanto a que esta plantilla que no gana, ni juega y es ejemplo perfecto del caos ha contado con su bendición. El entrenador viste el manto apolillado de un sacerdote que ya sólo reza al dios del mercado de invierno para hacer creer a los feligreses que aún es posible el ascenso. En Eibar quedó de manifiesto que si el Real Zaragoza tiene aún alguna posibilidad remota de alcanzar la promoción, será con otro entrenador, no con un profesional que a las múltiples carencias de sus jugadores suma su incapacidad para hallar soluciones de presente y de futuro. Se le ha parado el reloj y le da cuerda en sentido contrario. En Ipurua, el conjunto aragonés se desplomó sobre los cimientos de los tres centrales y de un par de ídolos con pies de barro a los que el técnico adora, Ares y Aketxe, desnudados en cuanto fueron relevados por Liso y Pau Sans, futbolistas muy superiores en intensidad y velocidad. Sólo con la entrada de ambos y el gol que acortaba distancias del extremo zurdo corrió una liviana brisa de esperanza, insuficiente porque los armeros dominaron todos los vientos del encuentro con una abrumadora superioridad de conceptos posicionales y técnicos.
Cuatro puntos de 18 posibles en los últimos seis partidos son números que harían subir al cadalso a cualquier entrenador con o sin pasaporte de leyenda. Habrá que comprobar cuántas vidas tiene Víctor Fernández para la propiedad, que confabuló con él un restructuración masiva pero sin andamiajes de competitividad, al menos la necesaria para mantener un ritmo firme en la conquista de la alta montaña de la clasificación. En la 12ª posición ve alejarse a rivales que pedalean con una cadencia imposible para sus cortas piernas. Es muy posible que conserve su puesto a la espera de lo que suceda contra Real Oviedo y Racing de Ferrol en las dos jornadas que cierran la primera vuelta mientras por la ventana invernal entra alguna pieza que eleve la calidad del grupo. Será, en cualquier caso, un ejercicio inútil porque Víctor ha perdido las riendas por completo de un equipo al que confunde y que le confunde. Los canteranos, que tanto desasosiego le causa históricamente, se ha transformado en sus soldados más fiables. Kosa, Tasende, Marí, Ares, Aketxe, Clemente, Vital, Gori… Sus apuestas han resultado un fiasco y mucho más la forma de utilizarlas. Reincidiendo en el error, recurriendo a Jair en una formación de cinco defensas a la desesperada, despreciando a Poussin sin justificación de peso como un día hizo con Badía. El Real Zaragoza volvió a correr desbocado, con pelotazos insustanciales salvo para las costillas de Azón, marcado en todos los sentidos. Estratégicamente, los guipuzcoanos parecían pertenecer a una raza superior. Claro, el piloto de su nave es Joseba Etxeberria.
El Real Zaragoza ha tocado fondo. El Éibar se lo explicó en el minuto 20, cuando una recuperación de Corpas provocó un baile de diez pases entre seis jugadores distintos que destriparon el sistema defensivo de los aragoneses. Tic, toc, tic, toc por toda la frontal y Villa puso la pelota a la espalda de Clemente, con Jair anclado en ninguna parte y Lluís López llegando tarde al remate terminal de Antonio Puertas. La elaboración del gol fue una maravilla, y el consentimiento colectivo que lo permitió, un desastre de tensiones y aptitudes. ¿De verdad ven Víctor y su cuerpo técnico vídeos de los rivales? Brazos caídos, miradas al césped, dudas clavándose como espinas en una atmósfera derrotada. El Éibar condujo el partido donde y como quiso, con centrocampistas de la talla de Sergio Álvarez y Mattheus Pereira, señoritos finos con el balón y organizadores como Dios manda. En lugar de reaccionar como un dibujo ya inútil, desde el banquillo zaragocista se conservó la calma, muy relacionada con la ignorancia y la impotencia. Se solicitan dos centrales, un mediocentro, un extremo, un delantero, posiblemente un nuevo utillero. Si la administración va a ser la misma, el segundo fracaso de la temporada en la reconfiguración del vestuario está asegurado. Y con él, la decimotercera campaña consecutiva en Segunda. El director deportivo y el director general siguen ahí, en la madriguera, testigos mudos, sin desprenderse de la careta de este insufrible carnaval donde nadie confía en nadie pero todos escurren el bulto.
Un error de Jair dio lugar al segundo tanto local. Puertas no pudo con López, pero el despeje cayó en las botas Cristian que venía lanzado para ceder sobre la aparición inmisericorde de Mada. A los pocos minutos de comenzar la segunda parte, la tormenta tenía pinta de tsunami. Desaparecieron del campo Ares y Aketxe, rendición en toda regla. Liso y Moya pisaron el césped, y después Pau Sans, el renacido Soberón y Marí. Lo poca producción de esos cambios corrió a cargo de los canteranos. Antes Francho y Luna se habían dejado el alma sin mucho éxito. En la recta final, Liso confirmó que Ares no le llega a la altura de los cordones con un señor gol y Sans inyectó toda la chispa que pudo en un partido cerrado mucho antes. Al Real Zaragoza no hay por dónde cogerlo. Salió al campo derrotado, sin liderazgo futbolístico ni directivo, y el Éibar lo masticó como si fuera un chicle usado. La credibilidad de Víctor Fernández ha llegado a su fin pero queda por saber si él es quien firma su carta de despedida o decide continuar en un trono de méritos consumidos y con aquella corona que hoy rezuma óxido.
Éibar 2: Magunagoitia; Corpas, Chema, Arambarri, Cristian (Arrillaga, minuto 75); Sergio Álvarez, Matheus (Nolaskoaín, minuto 66); Mada, Puertas (Alkain, minuto 759, Toni Villa (Guruzeta, minuto 66); y Jorge Pascual (Bautista, minuto 84).
Real Zaragoza 1: Femenías; Luna, Lluis López, Jair, Clemente (Soberón, minuto 68), Iván Calero; Marc Aguado (Pau Sans, minuto 68), Francho; Aketxe Toni Moya, minuto 61), Adu Ares (Liso, minuto 61); e Iván Azón (Marí, minuto 77).
Goles: 1-0, minuto 20: Puertas. 2-0, minuto 52: Mada. 2-1, minuto 79: Liso.
Árbitro: Muresan Muresan, del colegio valenciano. Mostró cartulina amarilla a Chema, Matheus y Puertas, por el Éibar; y a Adu Ares, Jair, Pau Sans y Calero, por el Real Zaragoza.
Incidencias: partido correspondiente a la jornada 19, disputado en el estadio de Ipurúa con la presencia de 4.779 espectadores, 300 aficionados del Real Zaragoza.