Jugadores de Primera, decepciones en Segunda

Media docena de futbolistas con experiencia en la élite apenas aportan los mínimos en el Real Zaragoza

Ninguno de ellos han tenido una presencia sobresaliente en los diferentes clubes de Primera de los que han formado parte, pero en algún momento de sus carreras han tenido la oportunidad de jugar al máximo nivel para acabar ingresando en el Real Zaragoza como piezas que, en principio, deberían subir por mucho la nota de la plantilla. No ha sido el caso de al menos media docena de futbolistas que hoy en día integran el vestuario del conjunto aragonés muy lejos de las prestaciones que se les presuponía. El proyecto de la actual temporada, que de salida era entrar entre los seis mejores para competir por el ascenso, se ha visto afectado por esos rendimientos decepcionantes que no han enriquecido en nada al equipo, ahora 12º clasificado, a siete puntos de los puestos de promoción de los playoffs.

Uno de los casos más llamativos es el de Toni Moya, desplazado este curso a un segundo plano por Aguado, Bare y Francho, más utilizados que el centrocampista emeritense. Moya, formado en las categorías inferiores del Mallorca y con presencia fija en el filial colchonero, debutó en la campaña 2017-2018 con el Atlético de Madrid y apareció en dos alineaciones más en los dos años siguientes, en una de ellas durante 90 minutos contra el Celta de Vigo. Internacional sub-16 y sub-17, Simeone no contó con él y fichó por el Alavés, donde descendió después de que Calleja, Mendilibar y Julio Velázquez le dieran su confianza en 31 partidos (17 de titular). Tras regresar a Primera con el cuadro babazorro, llegó libre al Real Zaragoza para firmar hasta 2025. El ejercicio pasado fue el cuarto jugador con más minutos, pero en este ha perdido jerarquía fruto de un carácter competitivo trufado de intermitencias y escasa predisposición para el trabajo colectivo.

Aketxe fue en su días una de las perlas de Lezama. El Athletic hizo todo lo posible para encajarlo en el primer equipo de 2014 a 2018 con una cesión de por medio al Cádiz. En el equipo bilbaíno contó con 14 oportunidades, cinco de ellas desde el principio sin que cuajara. Después de una extensa travesía por Segunda, recaló en el Real Zaragoza con el aura de elemento muy diferencial. No ha respondido a su fama, primero lastrado por una pretemporada que debió hacer por su cuenta y una lesión en el primer encuentro en Cádiz. De regreso, los entrenadores le consideran imprescindible más por lo que creen que puede aportar que por lo que verdaderamente ofrece. El conjunto aragonés ha condicionado varios de sus sistemas para potenciar las virtudes del vizcaíno, para acercarle al área o entregarle la batuta como falso extremo. El cañón de su zurda sigue mudo, no termina de asumir liderazgo alguno y los dos goles y dos asistencias que contabiliza saben a muy poco para la apuesta que supuso.

Vital (73 partidos con el Estoril en la Primeira Liga) va a menos en cada jornada. El central arrancó de imprevisto en Cádiz con detalles de poderoso defensor. Con el transcurso de la competición, se ha quedado en eso, en un jugador de choque que con el balón se trata lo justo. Lluís López, el compañero de aventuras del portugués, cumple su cuarto curso en La Romareda. Procedente del Espanyol con diez encuentros en Primera con los periquitos (ocho de inicio), nunca ha terminado de convencer en su etapa zaragocista. Correcto en ocasiones, muy justo en otras y lento por naturaleza, el de Manresa ha aprovechado la coyuntura de una ventana de verano donde no se contrató a ninguno de los centrales previstos para afianzarse como capitán en un Real Zaragoza muy limitado en lo defensivo con él al frente.

Adu Ares ha sido otro de los grandes desencantos de la nueva planificación. Con 21 encuentros en el Athletic en su carta de presentación, dos de titular, se le ha intentado meter con calzador en un Real Zaragoza aun sacrificando a Liso. El extremo, sin embargo, continúa anclado en su parsimoniosa interpretación de este deporte. Sin agresividad, ni profundidad, ni gol, se resume en buenos controles y gestos técnicos de mínima o nula productividad. También se solicitó y consiguió la cesión de Alberto Marí del Valencia para alimentar el frente de ataque. En el equipo ché actuó en 22 jornadas (un par de ellas en el once). Su rendimiento en el conjunto aragonés está dinamitando la paciencia de técnicos y afición. Todavía no ha marcado en Liga y cada vez que se le reclama, el delantero pasa de largo, invisible. Sebastian Kosa es un tema aparte pero bien podría entrar en este catálogo. Fijo en el Spartak Trnava eslovaco, lo poco que se le ha visto no ha invitado al optimismo. Además, una fractura de tobillo le tiene de baja.

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