El Real Zaragoza, que desde la apertura de la ventana de enero sólo ha realizado un fichaje, visita La Rosaleda para encontrar una victoria, la primera con Ramírez, que le aporte más estabilidad deportiva y social que ilusiones
El Real Zaragoza ha conseguido una victoria en las diez ultimas jornadas, ha visto como Víctor Fernández ponía los pies en polvorosa y está a la espera de que su nuevo entrenador, cuya cabeza fue solicitada en su debut en La Romareda, firme un triunfo después de dos intentos fallidos que aporte algo de estabilidad deportiva y social. Bajo esa tempestad, aún hay quien sueña en una reacción milagrosa que permita al equipo insistir en la sexta plaza, es decir en el playoff. La vida es un sueño y Fernando López, director general y experto diseñador de cortinas de humo, pone el listón a la altura de récord mundial, pero la distancia es sideral, demasiada como para que el vestuario y el entrenador, que se manifestó al respecto de la hazaña, piensan mucho más allá del día a día. Si existía un hilo de esperanza, residía en la capacidad de Juan Carlos Cordero para reforzar en serio gran parte del equipo que en verano se quedó muy incompleto. Han pasado cuatro semanas y restan nueve días para que bajen la persiana del mercado y el conjunto aragonés es el quinto que menos ha fichado, tan sólo al mediocentro hondureño Kervin Arriaga.
Necesita centrales, extremos y un delantero. De todo para intentar cambiar el rumbo por completo. Se presenta sin embargo en La Rosaleda (18.30) con la baja de Bazdar y las ausencias por lesión de Francho, Soberón y Cristian, este último para no volver con toda probabilidad a citación alguna. Ramírez recupera a Tasende para continuar con una defensa de cinco que va contra la naturaleza de una Real Zaragoza que sólo sabe atacar a lo loco, lejos del orden que pretende imponer el técnico canario, y es muy posible que entregue la titularidad a Kervin Arriaga… A Cordero, es decir la propiedad, famoso por su manejo de los tiempos de las operaciones que no de las contrataciones, se le ha parado un reloj al que sus superiores tampoco parecen querer darle demasiada cuerda. El tópico de que en esta ventana los asuntos se resuelven a última hora y que no todo lo que reluce es oro, es válido cuando se buscan un par de retoques que eleven el nivel. En el caso del Real Zaragoza, sus urgencias implicaban una máxima celeridad para cerrar negociaciones y con futbolistas de cierta o mucha altura al menos en esta categoría. No hay voluntad sincera para cargar de combustible el tanque vacío.
Ganar este domingo es importante pero no para un proyecto ya fracasado por dos veces. Se han tirado a la basura tres partidos de la segunda vuelta. Los tres puntos son obligatorios para no empezar a mirar hacia abajo por muy complicado que parezca complicarse la vida. El encuentro contra el Málaga, que es uno de los cuatro que aún no han fichado, lo carga el diablo que ya estuvo presente ante el Tenerife. Los jugadores de Pellicer, que recupera a Kevin Medina y Alfonso Herrero, dos de sus pilares, son los menos goleados como locales, precisamente ante un rival que sigue fallando en defensa aun amurallado y que ha perdido chispa en ataque, y, con un punto más que los aragoneses, también miran de reojo hacia arriba en el año de su regreso a Segunda. Ramírez juega otro partido más en Málaga. Acaba de llegar y está encañonado ante la puerta de salida. El Real Zaragoza inmovilista y desquiciado ha perdido el norte. La victoria supondría salud mental, que no es poco.