Son demasiadas las emociones a la que está expuesta la afición zaragocista en estas últimas semanas. Da la impresión que cualquier noticia negativa lleva ya impreso el consuelo a través del sentimiento. Hacía tiempo que se podía palpar que la continuidad de Iván Azón estaba unida al éxito de los delanteros fichados por Juan Carlos Cordero. Víctor Fernández le utilizó siempre como revulsivo al no disponer de los elementos suficientes para aguantar los más de noventa minutos de juego cuando llegaron las lesiones en agosto y septiembre. Algo muy distinto es la manera de negociar con él y el aluvión de rumores que se precipitaron hasta su salida en las últimas horas del cierre del mercado de invierno. La actitud ante el público y sobre el césped de Francho es también prudente y ejemplar porque cuando puede jugar se entrega en la titularidad o la suplencia en varias funciones sobre el campo. Marc Aguado no tenía opciones desde que llegó por su posición táctica incompatible con el fútbol de los tres últimos entrenadores del Real Zaragoza. Y el regreso de Raúl Guti creo que es tan necesario en el aspecto futbolístico como en el del reconocimiento de sus valores morales y emocionales. Eso sí, me da la impresión que el caso podía haberse resuelto durante la pausa navideña para una adaptación más rápida a la plantilla. El club ha dirigido la nube sentimental hacia ese lado para ocultar la salida de canteranos y la escasez de las llegadas solicitadas por Víctor y MAR que ha quedado un poco al aire al sentir el escaso valor de sus propuestas.
¿Qué ha ocurrido con Cristian Álvarez? ¿Por qué no jugó el partido de Copa? ¿Se ha aprovechado la decepción de no haber llegado al límite salarial tan importante con el que se podía haber fortalecido al equipo para buscar la promoción y llegar al corazón del zaragocismo? Creo en la honestidad del guardameta, en su total implicación con el Real Zaragoza y en su liderazgo en el vestuario, así como todas sus manifestaciones hacia el club, sus compañeros y la gente. Una homenaje contra el Burgos cuando él no puede jugar, un destino ofrecido ya ocupado por otra persona en la directiva y una despedida organizada el día después de renunciar a la lucha por los play off con un despliegue de la comunicación del club realizando un documental digno de los premios Goya, es demasiada casualidad.
Ya nos van deslizando que 2027 será el año, que deberemos asumir las dos temporadas del estadio desmontable, que para entonces ya se habrán ocupado los cargos del organigrama expuesto por López en la reunión exclusiva con los trescientos abonados zaragocistas, donde solamente faltaba Leónidas al frente de los espartanos.
Me da por malpensar qué pasaría si, por algunas de esas casualidades de la vida, al año que viene se pusiera el equipo en posiciones de ascenso.
¿Lo haría no ascender la propiedad por no tener aún el campo nuevo?
¿Le negaría el ascenso la inefable lfp por no cumplir el campo de juguete no sé qué condiciones?
Tendría si gracia
…Su gracia…