Los responsables de la cantera zaragocista le citaron ayer en la Ciudad Deportiva para una reunión que Iván Martínez no tenía en su agenda. Se acercó desde su casa de Cuarte, entró en el despacho, y le presentaron la carta de despido cuando unas semanas antes Torrecilla le había comunicado que seguiría al frente del filial en cumplimiento de su contrato, que se pusiese manos a la obra para empezar la pretemporada con el Deportivo Aragón. «Me quedé frío, no lo esperaba ni por lo más remoto y mentiría si digo que no me dolió mucho. Muchísimo», explica el técnico. «No me dieron grandes explicaciones, solo que no se contaba conmigo. Pese a todo, estamos en esta profesión para lo bueno y para lo malo, y pese a que no comparta esa decisión, las personas que me comunicaron el cese me merecen todo el respeto del mundo porque fueron las mismas que confiaron en mí. Les debo mucho y no voy a cuestionar su trabajo porque, afrontar casos como el mío, no debe ser muy agradable».
Iván Martínez se marcha del Real Zaragoza, de su casa, después de una temporada intensa, dura, muy complicada. Venía de un juvenil campeón y europeo, de una notable pretemporada con el filial hasta que Lalo Arantegui le propuso hacerse con la primera plantilla tras la destitución de Rubén Baraja. El director deportivo le presentó como un entrenador para el resto del curso mientras la directiva negociaba a marchas forzadas el regreso de Víctor Fernández. «Soy un hombre de club y sigo convencido que hice lo que debía. No pensé ni un solo instante en mí sino en el equipo, en aportar lo que pudiera para salir de una situación complicada. Nos encontramos con nueve lesionados y un calendario escalofriante, pero no soy alguien que busque excusas. Me exijo y exijo lo máximo, voy de cara y si me equivoco por lo menos soy yo mismo. Me queda la tristeza de no haberlo conseguido, pero en la firme convicción de que lo intenté con todas las fuerzas y la ilusión del mundo».
En su despedida, a 1 de julio, ya sin apenas reacción para encontrar otro destino en los banquillos, Martínez quiere subrayar que su paso por el club aragonés le ha reportado grandes satisfacciones. «Que te inviten a irte del lugar donde siempre has soñado estar y en el que he tenido tantas satisfacciones en mi trabajo con la cantera, no es sencillo de digerir. Pese a todo, solo puedo estar agradecido al Real Zaragoza, a toda las personas que han estado a mi lado y de las que he aprendido tanto. Aunque sería sencillo dejarme llevar, no cabe en mí el rencor ni los reproches. Como no puede ser de otra forma en un zaragocista, deseo lo mejor al club, a todos los que lo componen y que tanto luchan a diario por mejorarlo».
El técnico insiste que se va con el orgullo intacto «pero no como contestación a nada, sino porque ha dirigido al Real Zaragoza, y eso para cualquier entrenador aragonés es un premio de por vida. Lo que más me llena, aunque no lo hago mío en exclusiva porque no sería justo, es que haya colaborado a que chavales del juvenil sean parte muy importante de la primera plantilla, un gran patrimonio presente para el club. Aun en la pena de cómo ha terminado todo, me siento un afortunado. Se me ha abierto una puerta para que salga pero sentimentalmente nunca la voy a cerrar. Gracias, de verdad».
Penoso. Qué vergüenza. Hay algo que no sabemos la afición, porque a 1 de julio este disparate …