La seguridad que transmite la seguridad de Gabi

Después de la victoria del domingo, imagino que los ejercicios de sinceridad de los aficionados del Real Zaragoza sobre la confianza depositada en que el partido terminase así fueron de lo más variopintos. No es para menos. Que el día anterior hubiera vencido el Eldense, colocando esa etiqueta provisional de «entra usted en zona de descenso», añadió un plus de temor a la situación que invitaba a ver el partido desde el borde de un abismo.

Uno ya no sabe si tirar más de razón o de fe, y si esta mueve o no montañas, como se planteaba el otro día mi compañero Ortiz Remacha. Tampoco tiene sentido darle demasiadas vueltas a la cabeza ni a los sistemas que puede emplear Gabi Fernández ni a los jugadores más apropiados para saltar al campo. Primero, porque esto último es ámbito de decisión del entrenador, que maneja siempre la información más completa de sus recursos; y segundo, porque ahora mismo lo que se precisa es una amalgama de futbolistas convencidos de sacrificarse hasta la extenuación esté quien esté en el césped. No es tiempo de galones ni de reproches. De más o menos canteranos en el once. Es el momento de un grupo soldado en torno a un escudo, dispuesto a ofrecer el mayor compromiso al que posiblemente nunca antes se haya visto invitado.

En el presente estado de ansiedad colectiva, se ha demostrado que el jugador más inesperado es el que puede darte la gloria del triunfo. Y no me refiero solo al testarazo de Jair, que había recibido fuertes críticas por su regalo una semana antes al Racing, sino a la aparición de futbolistas como Ares o Aketxe, desprovistos de protagonismo en las últimas semanas.

Gabi me transmite mucha seguridad por la seguridad que transmite. Se la juega con declaraciones muy comprometedoras respecto al rendimiento que espera de los suyos, tira la moneda al aire y cae de cara. Se podría decir que llama a la buena energía con su desempeño. Claro que se le nota nervioso en los partidos, pero no pierde ese porte elegante de quien controla una situación o al menos quiere que los demás piensen que la controla. Y no se me antoja la suya una pose artificial.

De momento la Gabineta, que empezó siendo un microbús, ya tiene cincuenta vagones cargados de moral en espera del siguiente envite también en casa contra el Eibar. El equipo guipuzcoano hizo una temporada pasada fantástica, pero en esta, las cosas se le han torcido de tal manera que una derrota en La Romareda lo dejaría en situación muy delicada. Lo contrario, mejor, ni lo mentemos.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *