El Huesca viene roto pero rompedor

El Real Zaragoza, pese a las numerosas baja de su rival y con el factor campo a favor, cometerá un error gravísimo si se fía de un rival que es más equipo

Cualquiera que argumente que el Real Zaragoza parte con ventaja para recibir el próximo domingo al Huesca es que desconoce la realidad de ambos, la intrínseca, la que explica por qué uno está jugando por la salvación y el otro por el ascenso. Si acaso se han igualado las fuerzas del duelo aragonés por el tiroteo de tarjetas rojas que sufrieron los azulgrana frente al Racing y que le deja para la visita a La Romareda sin sus tres centrales titulares, Loureiro, Jorge Pulido y Rubén Pulido (este por ciclo), además de Hugo Vallejo, quien vio la doble amarilla. Se acentúan las desgracias para Antonio Hidalgo en la portería por la lesión de Dani Jiménez, con rotura de la cabeza del radio, y la ausencia de Juan Pérez, con problemas musculares. Pereda, del Huesca B y debutante el sábado ante el Racing, apunta a la titularidad en este encuentro de máxima tensión en todos los sentidos. Aun así, Gabi Fernández también podría lamentar ausencias importantes si los servicios médicos no le confirman a lo largo de la semana que Arriaga y Francho, fundamentales en la medular, estarán en condiciones de participar en ese partido después de perderse el del Levante. Por el momento, en defensa ya deberá realizar un cambio obligado al cumplir Vital ciclo de tarjetas (se ha recurrido la última), con la opción remota de un Lluís López recién salido de la enfermería, Kosa, que apenas ha contado en toda la temporada, y Clemente, improbable solución para acompañar a Jair en el eje central. Queda Arriaga como recurso si es que el hondureño llega a tiempo. O que los comités perdonen al portugués.

El Real Zaragoza necesita mucho más que una campaña de márketing para convencer que está capacitado para sumar estos tres puntos. La desgracia ajena no es un argumento recomendable, ya que descubre la propia inseguridad. Si acaso le queda el acompañamiento de su gente, que una vez más volverá a completar el aforo en su apoyo incondicional y ejemplar para solucionar cuanto antes la permanencia en una cita que alcanzará las cotas más altas de adrenalina por tratarse de una cita especial. Sin un átomo de fútbol que llevarse a la boca, el conjunto de Gabi apela a su gente como factor determinante. El brazo de la afición tiene una extensión muy larga, pero por mucha poesía que se disemine sobre la influencia de la hinchada, también limitada si los jugadores no interactúan desde el césped. Maltrecho el Huesca por las circunstancias, lo suficiente sin duda para que le afecte, en el fondo y en la forma es más equipo que el Real Zaragoza, producto de una gestión infinitamente superior desde los despachos y el banquillo de El Alcoraz. Los dos se cruzan en el camino con rachas desalentadoras (cinco derrotas los oscenses en siete partidos y un triunfo los blanquillos en once jornadas), aunque con estados de ánimos y estructuras deportivas divergentes. Sus crisis no tienen puntos en común porque mientras uno aspira a esquivar el descenso el otro persigue la promoción. Las urgencias harán que la sangre hierva para los visitantes, menos obligados, y queme en los locales.

La SD Huesca dispone de prestaciones en su plantilla como para amortiguar el impacto de las expulsiones y lesión que sufrió el sábado, además de la baja de Sergi Enrich, autor de siete goles, por la cláusula del miedo. No es un vestuario de lujo ni sobrado de piezas. La clave de su sobresaliente temporada, ya que su objetivo original era la continuidad en la categoría con un modestísimo presupuesto (salvó su situación financiera «in extremis» gracias al Grupo Costa y al Grupo Arqa), reside precisamente en la administración de la equilibrada plantilla que logró reunir Ángel Martín González, exdirector deportivo del Real Zaragoza, y a la que Antonio Hidalgo talla en el día a día para alcanzar una competitividad muy por encima de los nombres y de las privaciones que genera el desarrollo del campeonato. El Huesca es un bloque compacto, muy complicado de ganar y golear, con un gran producción a balón parado y un espíritu tribal que minimiza sus defectos, entre ellos sus dificultades para marcar fuera de casa. El Real Zaragoza puede vencer porque este torneo tramposo guarda bajo su manga cartas marcadas para cada partido o porque en este compromiso suba su nivel cualitativo. No porque el Huesca, un experto rompedor, venga roto.

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