Aquel domingo 13 de febrero de 1994… Creíamos que era un sueño. Quizás lo fue. Quizás asistimos al mejor partido del Real Zaragoza en la historia de La Romareda. No ha habido otro igual desde entonces. ¿El 6-1 al Madrid en la Copa del 2006 con Diego Milito y Ewerthon crucificando a Casillas? No lo sé. O sí. El 6-3 al Barça tuvo la esencia del fútbol en su estado más puro, un aroma irrepetible a espectáculo total, de orquesta en la que cada instrumento producía su propia sinfonía. La galopada de Cáceres cruzando el universo del estadio para marcar el primer gol; la dulce asistencia de Belsué para el siempre puntual Gay; la zorrería de Esnáider en el gallinero de Cruyff; la pompa de jabón con dinamita que elevó Higuera sobre Zubizarreta; la danza de la cobra del Paquete al portero vasco para entregarle el sexto a Poyet. Cómo no, los centros en su justo punto de cocción de Aragón mientras Romário intentaba maquillar la tunda. Y La Romareda sin aliento, sin tiempo para saborear la excelencia, sentada a la mesa donde servían un manjar tras otro. Aún me atraganto recordándolo. Qué festín de placeres.
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Yo me quedo con el 6-1 al mandril. También es cierto que lo viví en el campo y eso ayuda mucho. El 6-3 al farsa fue histórico también, pero con aquel Zaragoza era como que ya estábamos acostumbrados, era algo habitual…
Lo viví desde Infantil puerta 9, 6-1 al Real Madrid fue mi definitiva conversión al zaragocismo,
Rubial, García Castany, Diarte, Arrua, Soto 3 golazos de mi gran ídolo García Castany jugador ambidiestro y con algo que apreciaba La Romareda auténtica, control orientado a un toque siempre cabeza levantada y seda en sus botas para dar pases que saltaban líneas, hoy se ovaciona salvar un saque de banda y venga «Moverse Maños» y a cantar el himno a capella, con medios que todos pagamos, aullando el domingo «El partido más importante de la historia» y mañana programa de radio con jugadores que jamás han marcado época. Qué vergüenza, ni siquiera en tu óbito te respetan, yo te ame y te amo y significar «Nadie muere mientras haya alguien que viva y te recuerde» y siempre irás en mi corazón y en mi recuerdo, GRACIAS ROMAREDA.
El silencio nos haría cómplices.