El calendario propone un teórico camino para la reacción con partidos contra Albacete, Ceuta, Mirandés y Córdoba, rivales, salvo los jabatos, con un irregular comienzo de temporada
Un mes tiene el Real Zaragoza para, posiblemente, saber cuál será su destino esta temporada y si Gabi Fernández ha conseguido o no darle este equipo otra denominación que la del garrotazo que lleva impreso hasta el momento. En la octava jornada y con el eco del pregón de las Fiestas del Pilar de fondo, el conjunto aragonés recibirá en el Ibercaja Estadio al Córdoba, a estas alturas en la parte baja de la clasificación con 4 puntos sumados en Pucela (0-0) y este fin de semana en una remontada contra el Castellón (2-1). Ese 5 de octubre habrá ya mucha información pese a que el campeonato esté aún en pañales. Sin ninguna victoria y un par de empates, el próximo lunes el calendario propone un teórico camino para la reacción con la visita del Albacete, en posiciones de descenso y un 1-4 todavía de cuerpo presente frente al Mirandés en el Carlos Belmonte. De ese encuentro de necesitados, el Real Zaragoza no puede permitirse salir corneado con la plantilla cerrada y sin la excusa de que lo intempestivo del mercado ha condicionado los planes del entrenador. Gabi, a excepción de Tachi, Tasende y Kosa, lo tendrá todo para un partido del que, por salud deportiva y mental, le conviene salir ganador.
No hay ninguna garantía de que la cita vaya a ser apacible pese a que el cuadro de Alberto González venga con tan poco grano recogido en la cosecha. Las derrotas con Real Sociedad B y Andorra y las igualadas frente a Castellón y Valladolid gracias a Dani Gómez, que se ha inventado dos goles de la nada, han dejado un poso de insatisfacción general no sólo por los marcadores, sino sobre todo por lo ocurrido en el campo, donde el fútbol empleado se ha reducido a lo más prehistórico de este deporte. De los doce fichajes, como refuerzo en el más amplio sentido de la definición sólo se puede considerar a Paul Akouokou. El resto son jugadores de clase media y veteranos por lo general de quienes se espera que rindan por encima de sus historiales. Cabe la posibilidad de que se produzca una fusión de factores que originen un motor competitivo fiable, pero existe otro problema: hasta qué punto Gabi es el gestor adecuado para alinear planetas tan opuestos y de imprevisible respuesta. El técnico madrileño ha buscado señales de vida sin despegar, desde el porche de casa, reacio a asumir riesgos que despeinen su innegociable y recio programa defensivo.
Alrededor de la órbita de Akouokou, por cierto un mediocentro no tan posicional, va a girar el temario. Como antes Arriaga, el costamarfileño llevará el candil para sortear las sombras de una medular física y creativamente muy justa. En su debut por accidente quedó claro que será el jefe y también que va a necesitar ayuda. Y en estas cuatro jornadas sin triunfos, los mejores han sido Saidu liderando con insolencia y destreza las buenas actuaciones de Juan Sebastián, Adrián Rodríguez y Dani Gómez, un portero, un central por obligación, un lateral y el delantero de cabecera de Gabi. El resto de la compañía ha tocado el tambor en la trinchera donde les ha confinado su entrenador. El periodo de reflexión o de luto por los fichajes que no llegan ha terminado. Ganar al Albacete pasa por un mayor atrevimiento, por un mensaje directo y claro de que el balón merece un tratamiento más sofisticado y constante. El Ceuta en su terreno, donde ha logrado su primera victoria contra el Huesca para luchar por la permanencia como objetivo esencial, será otra oportunidad para tomar impulso. Con otro desplazamiento consecutivo para enfrentarse al Mirandés en Anduva en la cita más exigente de las cuatro, el compromiso con el Córdoba en casa cierra esta miniliga para celebrar las Fiestas en paz o con el cachirulo apretando el gaznate como una soga.