El Real Zaragoza supera cada temporada en varias ocasiones diferentes registros negativos desde hace años. La tristeza cierra poco a poco las escasas opciones de ilusión de una afición que soporta como algo normal el fracaso sin darle mayor importancia. Solamente la rabia al final de los partidos o el disgusto, que dura algo más hasta que volvemos a la rutina. Porque el día a día desde hace varios años nos está robando la vida miremos a un lado u otro de nuestro planeta.
Nos han hecho desear el derribo de un estadio envejecido y abandonado hasta por la calidad del fútbol mostrado últimamente y los adversarios recibidos. Hemos sido convencidos que todo iba a cambiar enterrando un emblema que nadie quiso realmente salvar en el último cuarto de siglo. Pensamos que era divertido ver construir un campo de quita y pon mientras se erigía la catedral del espectáculo en una nueva vida pactada por la oligarquía y sus colaboradores necesarios. Según la Inteligencia Artificial, oligarquía es «un sistema en el que el poder político y social está concentrado en un grupo reducido de personas, quienes suelen compartir una misma casta y utilizan su influencia y riqueza para mantenerse en el poder y en beneficio propio. Este término describe tanto un régimen de gobierno en el que una minoría controla el poder como a la facción poblacional que lo ejerce, a menudo defendiendo sus intereses y fortunas». Más claro, agua. Los de siempre, los que están en todos los sitios, y en este caso sus inversionistas de riesgo que exigen la garantía de generar capital sin importarles el destino de su dinero siempre que se rentabilice. ¿Les importan a Jorge Mas, Joseph OugHourlian, Jim Carpenter, Gustavo Serpa, Jim Miller o a Mark Affolte los aficionados del Real Zaragoza o la vuelta del club vuelta a Primera División? Supongo que algo más le motivará a Juan Forcén que mantiene su participación pese a la venta de la propiedad por parte de la Fundación Real Zaragoza 2032 de la que formaba parte y que sigue en contacto con sus antiguos miembros. También a los accionistas cercanos al Atlético de Madrid y empresas de representación de futbolistas por ampliar su poder en el mundo del fútbol profesional.
La derrota del domingo en Ceuta significó el blindaje del club y el silencio más absoluto durante dos días en sus redes sociales y entorno. ¿Dónde estaba el portavoz para responder a la inquietud del colectivo zaragocista? Bueno, habrá que saber quién es realmente el hombre fuerte en estos casos, si el director deportivo o el director general que, un par de veces por temporada, se da una vuelta por los medios escritos y audiovisuales clásicos el mismo día para que no parezca una rueda de prensa. Alguna pequeña filtración interesada, la coincidencia de un periódico o una televisión en las horas siguientes a la crisis para guiar a los seguidores blanquillos y poco más, excepto el listado de entrenadores libres para que cada cual se haga su composición de lugar.
Gabi regresó a los entrenamientos el martes con el grupo, queda en el aire si «es un proyecto real o no» como dijo en la sala de prensa ceutí y si «alguien abandona el barco» curándose en salud por lo que pudiera pasar. Mientras tanto se siguen construyendo los cimientos de la Nueva Romareda bajo las expectativas previstas y el apoyo político al margen de los sentimientos de niños, jóvenes, veteranos y mayores, algunos de los cuales nos dejarán mientras deportivamente el equipo se hunde y sin llegar a entrar al nuevo coliseo zaragozano.