Rubén Sellés contra la chapuza de Indias

La teoría extendida de que el vestuario actual tiene jugadores de mayor nivel se desmorona por sí sola con la sentencia de la clasificación mientras el técnico resetea el equipo para construir una identidad distinta

En toda crisis de dimensiones mayúsculas, las teorías sobre causas y soluciones se reproducen como esporas. El Real Zaragoza, un histórico en vías de despedirse del fútbol profesional, esta generando foros emocionales, sociales, políticos, deportivos e incluso de tramas conspiratorias para explicar o entender los porqués de esta anomalía que por otra parte no es nueva. Todas las opiniones y debates tienen un componente cierto. Esto es fútbol y no existe universo tan perfecto para la convivencia con idéntico peso de las conjeturas de científicos y de la gente de pie. Una de sus apreciaciones, defendida cómo no por el padre de la criatura, Txema Indias, es que esta temporada hay mejor plantilla que la anterior, pero se desmorona con una simple observación de la clasificación y de los números, revelaciones incuestionables de un rendimiento y una gestión deportiva bochornosos. El conjunto aragonés, pese a las 13 nuevas incorporaciones, guarda un acentuado paralelismo con el curso pasado, es decir que como mucho su nivel le da para luchar una vez más por la permanencia.

Contra la chapuza del director deportivo, sin olvidar la mano de Gabi que meció la cuna desde el banquillo hacia el abismo en nueve jornadas, intenta resetear el equipo Rubén Sellés. El técnico valenciano se ha encontrado con un Real Zaragoza despersonalizado, sin futbolistas diferenciales en ninguna línea y ajeno a cualquier patrón estratégico en función de los materiales de segunda clase que tiene en el almacén. Sobre la marcha y con la losa psicológica de la última plaza a sus espaldas, el entrenador va aprendiendo día a día para conseguir aplicar un formato competitivo que le ayude acabar la temporada fuera de las últimas cuatro plazas. Sin experiencia en el fútbol español, su objetivo no está tan centrado en conocer la idiosincrasia de esta singular competición como en potenciar lo poco potable del grupo y minimizar las múltiples insuficiencias. El proceso está aún en un intercambio de conocimientos para plasmarlos en el campo sin recurrir a las urgencias pese a que el tiempo se vaya consumiendo como un azucarillo en un mar de ácido.

Una gran parte de los seguidores se van a manifestar contra la directiva en la visita del Deportivo entrando más tarde al estadio cuando el club hay previsto un minuto de silencio en los prolegómenos por el fallecimiento esta semana del cadete Jorge Casado. Se supone que todo se gestionará con sensatez. En esta atmósfera tensa como la cuerda de un ahorcado, Sellés ha tocado la fibra emocional para que, pese a todo, el público continúa siendo pieza capital en este proceso de reactivación. La oportunidad que se le presenta para promocionarse profesionalmente en nuevo mercado es estupenda, más teniendo en cuenta la magnitud de la dificultad y del tamaño de la institución que le ha contratado. El entrenador ha captado los problemas, en primer lugar que en el fútbol hay que jugar al fútbol con grandes o pequeñas herramientas, y ha cambiado la estructura para establecer una relación con la pelota más prolongada y un estrechamiento de los espacios que facilite la incomodidad de los rivales. En El Molinón puso la primera piedra de un Real Zaragoza con una identidad muy distinta a la era Gabi. La posición de Guti de falso delantero para acompañar en la presión escalonada a Soberón, Valery, Cuenca y Francho y la defensa unos metros por delante de lo habitual manifestó cuáles son sus intenciones. En el repliegue, 8 o 9 estuvieron por detrás de la pelota. A balón parado, se continúa en primaria.

El juego por fuera pasa a un segundo plano. Con Paulino lesionado y el presentimiento de que su aportación no va a ser mayor de la que tuvo en otros destinos, prescindió de Moyano, intocable en el once hasta ese momento. Es más sencillo concentrar sacrificio que talento, sobre todo cuando éste cotiza muy a la baja. Todo el mundo trabaja horas extras en ese cuadrado táctico que tiende a llevar los sucesos, el robo y la toma de decisiones rápidas, a campo contrario. El Real Zaragoza sigue siendo esclavo de la propuesta del adversario con el matiz de que quiere mostrarse con personalidad propia. Sellés está ejerciendo una transformación que, sin embargo, está supeditada sin remedio individual a unos futbolistas con una mínima capacidad creativa y finalizadora. Contra el Sporting eligió a Soberón en ataque porque es quien más olfato tiene. La anarquía de Bazdar y las características de Kodro de delantero de área les relegan al papel de secundarios en este nuevo cosmos. En el centro del campo, ha instalado varios focos de energía en lugar del faro de luz del que carece.

La labor de Sellés, aun con su buena predisposición y análisis, resulta ciclópea. Centrales como Insua, los ahora lesionados, Radovanovic y Tachi y laterales chatos como Aguirregabiria y Pomares hacen de la zaga un territorio vulnerable a la carrera si el contrincante supera la primera presión. La ausencia de Akouokou, muy lejos de la productividad que ofertaba Kevin Arriaga, tampoco ayuda a una medular que se deberá reinventar en no pocas ocasiones. El eje defensivo no es mucho más exuberante que el que formaban Lluis López, Jair y Vital, ni en los costados Calero, Luna o Clemente desmerecían a los actuales propietarios. Marc Aguado tiene la confianza de Sarabia en el Elche, en Primera, y se le ve feliz en ese ecosistema, y Liso es uno de los incombustibles guerreros de Bordalás en el Getafe. Azón, para un equipo con aspiraciones medias, tiene más cuajo atacante que Kodro o Dani Gómez. En la portería, Adrián y Andrada todavía no han confirmado más seguridad que el inestable Poussin… ¿Hay mejor plantilla este año que el anterior? Si acaso parecida siendo amables, lo que se traduce en salvarse como sea, con Sellés escarbando en soluciones compactas para reparar el embrollo de Indias.

Foto Real Zaragoza

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