Aguirregabiria pone música a las oraciones

Un golazo por la escuadra del lateral que el Real Zaragoza administra con coraje da la primera victoria en el Ibercaja Estadio frente a un Huesca decepcionante

El Real Zaragoza se encontró con un rival a su medida y sacó adelante la primera victoria de la temporada en el Ibercaja Estadio. Lo hizo con un gol majestuoso de Aguirrebariria, su lateral derecho, que reventó el balón y la escuadra de Dani Jiménez en la primera parte, cuando los locales tenían oxígeno y robaban el suyo a un Huesca atrapado en sus miedos y en la presión constante y alta de su rival. El defensa enganchó un disparo tremendo que venía rechazado, con los que se termina una jugada para evitar complicaciones. El esférico, sin embargo, cogió una trayectoria perfecta, ideal. Martín soñará el resto de su vida con ese lanzamiento, el tercero que emboca en su carrera, un tanto que hizo feliz a la afición y la hizo olvidar, al menos por un domingo, que su equipo es colista a seis puntos de la salvación. Posiblemente de no ser por esa obra de arte, el encuentro se hubiera clausurado sin novedad en el marcador, por que ambos dejaron al aire sus vergüenzas ofensivas, unas carencias en ataque que les ha llevado a las cloacas de la clasificación.

Después de seis derrotas consecutivas, el Real Zaragoza puso música con esa diana a sus oraciones, que tendrá que seguir entonando el resto del curso para salir del charco donde se halla. Además de rezar, deberá seguir buscando soluciones terrenales a su fútbol, en esta ocasión más valiente y por momentos con una circulación alegre, pero huérfano de cuna de desborde y combinación más allá de tres cuartos. Se impuso porque hizo lo que los altoaragoneses, decepcionantes también con Bolo, ni se atrevieron a intentar: tácticamente estuvieron mejor puestos y tiraron de coraje de principio a fin. Físicamente aguantaron a duras penas. Keidi Bare y Valery, que entraron en la alineación, permitieron un control mayor de la pelota, con Guti y Francho ejerciendo de motores con libertad de movimientos en la medular. Salvo el capitán, el resto acabó con los pulmones y las piernas descosidos, también Radovanovic, expulsado en la recta final por llegar a destiempo para cortar una carrera de Ntamack. Sellés fue goteando los cambios como un cirujano que va salvando al paciente mientras órgano tras órgano se va apagando. Los relevos de Saidu, que acabó de central, y de Tasende para formar un doble lateral impidieron el fallo vital, sin que el Huesca apenas despeinara a Andrada.

Después de la ocurrencia de Aguirregabiria, sin duda el mejor jugador con diferencia en una noche que se fue cerrando hasta hacerse imposible de digerir deportivamente y tan sólo iluminada por la corriente emocional de la necesidad, el Real Zaragoza regresó a la habitación del pánico. Y puso una doble capa de cemento imposible para su adversario, que hoy en día se agarra sin evitar sus sucesivos accidentes a la jerarquía de Pulido. El resto, además de estar acongojado por la situación, va justito de casi todo. Que Sergi Enrich sea la referencia arriba dice lo mismo que cuando Bakis asume ese papel en los minutos que le regala su entrenador: no hay nadie en casa. Antes de que el turco saltara al campo, Kodro y Soberón habían bailado juntos en el once. Sellés quiso otra cosa con una pareja de delanteros que le dieron lo que pueden, alguna descarga y trabajo. Ambos, por lo menos, abandonaron la pista con la camiseta sudada y el sentimiento del deber cumplido aun sin oler el área.

En el Ibercaja Estadio fue el Huesca el que se comportó como un colista. Nunca saltó líneas, ni por dentro ni por fuera, con Oscar Sielva, terrible en el saque de las faltas, y Jesús Álvarez achatados primero por la asfixia del Real Zaragoza y después por una congelación de ideas, sin verticalidad ni intención dañina. Dani Jiménez, al igual que Andrada, tuvo una noche plácida. Sólo el cañonazo de Aguirregabiria rompió su calma sin que pudiera hacer nada más que salir en la foto de la jornada con un vuelo infructuoso. La rivalidad ni asomó por el estadio. Bastante están los dos equipos como para entretenerse en sacar pecho comunitario. El Huesca terminó más pálido de lo que había llegado a este enfrentamiento –tiene muy mala pinta– y el Real Zaragoza, además del partido, se ganó la fiesta de la grada, que celebró el final casi como la conquista de un título. Eso sí habrá que continuar con el Padrenuestro o con goles desde 30 metros para defenderlos a vida o muerte en este calvario donde un córner se aplaude como la entrega de un Oscar.

Real Zaragoza 1: Andrada; Aguirregabiria, Insua, Radovanovic, Pomares; Francho, Keidi Bare (Saidu, minuto 72), Guti (Toni Moya, minuto 84), Valery (Tasende, minuto 84); Soberón (Sebas Moyano, minuto 79) y Kodro (Bakis, minuto 79).

SD Huesca 0: Dani Jiménez; Carrillo (Ntamack, minuto 83), Pulido, Iñigo Piña, Julio Alonso (Ro Abajas, minuto 83); Jesus Álvarez (Ángel Pérez, minuto 70), Sielva; Dani Luna (Dani Ojeda, minuto 77), Kortajarena, Portillo, Sergi Enrich (Enol, minuto 67).

Árbitro: Lax Franco, del colegio murciano. Mostró cartulina amarilla a Keidi Bare, Valery, por el Real Zaragoza; y a Ángel Pérez, por la Sociedad Deportiva Huesca. Expulsó, por doble amarilla, a Radovanovic, en el minuto 89.

Gol: 1-0, minuto 12: Aguirregabiria.

Incidencias: partido correspondiente a la decimocuarta jornada de liga, disputado en el Ibercaja Estadio con la presencia de 16.078 espectadores.

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