La ausencia de última hora del centrocampista por unas molestas de rodilla resta pulmón y brío a un Real Zaragoza sólo voluntarioso que choca contra la roca del Cádiz (1-2)
Francho había encontrado su lugar feliz en esa posición de interior avanzado para morder en la presión alta y desplegar sus pulmones de acero en todas las direcciones y el Real Zaragoza había encontrado al Francho más próspero de los últimos tiempos. Una noticia corrió como la pólvora el Ibercaja Estadio antes del partido al anunciarse la alineación y heló a los asistentes al ver al canterano fuera de ella. No parecía una decisión técnica, y se confirmó que se había quedado fuera del once por unas molestias en la rodilla. No es un jugador diferencial por sí mismo, pero sí un tipo que contagia, y para este Real Zaragoza tan necesitado de amores a quemarropa por el escudo y el sacrificio, su ausencia resultó determinante en la estructura de un bloque que se ofusca en la niebla cuando pierde una de sus columnas maestras. Sebas Moyano fue el elegido para sustituir al capitán y quedó claro por qué hay titulares y reservas por mucho que Rubén Sellés intente igualar su ascendencia. Keidi Bare estuvo en su línea de líder y recolector de balones para edificar y para dinamitar y Guti barrió la zona con vehemencia, pero el centro del campo se resintió de la alteración de ese triángulo que nivela las líneas y da sentido a un escrupuloso trabajo colectivo. El Cádiz, rocoso en defensa, limó a un rival sin apenas relevancia ofensiva y con dudas atrás y derrotó a un conjunto aragonés que sale perjudicado de una jornada en la que aspiraba a dejar la zona de descenso: se vuelve a instalar en la cola y con las victorias del Andorra en Valladolid (0-1) y del Sanse en La Coruña (0-3) retrocede a cuatro puntos de los puestos de salvación. Está la categoría como para ampararse en errores ajenos. No habrá dulce Navidad.
La lesión temprana de Aguirregabiria, otro que estaba en su mejor versión, acentuó los problemas al fracturar por completo la sociedad de la banda derecha entre dos futbolistas que habían sintonizado en sus respectivos papeles de agitadores. Sebas Moyano se quedó a camino de ninguna parte y Juan Sebastián se ocupó del lateral sin darle relieve a la profundidad. Por la izquierda también se sintieron los efectos de ese seísmo con Valery moviéndose entre una cortina de sombras, y arriba Soberón y Kodro quedaron huérfanos de ayudas externas y atrapados entre dos colosos, un par de centrales que definen con pulcritud el perfil de un Cádiz que se nutre de su solvencia y del músculo en la medular de Moussa Diakaté. Los andaluces buscaron a Ocampo y Climent para castigar el perjudicado carril izquierdo, y mantuvieron una fornida disposición para acabar con cualquier intento local por incomodarles. Su portero, Aznar, casi vivió una noche en blanco, y el cuchillo afilado de Roger y Camara, sus puntas, le fue suficiente frente a unos marcadores blandos, de nuevo lentos a las reacciones que exigen los últimos metros. Insua dejó que se le adelantaran en el remate que provocó el primer gol visitante, que lo introdujo en propia meta Radovanonic tras el rechace de Adrián, y cometió un penalti que el guardameta detuvo para evitar que se cerrara el encuentro y llevar el final del partido al tradicional bombardeo del área cuando los recursos son ínfimos.
El 0-2 de Diakaté, un violento lanzamiento de unos 30 metros que nadie salió a tapar, tradujo con exactitud la vida de un partido sin Francho. El Cádiz fue un contenedor metálico e inaccesible para un Real Zaragoza de cartón que tuvo un par de ocasiones en un cabezazo de Radovanovic y un tiro de Kodro desviado por More. Poco más hasta que en pleno zafarrancho de combate y con todo perdido, los tres que acababan de entrar al campo acortaron distancias con un gran pase de Moya al desmarque de Tasende, quien asistió al área para que Tachi se sacara un remate acrobático e imposible para Aznar. Ese tanto encendió las gradas y devolvió la ilusión porque el Real Zaragoza se estaba agarrando en las últimas jornadas a los milagros y la épica: también al fútbol, sobre todo ante el Leganés. Pero este equipo sufre de desnutrición si le quitas una sola de sus vitaminas, y sin Francho y después Aguirregabiria flaqueó más de la cuenta pese a Keidi Bare y las paradas de Adrián. Rubén Sellés le ha dado orden, coherencia, garra y fe. Pero es el colista con todas las consecuencias y esos avances que un día le funcionan y otro no entre el abismo emocional, el de la clasificación y el de las limitaciones.
Real Zaragoza 1: Andrada; Aguirregabiria (Juan Sebastián, min. 6), Insua, Radovanovic, Pomares (Tasende, min. 61); Guti, Keidi Bare, Sebas Moyano (Toni Moya, min. 71), Valery (Tachi, min. 59); Soberón, Kodro (Dani Gómez, min. 71).
Cádiz 2: Aznar; Iza, Moreno, Iker Ortega, Climent; De la Rosa (Caicedo, min. 69), Moussa, Ortuño (Álex Fernández, min. 93), Brian Ocampo (Diarra, min. 69); Roger Martí (García Pascual, min. 69), Dawda Camara.
Goles: 0-1, min.59: Radovanovic, en propia puerta; 0-2, min.65: Moussa; 1-2, min.77: Tachi.
Árbitro: Álvaro Moreno (Comité madrileño). Mostró cartulina amarilla a Tachi (m. 86), Soberón (m. 90) y Tasende (m. 95) del Real Zaragoza y a Roger Martí (m. 28), Iker Recio (min. 34), Moussa (m. 70), Climent (m. 80) y Caicedo (m. 96) del Cádiz.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la decimoctava jornada de LaLiga Hypermotion, disputado en el Ibercaja Estadio de Zaragoza ante 15.142 espectadores.

