Penúltimos en la tabla, los segundos más goleados y los menos realizadores de Segunda División, con solamente diecisiete puntos a dos jornadas de terminar la primera vuelta, el Real Zaragoza es candidato al descenso. Pero no creo que se vaya a asumir por parte de la afición, como demostró el martes en el entrenamiento a puertas abiertas en el estadio modular. Sin motivos, sin razones ni fundamentos para esperar que el cambio de actitud sobre el terreno de juego signifique conseguir más de la mitad de los puntos en juego. Solamente la impresionante fuerza de la esperanza de quienes, en un gran número, no han conocido los mejores tiempos del equipo aragonés.
Tengo la fortuna de ser como los juglares en la Edad Media, artistas procedentes de la periferia y que accedían con libertad a las fortalezas e incluso ante los señores feudales a cambio de dinero y comida. Contar las cosas que pasan con los conocimientos que no tienen los súbditos ni los amos, divertir a unos y otros, como también descubrir lo que ocurre dentro del poder y su entorno y hacerlo después público tanto dentro como fuera de las murallas. Recitar poemas, cantar, hacer malabares, siendo cruciales para la difusión de historias y noticias, a menudo sin ser los autores de las obras, sino intérpretes que usaban el lenguaje popular.
Y además, tras haber cumplido con el tiempo de cotización para dejar de trabajar por obligación, ser un pre-septuagenario con la atención, el respeto y la comprensión hacia una persona mayor de muchos seguidores de varias generaciones y con problemas de salud. Pero tan insistente y paciente que el dolor desaparece observando la pobreza de los traidores. En definitiva, que ni siento ni padezco, gestiono con eficacia mis sentimientos y me da exactamente igual lo que opinen de mí quienes necesitan atacarme para superar su inferioridad.
Dicen que el 95% de quienes te escuchan, te ven o te leen, no toman demasiado interés en lo que expresas y están de acuerdo o no según lo que ellos piensen en ese momento; el 3% son acérrimos seguidores y se identifican siempre contigo y el 2% te odia incluso sin conocerte, pero la mayoría son los esclavos que se encadenan a sus jefes. Y «créanme si les digo» que ese dos por ciento es mi entretenimiento más estimulante para jugar con sus sentimientos porque son poco inteligentes aunque muy listos para vivir sin apenas trabajar.
La afición del Real Zaragoza, sufridora sin saberlo de la manipulación del círculo de propietarios del club como elemento de poder económico, político y de comunicación, se ha entregado al equipo proporcionando un sentimiento de cariño y apoyo como en muy pocas aficiones; porque los catorce años de arrastrarse en las cloacas de Segunda División salvándose de la vergüenza de un descenso que significaría la explosión de una historia que terminaría con su continuidad, no han podido con su convicción de recuperar el nexo de unión con la historia.
Feliz 2026.

