No pronunciarás el nombre del ascenso en vano

Cada pretemporada del Real Zaragoza con billete en segunda clase, y este año se cumplirá el noveno año consecutivo, el ascenso va subiendo poco a poco en la lista de objetivos hasta convertirse en la canción del verano. Al principio, la afición la cantaba, luego la tatareaba y ahora, cada vez que suena, frunce el ceño ante los sucesivos fracasos. Los argumentos esgrimidos, por lo general, para situar el nivel exigencia en lo más alto de la escala se refieren a valores que se van convirtiendo en materia de arqueólogos e historiadores. Los gloriosos restos del pasado son los más reclamados por las atractivas dinastías de equipos y jugadores que levantaron una imperio futbolístico que provocó admiración, respeto y un estilo inconfundible por su elegancia. Esa cultura se mantiene viva en los recuerdos, en el salón de los trofeos, en el corazón de las diferentes generaciones, pero ahora mismo su influencia reside bajo un mar de cenizas, de los incendios intencionados por las bárbaras gestiones que han arrasado con la entidad durante dos décadas.

Los medios de comunicación locales ofrecen hoy una entrevista en paralela hermandad con Juan Ignacio Martínez, el mejor entrenador en años pese a presentarse casi de incógnito en la morgue del hospital donde al Real Zaragoza iban a hacerle la autopsia como medio campeonato por delante. Vino con un bisturí, una sonrisa y una buena colección de palabras amables y humildes que supusieron una transfusión vital en aquel vestuario fúnebre. Trasladó su energía natural, sin artificios, y los chicos comenzaron a producir suturando la hemorragia defensiva. El buen doctor de cabecera sigue al frente y como les ocurrió a sus antepasados por esta época, a su discurso de prudencia ha añadido el ascenso como punto de partida obligado aunque en nada sencillo de alcanzar para un club que se debe a una marca incuestionable de calidad legendaria. Solo le han traído un fichaje, Fran Gámez, y transmite a la prensa que espera seis más para construir un equipo «supercompetitivo». Sin duda es creyente fiel de sus ideas, pero Miguel Torrecilla comienza a moverse en el mercado de segundas o terceras opciones, es decir en el escenario conservador que ya avisó que podría producirse.

Para mantenerse en la cresta de la ola de la competición en el mes de mayo, se necesitan tres delanteros y con un porcentaje goleador notable puesto que Narváez anuncia a salir en breve con dirección a Primera; una considerable reconstrucción del centro del campo puesto que, actualmente, sus integrantes habituales se sitúan en una humilde media de 25 partidos como titulares, con apariciones testimoniales de Igbekeme, Adrián, Ros o Larrazabal; un central más que Peybernes pese a que solo se focalice en el francés; un lateral capaz en ambos costados porque Vigaray no ofrece garantías físicas y hasta un segundo portero una vez que se ha buscado sin éxito y en varias ocasiones destino a Ratón por deseo del portero y porque, la verdad, mucha confianza en él nunca ha habido pese a sus correctas participaciones cuando ha sido requerido. Es decir que para edificar ese grupo sólido al que alude el entrenador, habría que elevar las incorporaciones a una decena y no con cualquiera. Ya subraya JIM que la cartera de la Fundación o en la de los que vengan no rebosan los billetes. El paisaje, por tanto, consiste en aprovechar los limitados recursos propios y apuntalar el vestuario con gente de experiencia.

La vía de la cantera se contempla pero en absoluto como eje del proyecto. Es lógico porque la mayoría, tanto Francés, Francho o Azón como los chicos que están en la pretemporada, no pueden cargar en exclusiva con una responsabilidad que no les pertenece siempre y cuando se consiga cimentar una plantilla con jerarquías pronunciadas en todas las líneas. Ahora bien, si como todo apunta se va a seguir contando con Igbekeme (30 partidos de titular en los dos últimos ejercicios), el mensaje fluctúa entre lo que se quiere y lo que se puede. Jose Ignacio Martínez dice que no sabe nada de la compraventa pero que Torrecilla sí ha hablado con los inversores que negocian su entrada en el club. La nebulosa de la operación permanece colgada de la incertidumbre, si bien en esa tesitura nada descubre a un Real Zaragoza con potencial suficiente para llegar al 13 de agosto (o al 31) como aspirante a grandes cotas. De lo que se deduce que el conjunto aragonés contará con una columna vertebral discreta en la que, entonces sí, algunos nuevos canteranos tendrían mucho sentido caso de Ángel y sin duda Pablo Cortés, a sus 17 años con todo por delante y por encima de la figura sobrevalorada de Bermejo.

Nadie puede renunciar a subir en una categoría espantosa y no equilibrada, como suele ser calificada por quienes poseen sus derechos televisivos. La regularidad, un plan bien elaborado y ejecutado, el respeto de las lesiones y confiar en un entrenador cuando los resultados se tuerzan llegan a cotizar no pocas veces por encima de grandes capitales. Aun así, nadie en el Real Zaragoza debería pronunciar el ascenso en vano y menos como un mandamiento según están las cosas si es que están y con los antecedentes de frustraciones. Ahora mismo es una ilusión legítima que hay que presentar con pruebas ante el juzgado de la verdad.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *