Su problema más grave es que le hagan goles con tanta facilidad, pero lo que realmente chirría y de alguna forma podría compensar esos errores defensivos de atención y concentración, es su negación frente a la portería y el portero rivales. Sea contra quien sea, el Real Zaragoza pisa el área y choca contra un muro insuperable, suma de su impaciencia y, desde luego, de su falta de calidad en la definición. En seis jornadas ha conseguido cuatro dianas, la cifra más baja de Segunda, y ninguna de ellas pertenece a un delantero. El de Narváez contra el Sanse era un tiro que se marchaba, pero pegó en un contrario y cogió la dirección correcta para salvar al menos un punto. El día que el conjunto aragonés, que se ha medido a media docena de equipos salvo el Valladolid de la clase media baja de la categoría en cuanto a presupuestos, corrija sus desajustes atrás, puede que le dé para ganar. O no.
Los números frente a la Real Sociedad ratifican que su ceguera ofensiva no es casual ni puntual. Lanzó 19 veces: 12 de esos disparos fueron entre los tres palos y 5 fuera. Narváez, el más activo, Nano Mesa, Francés, Azón… ¿Y Álvaro Giménez? Vaya usted a saber. Es la tercera jornada consecutiva que se presenta en el área con tanta machaconería como falta de acierto. Le puede la ansiedad, y se equivoca en la elección, el ajuste y el momento de apretar el gatillo. El colombiano es quien más insiste, con arqueros o postes que se interponen en su camino. Para hacerse una idea de su inoperancia ofensiva, el Real Zaragoza acumula nada menos que 50 disparos ante Alcorcón, Fuenlabrada y Sanse. Y ha marcado en una jugada de estrategia, tras un rechace de Bellvis, de penalti y de rebote. 22 tiros han ido a puerta y nada menos que 25 fuera en un festival del desacierto en ese periodo. Ya en Valladolid tuvo más oportunidades que el equipo de Pacheta, pero tampoco.
De todo ese cóctel de variedades, afloran 11 ocasiones claras. Estas estadísticas podrían enmarcarse dentro de lo anecdótico, pero la sucesión de fallos y la forma en que se producen denotan que el Real Zaragoza no tiene gol en la plantilla, que los fichajes realizados para solventar la sequía de la temporada anterior están respondiendo con puntualidad a un currículum modesto en artillería. Y todo esto, en sus mejores minutos, lo que le aproxima al área con continuidad pero con muy pobres resultados.
Bien, la realidad del R. Zaragoza es la de un equipo modesto y veterano de la segunda división, diseñado para no perder la categoria y comandado por unos inversionistas preocupados tan solo por sus cuentas. Esta temporada, como la anterior, estaba cantado que con el exiguo presupuesto no habría jugadores para poder soñar. Más aún todavia si algún milagro no lo evita estará muy cerca de convertirse en un equipo ascensor entre la categoria actual y la segunda B.