Las asistencias también duermen el sueño de los goles

La falta de gol heredada en el tiempo, esta temporada mucho más ligada a la falta de acierto que a la llegada, está produciendo un daño colateral en el ataque del Real Zaragoza: es el equipo que menos asiste del campeonato. En los seis encuentros disputados, el conjunto de Juan Ignacio Martínez tan sólo ha marcado de jugada elaborada en una ocasión, en la alianza que protagonizaron Zapater y Eguaras en una falta para empatar en Alcorcón tras una estupenda acción de estrategia finalizada por el centrocampista navarro. Si el curso pasado la sequía anotadora estaba causada en gran parte por la poca aportación de pases certeros de la segunda línea, en lo que va de del actual es más bien al contrario: llega suficiente suministro armamentístico pero los disparos no encuentran puerta. Narváez de rebote y Vada de rechace y de penalti completan el terrible contraste entre las numerosas ocasiones creadas y la forma de los tantos conseguidos.

El Real Zaragoza salvó la categoría como pudo frente a esa pobre productividad en campo contrario. JIM hizo muy fuerte al equipo en defensa y exprimió al máximo un barril ofensivo sin apenas pólvora dentro, en muchos casos con actores principales inesperados en el área enemiga: Jair, Vigaray, Chavarría, Tejero, Peybernes e incluso Cristian con su testarazo en Lugo… Lo que apenas pudo mejorar fue el apartado de las asistencias, un déficit que arrastró como una condena. Zapater (4), Bermejo (4), Narváez (3), Eguaras (2), Tejero (2), Nieto (2) y Chavarría (1) fueron los abastecedores de un Real Zaragoza que con sus 18 asistencias sólo estuvo por encima de Lugo (17), Fuenlabrada (17), Logroñés (17) y Alcorcón (14). El último centro aprovechado que se recuerda fue el saque de esquina de Zapater para la cabeza de Azón en el 2-0 frente al Castellón. En movimiento, posiblemente en la mejor asociación de toda la campaña, Narváez habilitó para que Francho Serrano  abriera el marcador en el mismo partido, un disparo del canterano que debutó como artillero por la escuadra.

Esta vez, los obstáculos son a la inversa a la espera de que el frente atacante no solo dependa de Narváez. El Real Zaragoza ha tiroteado a la mayoría de sus adversarios, pero ha habido un cambio sustancial en cuanto a la generación de ese bombardeo. En la última jornada ante la Real Sociedad B, Eguaras lanzó dese su posición de observador un regalo a Narváez que el colombiano estrelló en el cuerpo de Ayesa, y Álvaro Giménez cedió un balón a Francés que el central elevó por encima del portero de Ansoain. González de Zárate evitó bajo el larguero que el balón entrara. A lo largo de este arranque de temporada se han sucedido otras jugadas con pases que se han quedado en el limbo del gol: Francho para que Azón rematara al palo en Valladolid; Igbekeme para que el propio Azón hiciera lucirse a Roberto; un frentazo de Francés que Nano Mesa envió a la estratosfera a un metro de la portería… Incluso un cabezazo de Jair que Álvaro resolvió con una espectacular chilena.

Las asistencias también duermen el sueño de los goles, pero en esta oportunidad la frecuencia y sobre todo su fabricación han aumentado de manera considerable. Por el momento está a la cola de todos los equipos de la categoría (donde sobresalen las 8 del Mirandés o las 7 del Sporting y el Almería) con esa jugada entre Zapater y Eguaras en Santo Domingo. A la espera de que despierten de una vez por todas la puntería, el olfato, el instinto…

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