Lo que vende Sainz de Varanda no hay quien lo compre

Las declaraciones que Fernando Sainz de Varanda, vicepresidente y consejero delegado del Real Zaragoza, concede a la publicación Palco23 especializada en
economía del negocio del deporte –reproducida por el Periódico de Aragón–, ratifican y aumentan la opacidad sobre los auténticos intereses de los propietarios de la entidad. La sensación es que el club está regido por un reino de taifas totalmente anacrónico donde es muy posible que algunos atiendan a inclinaciones altruistas y no pocos a sus cuestiones particulares. Se justifica la defensa a ultranza de una economía de guerra que obliga a todo tipo de operaciones para contener los diferentes frentes abiertos por la ingente deuda heredada (Hacienda, acreedores, entidades bancarias, vencimientos, préstamos con la Fundación…), pero chirría que en esa cruzada de salvación siempre se haya evitado la entrada de cualquier tipo de inversor al margen de que en algunos casos se haya impuesto un filtro por la poca o mínima solvencia o inyección de capital de esos grupos o personas por hacerse con parte del paquete accionarial.

Lo más llamativo de la entrevista es cuando el vicepresidente afirma lo siguiente: «Hemos estado cerca de firmar una operación muy beneficiosa pero se ha acabado cayendo. El problema es que a la gente que se nos acerca le asusta la deuda”. Esa deuda neta que se ha reducido a 71 millones de euros es del club, por lo tanto quien quisiera entrar en la sociedad tendría que hacerse cargo de ella además de hacer frente a la compra de las acciones correspondientes. «La estructura ideal sería mantener una mayoría del club en manos aragonesas, locales o personas vinculadas a la entidad, sumando algún tipo de inversor no necesariamente local que aporte el músculo financiero que nos falta”. Es decir que lo que se pretende, o se intuye en ese mensaje, es que ese supuesto grupo realice una apuesta total pero que las decisiones de gran calado sigan en manos de los actuales gestores. Sainz de Varanda y Luis Cuarlos Cuartero, director general, temen por sus cargos, y ahí se localiza uno de los grandes problemas para que prospere cualquier nuevo enfoque administrativo. Mientras, Fernando de Yarza y Juan Forcén se postulan en posiciones contrarias en sus deseos de vender el Real Zaragoza.

César Alierta, tío de Fernando Sainz de Varanda, tiene el 49% de las acciones, que se elevan al 50,56% con la suma de las que posee su sobrino, un cantidad que le sitúa con la mayoría del club y con la posibilidad de venderlo sin consultar con la familia Yarza, Carlos Iribarren y Juan Forcén, propietarios cada uno un 13,46%, ni con el resto de accionistas en este caso minoritarios. El distanciamiento en el día a día del expresidente de Telefónica por diferentes causas, el único junto a Carlos Iribarren que puso dinero de su bolsillo en el aterrizaje en julio de 2014, y el gobierno trasnochado de la mayoría en la parcela financiera y deportiva, asuntos que se tratan erróneamente por separado, han conducido al Real Zaragoza a un ecosistema antediluviano, incapaz de explotar su patrimonio más allá de la venta de futbolistas de la cantera, lo que se traduce en una lacerante descapitalización y en una regresión imposible de contener si no es con el ascenso a Primera División. Los ingresos por televisión, sin duda importantes, son la otra tabla de salvación para salir del paso.

El Real Zaragoza, pese a su sus numerosas y urgentes obligaciones de pago, es uno de los clubs en crisis más apetecibles –si no el que más– siempre y cuando el enfoque de la explotación de sus diferentes patrimonios tiendan a la modernización al margen de si esa renovación procede de empresarios aragoneses o no. La Romareda siempre está en el foco principal de este escenario, ahora con el alcalde Jorge Azcón impedido por la pandemia a situar como asunto prioritario la remodelación del estadio frente asuntos de mayor envergadura para la capital aragonesa, con la sanidad de sus ciudadanos en primer término. En cualquier caso, es un club con atractivo incuestionable en presente y en futuro, con una masa social imponente y fiel, y su destino natural y quizás próximo por muchos obstáculos personales que se pongan desde dentro, es la venta.

Las diferentes manifestaciones en la calle y los carteles y pintadas contra los consejeros han dejado heridas abiertas y muchos nervios a flor de piel. En ese estado de desbarajuste, Sainz de Varanda y el presidente, Christian Lapetra (portavoz sin voz), aparecen puntual y estratégicamente para reforzar la imagen mesiánica de la Fundación Zaragoza 2032, pretensión que se va desmoronando sin remedio frente a la peligrosa situación del equipo, expuesto a la humillación de un descenso a Segunda B. El Real Zaragoza necesita transfusiones de todo tipo, con la económica en lugar preferente, algo que se pretende no para una regeneración completa hacia modelos de clubs –en muchos casos con menor impacto histórico– que han evolucionado a pasos agigantados en la explotación de sus valores, sino para conservar estatus y puestos de mando.

La supervivencia de los puestos de trabajo de unos pocos, el desinterés de algunos, la idea desenfocada de que el escudo impulsara el regreso a la élite, y ese estadio que se mira como panacea de todas las contrariedades atendiendo a otra incorrecta lectura, ya que el gran beneficio de los santuarios futbolísticos (Europa presenta cientos de ejemplos) no se halla en un anillo comercial, sino en el marco deportivo (palcos VIP y conversión del espacio en un lugar de encuentro y entretenimiento para el aficionado y el socio, impiden el salto evolutivo del Real Zaragoza hacia la dimensión que le corresponde. Lo que vende Fernando Sainz de Varanda en esa entrevista no hay quien lo compre.

One comment on “Lo que vende Sainz de Varanda no hay quien lo compre

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    Cuando un empresario o un grupo de ellos, entra en el accionariado de una empresa que está al borde de la desaparición (o incluso aunque dicha empresa vaya bien), haciéndose con la mayoría absoluta, tal y como hicieron estos en el Real Zaragoza, lo primero que hacen los nuevos patronos es poner en los puestos clave a personas de su confianza.

    En el Real Zaragoza, los nuevos dueños, que entraron como salvadores de nuestro equipo, lejos de poner a gente de su confianza lo que hicieron ha sido mantener en ellos a personajes que fueron «claves» en la conversión del Zaragoza de un club serio en un muerto viviente.

    Salvo que esté equivocado, creo recordar de tanto Cuartero como Checa, que ahí siguen, formaron parte del consejo de administración de Agapito, por lo tanto fueron colaboradores necesarios en todas sus decisiones. Porque siguen? Que intereses tiene la fundación en que estén? O sigue Agapito teniendo poder y tiene a sus «guardianes del corral» vigilando sus intereses? Me gustaría que alguien nos lo explicase

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