Serán más de 300. Poco importa el número porque de uno a un millón no habrá diferencia en esta nueva manifestación de la que trasciende su espíritu, no la cantidad. Otra batalla más en los últimos diez años contra una propiedad muy diferente a la de Agapito Iglesias y sin embargo tan coincidente en el desprecio a la afición, en su incultura futbolística, en su apego a pavonearse, con eslabones fijos de la cadena del empresario soriano en los despachos tras cuyas puertas se abre el infierno de un descenso aún más humillante. #ZaragozaMereceMas estará a las 15.15 en la explanada de La Romareda pese a que la Fundación, con o sin inversor de por medio, haya pretendido dinamitarla con el anuncio de un inminente comprador que bien podría haber comunicado el domingo, o el lunes o si los hermanos Álvarez del Campo hubiesen existido. ¡Qué estrategia tan mediocre! Pero así son ellos, sin delicadeza ni imaginación, vendiendo sus acciones por los mercadillos a precio de oro o queriéndose inmortalizarse en el poder de los señoritos a cuenta del apellido.
Van a luchar, uno o un millón, sabiéndose perdedores frente a las murallas de las SAD. No hay soldado más valiente ni ejército más honorable que el que recuerda la historia íntima o popular defendiendo su dignidad, en este caso la de un Real Zaragoza que ha sido y está siendo utilizado como herramienta política, como ubre de la que mamar la última gota de sangre, el penúltimo euro. Van a pelear sintiéndose ganadores porque buscan el triunfo de la verdad, sin escudos, sin máscaras, a pecho descubierto, rugiéndoles el corazón que late joven con 89 años, con la vida y el cariño incondicional de generaciones que rociaron el camino con sonrisas y lágrimas, orgullosas frente al campeón y puntuales ante las amenazas que han acechado al león herido. Pocos o muchos, en una tarde fría como ninguna, serán legión.
Nadie habrá en el palco, o puede que algún satélite teledirigido. Si acaso Canario, ninguneado por el club que pretende homenajearle sin público en el estadio durante los diez primeros minutos. Qué mejor mariscal que Darcy Silveira dos Santos. Al acceder a La Romareda, habría que cantar su nombre porque lo que se quiere salvaguardar es precisamente lo que representa el brasileño de los Magníficos: la grandeza, la gloria, la humildad del fútbol por el fútbol. El Real Zaragoza juega contra el Valladolid agujereado por el covid y las lesiones; por un director deportivo vacuo y un entrenador que, por simple, ha perdido pie del altar al que le subieron los canteranos y un gol de cabeza de Cristian; por una directiva muda por miedo e ignorancia deportiva. Serán más de 300 en las Termópilas. Y si son menos, representarán por igual a una institución monumental colonizada en este siglo por personalidades pigmeas. #ZaragozaMereceMas es mucho más. Y Canario, Leónidas.
Muy de acuerdo