La mayoría de los aficionados están de acuerdo en que Iván Azón es una joya sin saber calibrar con exactitud su valor en un mercado de futuro. Si llegará a hacer su carrera en el Real Zaragoza, emigrará por equipos en la búsqueda de la madurez profesional que aún le falta o se apagará como un cometa hermoso por su grandeza pero fugaz en su proyección. Es una incógnita que deberá desvelar el propio delantero, un ariete de los de antes con incrustaciones de los de ahora, tan tenaz en el área como fuera de ella. Sobresaliente en la mayoría de las asignaturas, sobre todo en implicación física y emocional, aunque pendiente para septiembre en la definición. Frente a la portería le ha podido en varias ocasiones la ansiedad, una precipitación todavía pendiente por descubrir de si se trata de un defecto congénito irreparable o de la aceleración de un chico que necesita ajustar las agujas de su reloj pasional a la hora de la verdad. Por lo que ha mostrado en estas dos temporadas, con una trabajo continuado, individual y persistente de tecnificación, podría reconvertir esa energía desatada en una potencia controlada y letal.
El futbolista esta viviendo un sueño en mitad de una pesadilla, de un Real Zaragoza en su peor versión histórica, contexto que sin ser determinante sí ha facilitado su irrupción en el primer equipo. En otras épocas florecientes le hubiera sido imposible ingresar en la primera plantilla. Pero el presente le ha brindado esta oportunidad, como ha ocurrido al igual con un Francés que ya ha dado señales de estar dotado para le élite, y con Francho. Esa realidad no puede obviarse, como tampoco el estrés que acompaña al zaragozano en la necesidad de examinarse en un aula nada condescendiente cada vez que el entrenador le ofrece la titularidad o le señala como un revulsivo. Sus fallos le acompañan un paso por delante de sus aciertos, lo que genera dudas de su auténtica altura competitiva. Aun así, el tanto que marca en Gijón ratifica cuáles son sus poderes al mismo tiempo que redescubre a un atacante que combina en la acción determinación para el robo, velocidad en la conducción y capacidad para superar al portero y embocar el balón después de la enorme exigencia de concentración que exige ese recorrido y en el instante psicológico en el que se produce, una vez golpeado el equipo con el gol del empate y en la última jugada del encuentro.
Fe y fuerza. También, y mucho, esa gestión de sí mismo para navegar sin ser devorado por la tormenta de su corazón y otorgar el timón a la cabeza. Si David Villa, el mejor delantero español de todos los tiempos y exjugador del Real Zaragoza, le ha eligió para representarle, algo ha tenido que ver en este titán. En esta aventura corta pero intensa, Iván Azón ha tenido por delante a compañeros de travesía de todos los colores sin que ninguno haya demostrado al cien por cien mejores prestaciones. El Toro Fernánez, Vuckic, Alegría, Álvaro Giménez, Nano Mesa y ahora Sabin Merino. Sólo Álvaro, guadianesco pero con tantos de gran valía, puede discutirle y ganarle un puesto fijo en el once. Juan Ignacio Martínez le seguirá teniendo en la recámara, como tercera opción, por el real decreto de ser el entrenador quien decide. Con todos sus defectos, Iván Azón, todavía con ficha del filial, es un lujo en este Real Zaragoza que le deberá dos vidas.
Fotografía: DV7 Management
Que verguenza que tanto Francho como el tengan ficha del filial. No se les puede pedir mas dedicacion a unos chavales que han demostrado con creces el amor que sienten por su club.