El Real Zaragoza ha presentado algunos de los actos con los que comenzará, a partir del próximo 18 de marzo, el 90 aniversario de su fundación con motivo de la unión del Real Zaragoza CD y el Iberia Sport Club. Socios que cumplen 50 años de antigüedad ininterrumpida, tres de ellos con 75 de trayectoria vinculada al club y otros nacidos en el año 1932 serán reconocidos y recordados por su fidelidad en un acto que tendrá como escenario el Salón del Trono del Palacio Arzobispal. Un instante emocionante, cargado de un gran simbolismo que buscan honrar la historia de la institución con su gente más leal en el tiempo. Que quieren que le diga camino de Miami, esperando el zaragocismo que se concrete la compraventa con un grupo de inversores americanos que, en teoría, llegan para reflotar una situación económica insostenible. Posiblemente no haya otra solución después de que los propietarios con raíces aragonesas hayan provocado, de una u otra forma, este crack durante los últimos 25 años, pero personalmente me parece la forma más triste de celebrar la efeméride.
En cuanto se confirme la firma del acuerdo, el Real Zaragoza dará el salto a la modernidad forzada, a una dimensión donde la identidad y los sentimientos de pertenencia seguirán vivos, pero compartiendo butaca con una fórmula de gestión que prioriza la viabilidad del negocio. Aniquilados los clubes como tales por la deuda acumulada, es decir desplazados los socios del aparato de decisiones, la Ley del Deporte y sus SAD con dueños totalitarios y en gran parte interesados en utilizar el espíritu seductor del fútbol como proyección de otros intereses, han reventado aún más las finanzas. En ese contexto de colapso, los fondos de inversión surgieron como prestamistas de última hora, con una sonrisa higiénica sobre el lecho del moribundo. El Real Zaragoza, que pedía un urgente y necesario cambio de rumbo, ya nunca volverá a ser el mismo porque formará parte de un universo opaco de rostros muy profesionales pero transparente en sus intenciones: llevar el barco fantasma al mejor puerto posible y después cobrarse los servicios prestados.
Por el momento todo es una incógnita. Quizás la inyección de capital extranjero por primera vez en la historia permita que el Real Zaragoza regrese a su estatus deportivo, la élite. Aun en esa previsión más optimista, y con las cifras que se manejan los estadounidenses para hacerse con la sociedad, resulta más que improbable que ocurra a corto e incluso medio plazo. Si el espíritu comercial ya se había apropiado de los movimientos del equipo, en cuanto el sueño americano se instale en el club aumentará esa finalidad. La edad de la inocencia llega a su fin de manera definitiva para el Real Zaragoza en su 90 aniversario, con un refresco en la mano y una bolsa de palomitas para ver en la más alta definición posible el ascenso. Entramos en el año 0 entre los colores pastel de Miami.
De Los Alifantes a filial del Inter de Miami. Qué triste