Lo que produce el Real Zaragoza, sobre todo en este tramo de la competición en el que las lesiones y las bajas le están castigando con saña, hay que que ajustarlo a su realidad. En Tenerife, una plaza complicada aunque los canarios vayan de capa caída en las últimas jornadas en su lucha por aferrarse al playoff, el conjunto aragonés ofreció un encuentro de notable rigor táctico para defenderse y para golpear haciendo sangre. El equipo de Ramis tuvo mucho el balón y lo acarició con mesura y buen gusto pero con poco filo criminal salvo en el gol del empate de Shashoua. El encuentro, los tres puntos, debieron ser para el conjunto de Juan Ignacio Martínez, bastante más diáfano en sus intenciones y en sus ocasiones de gol, pero le faltó veneno en la decisión final y le perjudicó una libre y algo libertina interpretación del árbitro en una salida de Juan Soriano sobre Azón que evalúo con amarilla cuando bien podría haberlo resuelto con la expulsión del portero.
El Real Zaragoza se sostiene con hilos muy finos. Volvió a hacerlo en el Helidoro Rodríguez con un un centro del campo de emergencias, el mismo que utilizó ante el Amorebieta. Sin embargo, esta vez el equipo se solidarizó con Zapater, Vada y Eugeni y los dos primeros lo agradecieron para sobrevivir e incluso destacar en el caso del argentino, contenido y visionario en el pase profundo para gestar la acción del tanto que él mismo firmó a pase de Borja Sainz. Por ese camino y otros muchos, con su ternura y su diploma de gran delantero de futuro, Ivan Azón resembró los porqués tiene que ser de largo titular. No lo hizo marcando aunque sí con esas otras virtudes que se le piden a un atacante universal y que sirven de halagos para otros compañeros cuando las musas del remate les rechazan.
El canterano, además de participar en la diana de Vada en su intención de embocar deslizándose como una cuchilla en el segundo palo que limpió la ruta a su compañero, desplegó un trabajo monumental. No sólo físico, sino con criterio para medir sus intervenciones frente al sistema defensivo más potente de la categoría. JIM le bajó del escenario en su momento cumbre, justo después de haber burlado a Soriano tras perseguir un balón generoso y espléndido de Borja Sainz que le plantó en un duelo al sol ante arquero local: el guardameta salió a derribarle con guadaña y lo logró, y el colegiado, tras revisión del VAR y juicio propio, optó por una sentencia salomónica. Estaba Iván fresco y con apetito, pero el entrenador le retiró cuando aún tenía mucho que decir, con el Tenerife expuesto en busca del triunfo sin demasiados argumentos.
La marcha del canterano supuso la entrada al campo de Nano Mesa como antes lo había hecho Sabin Merino con Álvaro Giménez. El vizcaíno, que había contemplado por primera vez el encuentro desde el banquillo, demostró que de revulsivo tampoco da mucho más de sí: una vez disparó al tablón de anuncios cuando la portería se le ofrecía generosa y en una contra despejada y con puertas al área canaria, cedió el balón a Borja Sainz como quien tira un televisor viejo por la ventana para que lo controle. Un buen pase del vasco pudo sentenciar el choque, pero Nano Mesa anticipó el pecho en lugar de la frente para marcar el gol del triunfo, un gesto incomprensible. JIM plegó velas con los cambios de Nieto y Lluís López y brindó por un empate escaso para un Real Zaragoza notable en la figura de Iván Azón y del resto de un colectivo que nunca lamentó las ausencias, que en su travesía tranquila hacia la salvación voló por encima del Tenerife.
Ficha Técnica
CD Tenerife: Soriano; Mellot, Sergio González, León, Pomares (Moore, 68); Aitor Sanz, Corredera (Larrea, 81); Andrés Martín (Mollejo, 76), Shashoua (Rubén Díez ‘Jamelli’, 68); Elady (Bermejo, 46) y Mario González.
Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Gámez, Francés, Jair, Chavarría; Zapater, Eugeni (Lluís López, 76), Vada (Bermejo, 61); Sainz (Nieto, 86), Álvaro Giménez (Sabin Merino, 61) y Azón (Nano, 76).
Árbitro: Gálvez Rascón (Comité Madrileño). Amonestó al zaragocista Bermejo (68) y Soriano (72).
Goles: 0-1, min.15: Vada. 1-1, min. 22: Shashoua.