El Real Zaragoza juega este domingo en Huesca un partido importante más (18.15). De puertas afuera se ha vestido la ocasión de largo porque el conjunto de Juan Ignacio Martínez y el de Xisco queman el último cartucho que les ha regalado la temporada para soñar en clave de utopía con la sexta plaza, lugar que ha defendido con uñas y dientes este sábado el Oviedo en El Molinón al imponerse al Sporting (0-1) con un gol en propia meta de Berrocal que le lleva a 10 puntos de distancia de los zaragocistas y a nueve de los oscenses. También, una vez más, se ha adornado el encuentro con el lazo de derbi a un pulso que tiene mucho más de rivalidad social propia de dos poblaciones cercanas que de riña deportiva. La RAE da por bueno el término para definir el enfrentamiento, pero el fútbol, que tiene su propio lenguaje, exige una serie de condicionantes de mayor coexistencia histórica que la vecindad para considerarlo como tal. Pongamos, para no herir sensibilidades a uno u otro lado de la frontera, que es un derbi estacional, en Segunda.
De puertas adentro, entre futbolistas y técnicos de ambos equipos lo que de verdad está en juego son esos tres puntos que permitan alargar la ilusión mientras sea posible. Los entrenadores respetan a los rivales, pero ven como principal enemigo la carga emocional que va a generar un campo, El Alcoraz, llenó hasta la bandera y donde es muy probable que se respire esa tensión colateral estimulada por un entorno que necesita vender un producto a la baja: un par de conjuntos lejos de sus paraísos. La gestión de esa atmósfera, en principio favorable para el Huesca, es de vital importancia para los técnicos como así lo han manifestado en las últimas horas. Xisco agradece un ambiente festivo y JIM recela de él. Lo que no quiere ninguno es que sus jugadores se dejen llevar por la grada si las cosas se tuercen, sino que atiendan con rigor a lo que suceda en la hierba.
Habrá un derrotado, pero quien más tiene que perder es la escuadra oscense porque si no gana perderá de vista por completo el que era su objetivo original, el ascenso directo o entrar en el playoff. El Real Zaragoza, con casi el triple de limite salarial por debajo, ya ha conseguido su meta, una salvación por oficializar que no honra su pasado pero que alivia su presente para mirar al futuro en manos de una nueva propiedad. Vencer le permitiría superar al Huesca y quedarse en solitario con el testigo de aspirante aragonés a ese sexto puesto quimérico. El empate haría descarrilar ese par de trenes que han circulado toda la campaña por vías estrechas.
El partido se presenta equilibrado por la irregularidad de los contendientes. Llega mejor el Huesca por sus últimos resultados pero ofrece más garantías de competitividad el Real Zaragoza, con un sistema defensivo de mayor fiabilidad pese a las 16 portería a cero de Andrés Fernández. En el centro del campo, donde JIM recupera a Francho y Petrovic, va a concentrarse lo importante, porque en ataque comparten idénticas penurias. En ese escenario, los riesgos serán mínimos y el atasco considerable, con el equipo blanquillo bastante menos preocupado por el balón que en robarlo. El espectáculo se reserva para un Alcoraz a pleno pulmón, con el Real Zaragoza rebajado de dramas que intentará llevarse un partido importante más, el que puede situarle un centímetro más cerca del sueño al que ha acortado las patas esta noche el Oviedo con su triunfo en Gijón.