El último servicio de Álvaro Giménez al Real Zaragoza fueron un par de asistencias de cabeza para Puche y Azón que sirvieron para remontar contra el Fuenlabrada. El gol más reciente que se le recuerda se produjo hace dos meses. Lo marcó saliendo desde el banquillo para firmar la victoria contra el Las Palmas. En 21 partidos como titular con el del Burgos, donde JIM le eligió por la baja de Azón y por delante del inoperante Sabin Merino, ha hecho tres dianas. Hablamos del atacante elegido para la gloria ofensiva de un conjunto que venía de un curso martirizado por su falta de pegada. El alicantino lleva cinco tantos en total, por lo que su pobre rendimiento ha vuelto a marcar otra campaña de fracaso de la dirección deportiva para acertar con la figura de un futbolista clave en cualquier plantilla.
Un mal año lo tiene cualquiera. Un delantero no pude permitírselo a la escala de como lo ha hecho el alicantino. Cedido por el Cádiz y con la vieja reseña del pichichi que consiguió con el Almería en su gris currículum, Álvaro Giménez ha resultado un fraude no sólo por el mal ojo de Miguel Torrecilla, sino por su propia morosidad para aparecer en los encuentros. Con cuentagotas, como en el Plantío o en El Insular, dejó detalles de ariete con cierta clase, pero por lo general ha vivido en un estado de insistentes ausencias hasta ser desplazado por un chico de 19 años que le ha atropellado por ganas e ilusión. Contra el Burgos firmó su baja para lo que resta de ejercicio. O así debería contemplarlo el entrenador como máximo responsable. Ni un disparo a puerta, ni un regate, con solo cuatro pases en 19 ocasiones que tocó la pelota, nueve de ellos mal entregados… Lo dicen las estadísticas, a las que no era necesario recurrir para saber de los nefasto de su actuación. Limítrofe con el desinterés.
El caso de Juanjo Narváez da también bastante juego y no del bueno. Afectado por problemas físicos pero disponible para el entrenador en nada menos que 30 partidos, el colombiano saltó al campo en el minuto 61 por Vada. Empezó la temporada como una bala después de un verano donde su nombre estuvo siempre en el escaparate sin concretarse acuerdo alaguno para su venta. Materializó dos tantos para evitar perder ante la Real Sociedad B y el Málaga, señales de que el cafetero iba seguir la línea de su primer año en el Real Zaragoza, de animal salvaje en el frente ofensivo y con apetito cerca de la portería. No ha sido así. Entró en la enfermería y volvió de ella como le hubiesen amputado el alma. Sin embargo, JIM le entregó su confianza pese a que la perdía a cada jornada, por delante de otros compañeros con más méritos para entrar en el once.
¿Qué ocurre con Narváez? La paciencia se ha agotado y las explicaciones habría que buscarlas en una deserción del propio futbolista en cuanto a motivaciones. El técnico ha justificado su presencia en valores poco detectables para el gran público. No ha vuelto a marcar, ni a asistir, ni a pisar el área, transitando por espacios insustanciales. Provocando faltas como mejor herramienta, perdida la velocidad que le dio fama. En la media hora que estuvo sobre el césped en esta ocasión, Narváez confirmó que se ha despedido de Narváez desde hace tiempo. Que no está cómodo porque posiblemente su mente esté en otro lugar. Imperdonable. Imperdonables.