El Real Zaragoza puede llegar salvado al encuentro que le enfrenta el domingo al Alcorcón si Amorebieta o Real Sociedad no ganan el sábado. Si se produce esa noticia, el partido perderá el mínimo interés que ya concentra por sí mismo y se cumplirá el último mandamiento para que el grupo inversor liderado por Jorge Más desembale su proyecto como legítimo propietario de la institución. Deportivamente, el choque carece de aliciente alguno, si acaso como puerta a ese futuro que estrena por primera vez en la historia de la tesorería capital extranjero y un cambio radical en la forma de gestionar la SAD, que dará un salto cualitativo en todas sus áreas sin conocerse todavía la altura de las mejorías.
Sin embargo, la visita del colista ya descendido es una ratonera en la penúltima comparecencia del equipo aragonés esta temporada en La Romareda. Aunque fuera un trámite, el resultado no va a dejar indiferente a la afición, sobre todo en caso de que no se logre la victoria o se apague el marcador con un empate, no digamos ya si además es sin goles. Si se perdiera frente al último, que sólo cuenta con cuatro triunfos en todo el curso, con la permanencia aún pendiente… Mire por donde se mire, el partido tiene una forma inconfundible de trampa. El Real Zaragoza viene de completar dos jornadas nefastas ante Burgos y Eibar, sin fútbol, ni goles, ni motivación de la mayor parte de la plantilla y con el espinoso asunto aún sin aclarar de JIM versus Borja Sainz, mientras que el conjunto madrileño, sin presión alguna desde que se certificó su adiós a Segunda, se ha puesto en modo competitivo para despedirse con dignidad.
El equipo alfarero le levantó un par de 2-0 en contra a Fuenlabrada (2-2) y Ponferradina (2-2); le amargó la vida al Huesca con 1-0 que prácticamente hizo que los azulgranas claudicaran de cualquier posibilidad de playoff: le complicó aún más la salvación a la Real Sociedad B en Anoeta (2-4) y contribuyó con una igualada a que el Sporting esté con el agua al cuello (1-1). Ha perdido sus dos últimos partidos con el Oviedo, que remontó a partir de la expulsión de Zarfino en los minutos 82 y 90 (1-2) y con el Girona gracias a un solitario tanto de Stuani. No, no están dando su brazo a torcer con Fran Fernández en el banquillo tras las anteriores, breves y frustrantes experiencias con Anquela y Romero.
El club decano de la categoría después de 12 campañas consecutivas en Segunda, hace tres semanas que sabe que su destino será la Primera RFEF, desde que cayó en en Cartagonova. Vendrá al Municipal para edulcorar esa amargura ante un Real Zaragoza que en su feudo suma tan sólo seis victorias y que ha convertido La Romareda en un campo vulgar donde el empate es el signo dominante. Arrastra, además, otro lastre hiriente: con 15 goles a favor, es el equipo que menos dianas ha logrado como local. Lo compensa con el grueso candado de su portería, la menos batida después de la de El Plantío. En 8 de los 19 encuentros ante su afición no ha marcado… Para ver un tanto del Real Zaragoza hay que esperar 114 minutos…
Ese cruce de caminos sin aparentes espinas, con ambos jugando en una ruleta enquistada de emoción alguna, contiene un peligro testimonial para el conjunto de JIM, que necesita los tres puntos para maquillar en la medida de lo posible el terrible curso en su estadio, para hacer creíble la responsabilidad y profesionalidad de plantilla con su abnegada afición y también para recibir a Jorge Mas y sus socios con una victoria simbólica.