Desde el primer momento, la nueva propiedad ha presentado como bandera de su proyecto a la cantera, situándola en primera línea de un combate más o menos ambicioso desde que se ha sabido que el techo salarial será similar o un poco superior al del ejercicio pasado. Raúl Sanllehí ha puesto la directa para que Francés, Fracho y Azón tengan en sus contratos el reconocimiento que se han ganado en el campo, y remite a la integridad de sus cláusulas de rescisión frente a posibles interesados en su compra. Es una decisión justa y deportivamente muy interesante porque, con el central a la cabeza, se trata de piezas valiosas para el equipo. El giro político para defender lo propio en lugar de colocarlo en el escaparate como única vía de supervivencia, propone un cambio hacia la firmeza negociadora y el futuro. Ahora bien, ese amor incondicional del director general hacia el fútbol base al que se ha unido con entusiasmo Miguel Torrecilla en sus nuevas nupcias previo cambio de chaqueta una vez divorciado de Juan Ignacio Martínez, contiene publicidad engañosa siempre y cuando la mirada se ponga en conseguir una plaza entre los seis primeros.
Alejandro Francés es un defensa de mucho nivel, pero Francho y Azón son piedras preciosas aún por pulir. El centrocampista y el delantero, que se han doctorado en competitividad en tan sólo dos cursos de extrema dureza, son necesarios dentro de la plantilla, y en la titularidad deben de tener su lugar. La valía de los futbolistas, el compromiso innegociable por pertenencia que exhiben a cada segundo y el deseo de promocionar la academia por parte de Jorge Mas y Raúl Sanllehí han generado una corriente ilusionante aunque con un toque embaucador. Será la magnitud de la empresa y sus posibilidades financieras las que establezcan si la cantera seguirá o no formando parte de la columna vertebral del equipo, sobre todo un Francés que tiene sólidos pretendientes. Si es así, la afición se sentirá orgullosa, que quizás sea el objetivo final de una maniobra que apunta hacia la moderación inversora sin despreciar un salto cualitativo general. Por ora parte, al margen de este trío consolidado en el grupo por méritos, será más que complicado que otros futbolistas de la casa encuentren un lugar en la primera plantilla.
Ángel López ya ha comprobado que no se confía en él; Puche, con una breve aunque intensa aportación esta pasada campaña, tampoco tiene sencillo hacerse un hueco, mientras que no se cuenta con los cedidos que regresan casos de Buyla, Baselga y seguramente Carbonell y Clemente, estos con serios desencuentros de pareceres con Torrecilla de por medio. Con Marc Aguado, que ha subido a Segunda con el Andorra, se abre un paréntesis. El centrocampista cuenta ahora mismo con una espesa competencia para su puesto y Gerard Piqué ya ha solicitado negociar para que continúe en el equipo del Principado. Posiblemente la última palabra la tenga Juan Carlos Carcedo en la pretemporada. Más allá de Francés si se queda, Francho, Azón y un Juan Carlos Azón que podría tomar el relevo de Ratón como segundo portero, el Real Zaragoza no ampliará su nómina localista.
Juan Carlos Carcedo, sin salirse del guión de sus superiores, sí fue más concreto y realista en un contexto de porvenir optimista. «Hay que construir en base a ellos (los canteranos) y reunirlos alrededor de gente que conozca la categoría. Ojalá que tiren la puerta», dijo en su presentación. El nuevo técnico está en manos de Torrecilla para desatascar el embudo provocado por el propio director deportivo y la herencia que recibió, con 31 jugadores con contrato en vigor y apenas diez válidos para todo lo que implique la palabra ascenso, y de Sanllehí como negociador decisivo para construir un equipo con especial atención al frente de ataque, donde hace falta delanteros de enjundia y gente por fuera que haga daño de verdad. La línea maestra se centrará, o debería hacerlo, en la consecución de futbolistas jóvenes con apetito y recursos. Y con nombre. También con jugadores de los que pide Carcedo, con veteranía y poso. La cesión se antoja como herramienta más común en este intenso mes y medio que resta para comenzar la próxima campaña. ¿Francés, Francho y Azón? Sin duda. ¿Como estandartes del proyecto? Sería engañar al aficionado una vez más si la meta es luchar por lo máximo posible. Y esos tiempos han quedado atrás aunque por los pasillos circulen aún viejos y sospechosos personajes del peor de los pasados.
Por qué no le ofrecemos a Petrovic al Andorra y nos quedamos con Aguado?